Marlene
[¿Qué tal tu día?].
El mensaje de Nicolás me hizo sonreír. Dejé el lápiz de lado y cerré el cuaderno antes de responder.
[Tendré que buscar una constancia para seguir en el patinaje].
Ham se subió a la cama, dio varias vueltas alrededor de sí mismo hasta que se desplomó. Parecía una bola de pelos.
Esperé la respuesta de Nic por unos instantes. Cuando me convencí de que no lo haría, volví a mis tareas.
La noche avanzó, y no había visto a Manu. Quizás ni siquiera estaba en casa. Resoplé ante la realización de que, mi hermano y yo, nos habíamos distanciado demasiado.
¿Se sentirá él igual de solo que yo?
Hasta Luan desapareció en estos días. Supuse que cada quien tenía sus problemas. La invitación de Rebecca fue tentadora, y recordé que no le había contestado.
Entré a su chat y le escribí que sí la acompañaría a la estancia. Rebecca, por su parte, mandó un largo audio diciendo que estaba muy feliz. También me explicó los pormenores, horarios y dónde nos reuniremos.
Su entusiasmo me hizo sonreír.
Un nuevo mensaje de Nicolás hizo que abandonara los de mi amiga.
[¿Eso es un problema para ti?].
[No, pero aún me da miedo patinar en pareja].
Fui sincera. Además, ya le había dicho parte de esos inconvenientes. Como solía suceder, Nic no respondió de inmediato.
Me levanté de la silla, apoyada del escritorio, y me encaminé hacia la cama. Ham se bajó al momento en que me acosté a su lado.
El teléfono seguía con la pantalla encendida gracias al dedo que dejé presionado en ella.
[Por ese tal Niklas].
No sabía cómo tomar su mensaje.
Lo que sucedió esa misma noche en la universidad me inundó la mente. Niklas estaba enfermo. No era muy grave, pero él no debía practicar sobre el hielo. Eso solo empeoraba su condición. Sin embargo, era uno de los mejores. No lo podía negar.
Los recuerdos estallaron en mi cabeza tan de repente que me aturdí.
Cuando nos conocimos, éramos apenas unos adolescentes. Fue en la pista de la universidad. Era tan diferente. Un chico delgado con abundante cabello rubio corto. Esos ojos verdes traviesos.
Se tomó la molestia de buscarme en el colegio donde estudiaba y me acompañaba a regresar a casa.
Éramos pareja de patinaje. La mejor en esa promoción.
Parpadeé y agité la cabeza para salir de esos pensamientos. Fue inútil, reviví el beso que me dio al finalizar la rutina. Nuestro primer beso. El primero de muchos después de ese día.
Nos hicimos tan inseparables que pasábamos cada momento libre juntos. No sabía nada de su familia. Aparecía y desaparecía como por arte de magia. Aun así, su compañía llenaba el vacío de mi corazón. O así lo sentía.
Suspiré mientras le escribía a Nicolás. El teléfono se movía entre mis dedos temblorosos.
[Ojalá estuvieras en el entrenamiento].
Su respuesta fue instantánea.
[Me hubiese gustado, Marle].
***

ESTÁS LEYENDO
Aquel Octubre ©
RomanceMarlene nunca imaginó que una noche en el parque del terror cambiaría su vida. Allí conoce a un enigmático joven que se oculta tras la máscara del «Monsboy». Con cada encuentro, la atracción crece de manera incontrolable y se ven envueltos en un rom...