Parte 13.

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Han pasado dos semanas desde la última vez que Pablo estuvo en mi casa. Desde entonces, no ha pasado un solo día sin que hablemos. Mensajes, llamadas, fotos tontas... Nos hemos acostumbrado tanto a hablar todos los días que a veces me sorprendo sonriendo sola cuando veo su nombre en la pantalla. Es raro, pero siento como si estuviéramos volviendo a ser lo que fuimos alguna vez. No sé cómo llamarlo; no somos pareja, pero hay algo. Algo que me hace sentir bien..pero a la vez me asusta un poco.

Hoy, después de mucho mensaje, Pablo me propuso vernos para comer. Al principio dudé, pero la verdad es que me hacía ilusión. Intento decirme a mí misma que solo es una comida, que somos amigos y nada más. Pero, mientras elijo la ropa frente al espejo, me descubro buscando algo que se vea sencillo pero que me quede bien, como si no quisiera darle ideas equivocadas... o tal vez como si en el fondo sí quisiera dárselas. ¡Ay, no sé! Tengo un revuelto de emociones, ideas y pensamientos que no sé cómo gestionarlo todo.

Llego al bar que acordamos, un lugar pequeño y escondido, perfecto para evitar la multitud de un posible público. Pablo ya está ahí, esperándome con esa sonrisa suya, esa que siempre ha tenido el poder de hacerme sentir nerviosa y cómoda al mismo tiempo.

P: ¡Hey, Lula! - me saluda levantando la mano con una sonrisa, sus ojos brillan al verme.

- ¡Hola, gordi! - le digo en broma, imitando el último comentario que hizo hacia ese mote la última vez que nos vimos.

Él se ríe, y se acerca para darme un fuerte abrazo. Uno de esos abrazos en los que parece que me protege entre sus brazos. Me hace sentir segura, aunque a veces creo que entre nosotros aún quedan demasiadas cosas sin decir.

Pedimos algo de comer y, mientras esperamos, hablamos de todo y de nada. Me cuenta cómo le ha ido en su nuevo proyecto acompañado siempre de su locura y su piano, y yo me río como hace tiempo no me reía. Se siente tan bien estar con él.

P: ¿Y tú? ¿Qué tal todo? - me pregunta, mirándome con interés.

Me sorprende cómo se queda mirándome atentamente, como si cada palabra mía le importara de verdad.

- Pues... bastante bien, en realidad. Han sido días algo complicados, pero ya sabes, nada que no pueda manejar - digo, intentando no sonar débil ante él. No quiero que sienta que dependo de él, aunque en el fondo siento que una parte de nosotros está cada vez más unida.

Pasamos la tarde entre risas, chistes y esos silencios cómodos que se sienten bien, donde no hace falta decir nada porque todo está en las miradas. Sin embargo, no puedo evitar notar cómo sus ojos se quedan fijos en los míos, con una intensidad que hace que me sienta un cosquilleo en la barriga.

Justo cuando estamos terminando de comer, escucho un clic que hace girarme rápidamente, hasta que de pronto veo a un fotógrafo, tratando de capturar una última imagen. Él baja la cámara y sale del bar corriendo como si se le fuera la vida en ello. Genial, nos han pillado.

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⏰ Última actualización: Nov 14 ⏰

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Hasta que el sol deje de brillar - PalúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora