Tiempo Libre

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— Entonces, ¿puedo?– preguntó con un puchero Amelia

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— Entonces, ¿puedo?– preguntó con un puchero Amelia.

— No voy a dejar que tus ardillas duerman en el laboratorio, Lia– le respondió Hank mirando con burla.

— Pero Hank, no tienen donde dormir... ¿Acaso no tienes compasión por ellos?– le mostró ambas ardillas que jugaban a perseguirse por el laboratorio.

— Sabes que eso no es para nada higiénico, si quieres les hacemos una casita y duermen contigo– le aconsejo el hombre mirándola con una gran sonrisa. — Además amarán convivir contigo Lia.

Amelia suelta un suspiro frustrado y asiente de mala gana. — Me tienes que ayudar a hacer su casita, pero otro día, hoy dormirán en la cómoda que tengo.

— Okey... ¿Vamos por helado?– le pregunto Hank. — Como en los viejos tiempos, ¿Recuerdas?

— Claro que si, vamos yo quiero un helado de chocolate– dice con ganas mientras caminaban hacia afuera del laboratorio.

— Sabes estaba haciendo unos lentes...– le cuenta a la chica mientras caminaban para salir a comprar los helados. — Son para Scott, están hechos de cuarzo de rubí para controlar los rayos ópticos.

— Parece interesante, me gustaría ser creativa como tú– dijo con una sonrisa la chica mientras al fin salían del colegio y caminaban por la calle. — ¿No te llevas bien con el hermano de Scott?

— No es que no caiga bien, solo que antes no éramos muy buenos amigos y bueno...– le dice sin saber cómo explicarle. — Solo no me agrada del todo cuando lo conocí, fue en el año en que naciste en que lo conocí y estábamos junto a Raven, Ángel, Darwin y Banshee.

— Eso fue cuando lucharon contra Sebastián Shaw– recordó lo que le había contado en su infancia el chico.

— Exacto, pero fuimos reclutados por Charles y Erik para formar un equipo– siguió hablando mientras llegaban a una tienda. — Ese hombre era una gran amenaza.

Ambos entraban a la tienda e iban a la parte de los helados, Amelia emocionada sacaba dos helados de chocolate y iban a pagarlo.

— Sígueme contando...– abría el helado mientras lo probaba. — Me dices que aquel hombre era una amenaza al mundo.

— Lo era, tenía la capacidad de absorber toda la energía cinética y térmica, la utilizaba para aumentar su fuerza, velocidad, resistencia e incluso tener capacidades de recuperación sobrenatural– le contaba mientras caminaban hacia un parque a pesar la tarde.

— Es muy admirable lo que un mutante puede llegar dentro suyo, es magnífico...– decía asombrada mientras se sentaban en una banca. — Yo amo ser una mutante y jamás me avergonzaría de aquello, pero hay mutantes que no saben utilizar bien su poder y lo ocupan a mal...

Mutantes Unidos - Logan HowlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora