Amelia Xavier, una hija perdida del Profesor Xavier en su juventud, donde una noche con una amiga le cambió la vida por completo. Una heredera que también tuvo poderes, un amor que conoció más adelante, que cambio por completo su vida.
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Amelia caminaba por el puente del patio para llegar al árbol que había sido quebrado. Venia sola, luego se encontraría con Hank, pero ahora estaba trabajando en ayudar al árbol a sanar.
— Mmm... ¿Como te ayudaré?— rodeaba el árbol destruido.
Se arrodilla en el suelo y toca la tierra, haciendo que esta salga hacia los lados y ella lograra ver las raíces del árbol, estas estaban un poco débiles y levantadas. La chica pensó en que hacer y se levantó para caminar al río que estaba allí, con un movimiento de manos, el agua empezaba a flotar en el aire y era guiada hacia las raíces del árbol partido. Amelia se estaba concentrando tanto en salvar el árbol, cuando no se dio ni cuenta que de su alrededor empezaba a caer pétalos de flores que ella soltaba.
— Wow... eso es nuevo— dijo de repente Hank que venía acompañado de Scott.
— ¿Que cosa?— le pregunta la castaña mirándolo a él y al joven de ojos vendados.
— Sueltas unos tipos de pétalos de diferentes flores cuando te concentras, quizás sea por como te siente— le dijo el hombre mostrándole a su alrededor los pétalos en el pasto.
— Ah... eso, si creo que tiene que ver con eso... hace poco tiempo me pasa con las emociones, las suelto sin que me de cuenta— le explica la chica mirando el suelo un poco avergonzada de que Hank la descubriera. Pues a veces aquello reflejaba lo que sentía.
— Bueno, podremos hablar de aquello después, ahora traje a Scott para mostrarle mi invento— le contó mientras la chica los acompañaba a otro lado del patio.
— ¿Es lo que me mostraste la otra vez?— lo miro mientras el otro joven estaba callado, tratando de adivinar de que cosa estaban hablando.
— Exacto, eso mismo— le sonrió Hank mientras paraban de caminar. — Bueno, Scott lo que te quería mostrar es un invento que cree, no sé aún si funciona o no, pero si funciona será útil.
El chico lo escucha con atención e interés, sin decir nada aún.
— Las lentes están hechas de cuarzo de rubí que tenía por ahí. En teoria, eso refractará tus rayos ópticos y los contendrá dentro de sus campos vectoriales— le explicaba Hank mientras le pasaba los lentes. — Prueba...
Amelia miraba con atención ahora la chico, esperando que aquello funcionara y alegrara a Hank, que ya se veía emocionado. Scott con un poco de inseguridad se quitaba la venda y se ponía aquellos lentes. Cuando finalmente se los puso, no quiso abrir los ojos aún.
— Bien, adelante—el adulto lo alentó a abrir los ojos al joven. — Espera, espera... Lo siento, no...— Corrió de dirección al joven y lo apuntó a donde no había niños. — Okay, ahora si ya...
Los tres estaban un poco emocionados, Amelia sin querer soltaba pequeños pétalos de girasoles, por otro lado Hank miraba solo a Scott esperando que sucedería. En el poco tiempo el chico abrió los ojos y quedó asombrado, el ya veía sin ningún problema.
