Una princesa entre tinieblas

Cap 22

. Una princesa entre tinieblas .

De: Priss

Capítulo XXII: "Ayuda para un hijo".

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Ya sabían que era inevitable, tan solo cuestión de tiempo. Y sin embargo, sin embargo. . .

~ Hao!.

Anna se aferró al moreno, asustada; simplemente no quería separarse de él, además, la amenaza de su madre. . .

~ Está bien, princesa, no será por mucho tiempo.

Le susurró el moreno, acariciando sus largos cabellos de miel.

Menos mal que la chica no podía ver la fingida sonrisa que el muchacho le dedicó, pero sí podía escuchar su voz apagada que le hacía entender que esta vez las cosas no iban a estar bien.

~ Quítale las manos de encima, no quiero que la toques, delincuente.

Eliza no se reprimió y gritó histérica, apresurándose a apartar a esos dos.

~ Anna, nos vamos.

~ No quiero, suéltame...

Hao apretó los dientes cuando la mujer alejó a la pequeña de su lado. No podía evitarlo, detestaba a esa mujer, más no era porque ella parecía no cansarse de insultarlo, sino más bien porque lo único que Eliza hacía era lastimar a su propia hija. Tal vez ella no se daba cuenta de ello. . .

"Lo hace a consciencia, tal vez hasta lo disfruta."

Pensaba el muchacho, mientras, sin poder hacer nada, veía cómo se llevaban a su esposa. Eliza se giró para enfrentar al mayor de los gemelos.

~ Ya estarás contento, mi matrimonio está hecho pedazos y mi hija me odia. Eres un maldito!.

El castaño sonrió con ironía, luego comenzó a reír a carcajadas, burlándose de la mujer. ¿Cómo podía ser tan descarada?, ella era la única culpable, le constaba que la muy hipócrita chantajeó a su padre, exigiéndole el divorcio con tal de alejar a Anna de él.

Además, el pelilargo tenía la leve sospecha de que Eliza tenía la culpa de que Anna siguiese viviendo en las sombras.

~ Pero ya no podrás acercarte a mi niña. -Decía la mujer, mirándolo sonriente, complacida de que el chico estuviese tras aquellos barrotes de acero, al menos temporalmente.- ~ Cuando salgas de aquí, ella estará lejos, casada con un caballero que le dará todo.

Los ojos de Hao se destiñeron. Si lo que esa mujer decía era cierto, entonces. . .

No, Hao ya había escuchado, por su padre, que Eliza quería forzar a Anna a casarse con un hombre que podría ser su padre, el mejor postor en pocas palabras. El moreno apretó los dientes.

~ No te atrevas.

~ No me hables así, niño imbécil. ¿Pensabas que me quitarías a mi niña?, pues no lo permitiré.

~ Y por eso se la entregarás a un anciano que abusará de ella y que no la ama como yo la amo. Eres una...

~ No pienso seguir escuchándote.

Tras estas palabras, Eliza dio media vuelta, dispuesta a largarse y no volver a ver a ese muchacho.

Hao solo pudo quedarse con la furia, la rabia y la preocupación. Estaba detenido sin poder hacer nada más que precipitar sus puños contra la pared por tanta frustración. Mientras su Anna sería entregada a un desconocido. No, no podía permitir eso, él la amaba, además. . .