2. Empieza a rezarle al de arriba

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•Hyunjin•

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•Hyunjin•

Los cholos comenzaron a correr como locos luego de que la tal ¿Chota? Viniera. Ese parecía un nombre muy temerario, seguramente era de una pandilla muy mala, así que me solté a correr atrás del cholo chillón.

El pelinegro se metió a un callejón. Ni loco me meto ahí. Estaba llendome cuando alguien me jaló de la mano y me metió al callejón. Mendigo cholo culero.

Me asusté y le aventé las dos piedras en la cara, una le cayó en el ojo y otra en la frente. Vi mi vida pasar ante mis ojos, me van a navajear, este tipo me saca mínimo 10cm más o menos y está bien mamado. Adiós mundo cruel.

Lentamente levantó su manota, oh no, ahí viene el primer golpe. Puse mis manos en mi rostro, en donde sea menos ahí.

Empecé a rezarle al de arriba, pero el golpe nunca llegó. En cambio, el malandro estaba tocándose la frente, y muy desconcertado.

•Minho•


El pinche morro puñetas me aventó dos piedrotas a mi preciosísimo rostro, me las va a pagar este culero.

Levanté mi mano para soltarle el primer madrazo, pero entonces sentí que algo me escurría de la frente. Sangre, puta pinche malnacida sangre, ahora sí ya se lo cargó el payaso al pelo de barbie.


La policía ya se había ido, así que lo saqué del callejón y lo aventé al suelo. Se calló de culo el muy pendejo.


- Eh culero, ¿Cuántos años tienes? -

- Vein-veinte... - ¿La chingadera esta no sabe hablar bien o qué?, Bueno, mínimo sé que no me van a meter al bote por pelear con menores.

- Entrale a los madrazos, culero, no que muy vergas. Párate cabrón. - Lo jalé del brazo para que se parara.

En ese momento mi pinche mundo malandro se detuvo.

Era el wey más bonito que había visto en toda mi perra vida.

Su pinche cabello rosita, me recordaba a los tamales de dulce que luego hace mi jefa. Sus ojos cafes, tan cafes como las caguamas que me estaba tomando hace rato y tan brillantes como la cadena de plata que le robé al jefe del Seungmin.
Y luego esa cara que parecia tallada por los pinches ángeles, putamenente tierno.
Parecía un chihuahua, el muy joto andaba tiemble y tiemble, estaba bien pinche hermoso.

Ya me volví a encular.

- Ey, morro, ¿estás bien?, No hay falla. No te voy a madrear, ya sácate a la verga. Pero primero dame tu celular. -

- ¿¡Eh!?, Mi ce-celular... No te-tengo... Lo dejé en casa. - Ya no tiembles, morro puñetas.

- Tu celular, celular, no, wey. Tu número de teléfono, pendejo. -

- Ah, eso... No me lo sé... - ¿Acaso este vato no sirve para nada? Bueno, nomás pa' estar bien perro hermoso. Pero está pendejo hasta la pared de enfrente.

- Fierro pues, te llevo a tu cantón. - Le dije al Chihuahua.

- No hace falta... Gracias. - Que desconfianzudo salió el morrito.

- Como de que no, ámonos, aparte a esta hora hay un madral de weyes asaltando. - El morrillo nomás asintió y comenzó a caminar.

Él daba tres pasos y yo lo alcanzaba con uno, pinche vato enano, chaneke.
Él llevaba su pijama seguro ya se iba a dormir y que era esa mamda de pijama lo que el ocupaba era ropa para dormir. Deberás era puto el vato.

•Hyunjin•


El cholo me siguió hasta mi casa, me dió mucho miedo, sentia que en cualquier momento iba a sacar su navaja y me iba a asaltar, pero en realidad no llevaba nada como para que me asaltara.

¿Y si me quiere robar las cosas de mi casa?

Ay no, ay no. Acabo de mudarme y ya me van a robar. ¿¿Qué hago!? ¡Ya sé!

Comencé a correr como loco, llevaba chanclas y no podía correr muy rápido, pero el malandro se sacó de onda así que lo adelanté por mucho.

Corría como si me viniera persiguiendo el diablo, y no me fijé en la moto que venía hacia mí.

- AGUAAAAAAS. - Gritó el de la moto.

Me quedé congelado, esperando mi muerte.

Entonces sentí como alguien me aventaba. Cerré los ojos para esperar el impacto, pero no sucedió nada, se sentía blando. El cholo se me había aventado y había caído arriba de él.

•Minho•


- MORRO PENDEJO, ESTÁS BIEN INUTIL. -

- ORA PUTOS, ¿SON DE HULE O QUÉ? PÓNGANSE AL TIRO. - Nos gritó el pinche viejo pelón de la moto.

- BÁJALE DE HUEVOS, PUTO. - Le contesté al viejo cabrón, pendejo y culero.

- Eh, morro, ya párate. No estás muy ligerito que digamos. -

Mi nuevo ligue se me paró de encima, no es que me molestará mucho, pero tenía que llegar a mi cantón o mi jefa ya no me iba a dejar pasar. Ya era bien pinche noche alaverga, ojalá este wey viva cerca.

Finalmente el morro llegó a unos apartamentos y se metió, estuvo a punto de cerrarme la puerta de entrada en la cara el muy culero, pero lo agarré del brazo antes. Pinches reflejos mamalones que me cargo.

- Aún no hemos llegado a tu casa, y aún no me has dado tu número. - Intenté sonreír, pero alchile creo que nomás me salió una sonrisa chueca, el wey comenzó a temblar de nuevo.

- Ah, si... Lo-lo siento. -

Me abrió la puerta. Nos subimos al ascensor y finalmente llegamos al quinto piso. Apartamento 513.

 Apartamento 513

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EL NIÑO FRESA NO QUIERE CON MINHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora