Parte III . Cada mirada prolongada.

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Londres,
24 diciembre, 1928.

El aire gélido de diciembre se filtraba a través de las rendijas de las ventanas de la oficina, cargando el ambiente con un soplo helado que Adrian apenas notaba. La habitación estaba decorada sobriamente, con estanterías de madera oscura repletas de papeles y un árbol de Navidad sencillo en la esquina, que parecía un recordatorio casi irónico del espíritu festivo que apenas se asomaba por esos muros.

Adrian MacLeod se encontraba inclinado sobre su escritorio, con la mirada fija en los documentos frente a él. La luz amarillenta de la lámpara proyectaba sombras marcadas sobre su rostro, revelando una expresión calculadora y fría, la misma que adoptaba cuando trataba asuntos de la fábrica. Vestía su usual traje oscuro, impecable a pesar de las horas de trabajo, y su cabello, que ya había crecido lo suficiente para revelar sus rizos bronce, se encontraba perfectamente ordenado.

“Necesitamos ajustar las cifras para el próximo trimestre,” dijo con voz firme, sin apartar la vista de los papeles. Frente a él, un joven asistente asentía nervioso, garabateando notas con rapidez. Adrian era conocido por ser eficiente y severo cuando se trataba de los negocios, sin espacio para errores.

El asistente respiró hondo antes de hablar. “Señor MacLeod, ¿quiere que revise los contratos con el nuevo proveedor antes de enviarlos?”

Adrian alzó la vista, sus ojos azules se clavaron en los del joven con una intensidad que siempre causaba un estremecimiento. “Sí, pero asegúrese de que cada detalle esté en orden. No vamos a repetir los errores del año pasado.” Su tono fue cortante, pero no injusto. Era un hombre que no concedía margen para la negligencia.

El silencio se instaló por un momento cuando el asistente se retiró apresuradamente. Adrian se recostó en su silla, exhalando un suspiro que nadie más escucharía.

Había nevado esa mañana, y los copos que cubrían la calle frente a la fábrica brillaban como un manto blanco bajo la luz de los faroles. Adrian desvió la mirada hacia el reloj de pared; la aguja se acercaba a las siete. Una parte de él sabía que la ciudad entera se preparaba para la nochebuena, pero en su mundo de negocios y estrategias, el tiempo se sentía ajeno a la festividad.

“¿Algo más, señor?” preguntó una voz que interrumpió sus pensamientos. Era su secretaria, observándolo desde la puerta.

“No, eso es todo por hoy. Feliz Navidad, Annabelle,” respondió, esbozando una sonrisa tenue que se desvaneció rápido.

La mujer asintió, sorprendiéndose levemente antes de desaparecer en el pasillo. Adrian permaneció inmóvil por un momento, permitiéndose sentir el peso de la soledad y la frialdad de la noche que pronto caería.

Había sido un año ajetreado, y el cansancio, siempre presente en él, se preparaba para enfrentar lo que quedaba del año y esperar al siguiente.

Adrian miró su reloj y apretó los párpados antes de levantarse, apoyándose ligeramente en el bastón a su lado. Más por costumbre que necesidad, posó una mano sobre su pecho mientras caminaba hacia su abrigo colgado junto a la ventana. Observó el paisaje invernal, un manto de nieve cubriendo las calles y los tejados. Una navidad más, pensó, sintiendo un escalofrío recorrer su columna.

Frunció el ceño al notar un cambio en el aire: el goteo lento y constante de agua. Sin apartar la mirada del vidrio empañado, supo quién era. El espectro se materializó a su lado, mirándolo con los mismos ojos que alguna vez pidieron clemencia. Adrian respiró profundo, su voz firme pero baja.

Eso no ha cambiado.

"Su madre está siendo cuidada, señorita Rossi. Puede estar tranquila"

El espectro no se movió ni respondió. Permaneció allí unos segundos más hasta que, lentamente, retrocedió y desapareció, llevando consigo la frialdad de la habitación. Adrian sintió el calor regresar mientras la puerta de su oficina se abría. Giró levemente la cabeza y vio a Thomas Shelby en el umbral, los lentes reflejando la luz que entraba por la ventana. Algo en él se veía diferente ese año; quizá era el peso del Parlamento, el cansancio acumulado en sus rasgos.

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⏰ Última actualización: Nov 17 ⏰

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on the edge of death • Thomas Shelby.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora