Amelia Xavier, una hija perdida del Profesor Xavier en su juventud, donde una noche con una amiga le cambió la vida por completo. Una heredera que también tuvo poderes, un amor que conoció más adelante, que cambio por completo su vida.
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Habían pasado un par de años desde la ultima vez que Amelia había descubierto su poderes mutantes, ya no era una pequeña niña de 10 años, ahora era una joven de tan solo 20 años a punto de cumplir 21 en diciembre. Desde ese entonces Charles, su padre habría reabierto la escuela, y ella emocionada terminó sus estudios allí, trabajando sus poderes y logrando controlarlos. Actualmente era la asistente de Hank en el laboratorio, pues no le gustaba enseñar, además de que aún era muy chica para aquello. Le gustaba lo que hacía y más que trabajaba con Hank, su persona favorita en este mundo. Lia ahora se encontraba en los laboratorios revisando unos documentos que tenía que llevarle a Hank, era sobre uno de los niños nuevos de la escuela, que tenía toda la información sobre su mutación. La chica al terminar de revisar todo, se dispuso de encontrar a Hank, para entregarle el documento con los resultados sin falta. En el camino se iba encontrando con chicos que fueron sus compañeros y los saludaba con la mano, en el camino se encontró con su gran amigo Chispas, la misma ardilla que cuando era niña le tenía desconfianza.
— Hola, Chispas– le saluda la chica con una sonrisa en el rostro.
— Hola, Mel– le dijo de vuelta la ardilla que subió a su hombro. — ¿A donde te dirigías?
— Estoy buscando a Hank– le respondió mostrándole los documentos en su mano. — se los debo pasar.
— ¿Te puedo acompañar?– le pregunto con amabilidad la ardilla, puesto que era más tranquila que Nuez, quien era un revoltoso.
— Claro, me gusta tu compañía– le respondió con amabilidad.
Amelia siguió caminando por los pasillos de la escuela, trancando de encontrar a Hank. Cuando llegó a la parte principal, lo cual la alegró y fue rápidamente hacia el.
— Hank, al fin te encuentro...– le dice Amelia llegando a su lado sin percatarse de que habían dos chicos al frente de Hank.
— ¿Quien es ella?– preguntó el chico de pelo largo hasta los hombros.mirando a Hank con picardía. — ¿Es tu novia?
Amelia lo miro con rareza por aquello.
— No, Alex... No es mi novia, literalmente la vi crecer desde los siete– le dice mirándolo como si estuviera enfermo.
Amelia río, cuando escucho lo que chispas le decía sobre el otro chico con una venda en los ojos. — Chispas el no es ciego... solo– dudo en que responder. — ¿Qué tienes?
— Ah, el tiene rayos láser por los ojos, no sabe controlarlo– le respondió el otro chico, pues el de la venda no se le dio contestar.
— Ah... lo ves, no seas mala ardilla– le dijo regañando a su amiguito quien le reclamaba que también se había reído.
— ¿Eres esquizofrénica?– dijo de la nada el de las vendas preguntó, sorprendiendo a los tres. — Alex, ¿Acaso me trajiste al Psiquiatra?
— Eh... no, no seas grosero Scott– le responde un poco molesto por lo que dijo de la chica, que ahora lo veía ofendida. — Discúlpalo, se comporta como imbecil... Soy Alex Summers y el es mi hermano Scott.
