Epílogo.

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Golpeé el lápiz contra mi mesa, mientras bufaba y rodaba los ojos.

—¿Pararás ya? —murmuré por milésima vez, empujando su cuerpo.

Él rió y siguió jugando con mi pelo, tirando de él y haciendo trenzas sin acabar.

—Deja de estudiar. ¿Quieres comer? La comida es lo primordial en la vida, deberías de comer. —dijo, tomando mi cintura y acercándome a él. —Comida para Arizona, significa muchos besos para Tom.

—Basta, mañana tengo mi último examen.

—Malvada, rechazas la comida. —lloriqueó, tirando nuevamente de mi pelo, pero esta vez con más fuerza.

—¡¿Pero que haces?! ¡Me haces daño! —exclamé alejándome de él. —Dios, como te detesto.

—¿Me puedes dar tus razones por las cuales me detestas tanto?

Golpeé su hombro. Él al parecer nunca iba a olvidar eso, aunque ya los meses hayan pasado, sigue recordando lo niñata que fui al crear aquel blog.

Aunque, si reflexionamos, gracias a ese blog pude acercarme a él y ahora estar como estamos, en una no relación relación basada en mimos, caricias, besos y sobretodo sinceridad.

—Deja eso de una vez, por favor. Me avergüenza en cierto punto. —ladeé mi cabeza.

—Bien, lo siento. —rió y besó mi frente, quedando a centímetros de mí. —¿Cuándo me dirás las verdaderas razones para tus constantes no?

Sí, eso era otro tema. Hacia varias semanas, Tom insistía en darle un nombre a nuestra extraña relación, es decir, ser novios.

Nunca había sido una propuesta por su parte, y eso en cierto modo me gustaba, ya que la cursilería no es lo mío. Solo se basaba en charlas recordando que aún no éramos nada y que deberíamos de serlo.

Mi respuesta siempre había sido un no.

¿El por qué? Ni yo lo sabía.

Solo se que en esos momentos, cuando en la oración aparecía la palabra novios, mi mente se bloqueaba y comenzaba a sentir nervios, para luego escupir un: —No, ni loca.

—Estamos bien así, ¿para qué ser novios?

—¿Sabes que puedo ir donde otra chica y besarla,  y sin embargo, tu no me podrías reclamar? —enarcó una ceja, besando mi labio superior.

—No estás haciendo eso, ¿verdad? —hablé entre dientes, apretando mi agarre en su brazo.

—Obviamente no. Ahora suéltame, que dejarás tus uñas en mi brazo. —se quejó.

—Agh, desde que te cambiaste el peinado estás insoportable.

—Insoportablemente guapo. —rió y yo rodé los ojos.

Lentamente lo fui soltando. Él al estar libre de mi agarre, besó por última vez mis labios para luego guiñar su ojo y salir de la habitación.

Aunque no lo creáis, al fin pude terminar de estudiar. Ya tenía tiempo de comer, aunque Tom ya no estuviese ahí. Me levanté de mi asiento y caminé hasta la cocina, al abrir la nevera hice un puchero al ver que no había ni pizza ni sushi.

—En estos momentos es cuando deseo que Tom esté aquí. —lloriqueé cerrando la puerta de la nevera.

—¿Ves? Si fueras mi novia estaría siempre aquí dándote comida. —hablaron a mis espaldas. —De todo tipo.

—Puto pervertido, te castraré algún día.

Giré y reí al verlo de aquel modo. Su pijama de dinosaurio había vuelto y aún seguís viéndose adorable y tierno. Observé como de su mano colgaba una bolsa, de inmediato pude ver qué en su interior había sushi. En su otra mano llevaba una bolsa con un lazo.

—¿Qué es eso? —pregunté señalando la bolsa con el lazo.

—Creí que te sorprenderías más por el sushi.

—¿Es para mí? —pregunté nuevamente, acercándome a él.

—Sí, boba. —rodó sus ojos.

Me entregó mi regalo y yo lo abrí ansiosa. Reí al ver lo que este contenía. En su interior había un pijama exactamente igual al de él, solo que un poco más pequeño. Rápidamente me lo puse y moví mi trasero, haciendo que la cola se moviera.

—Creo que hay algo aquí. —murmuro y saco algo de mi pijama.

Saco una nota rosa y leo lo que hay escrito.

•Razón número uno para ser la novia de Tom Kaulitz: Él siempre te mimará con regalos, como también te dará toda la pizza y sushi del mundo.

—Todavía no soy tu novia y ya cumpliste. —dije acercándome a él y rodeando su cuello con mis brazos.

Para mí ya eres mi novia. —rodeó mi cintura con sus brazos y besó la punta de mi nariz.

Para mí también eres mi novio.

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𝔾𝕦𝕚𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕤𝕦𝕡𝕖𝕣𝕒𝕣 𝕒 𝕋𝕠𝕞 𝕂𝕒𝕦𝕝𝕚𝕥𝕫.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora