¿Condiciones para el trato?

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Abrí los ojos por unos instantes, seguido de un sobresalto, mi corazón martilleando en el pecho al darme cuenta de que no estaba solo. Apenas la luz de la mañana tocaba mi cuarto, pero lo distinguí de inmediato:Bill Cipher, con su figura humana y esos ojos dorados, me observaba desde la penumbra, casi como un depredador entretenido con su presa.

-¿Qué haces aquí?- logré decir, tomando aire entrecortado. Mi sorpresa se convirtió en enojo rápidamente

-¿No tienes nada mejor que hacer que observarme mientras duermo?-

Él rió suavemente, flotando en el aire como si se moviera sin esfuerzo.

-Buenos días a ti también, Pinetree. Espero que hayas tenido dulces sueños.- Respondió con un tono tan burlón que me hizo apretar los dientes.

Intenté ignorarlo, dándole la espalda y caminando hacia el baño, esperando que me dejara en paz. Sin embargo, podía sentir su presencia siguiéndome, como una sombra, sus ojos fijos en mí cada segundo. Sentí cómo mis hombros se tensaban bajo su mirada, que parecía más pesada con cada paso.

Llegué al lavabo y me lavé la cara, tratando de despejarme. Pero cuando alcé la vista, allí estaba él, de pie detrás de mí, reflejado en el espejo. Me miraba con una sonrisa que no prometía nada bueno.

-¿Puedes darme un respiro?- dije, con algo de desesperación. Pero antes de que pudiera decir más, sentí sus manos en mi cintura y en mi mandíbula, obligándome a girar para enfrentar sus ojos, tan dorados y penetrantes que me hicieron estremecer.

-¿Y quién dijo que podías hablarme así?- Murmuró, su tono bajo y firme. Su mirada, fría y calculadora, no se desvió ni un segundo de la mía, atrapándome en sus brazos, como si fuera incapaz de moverme.

Las palabras se quedaron atascadas en mi garganta. Traté de apartarme, pero sus manos eran firmes, manteniéndome en mi lugar.

-Solo vengo a hablar de nuestro acuerdo, Pinetree- Continuó, sus ojos observando cada detalle de mi rostro como si estuviera disfrutando de mi incomodidad.

-No hablamos sobre lo que conlleva realmente… así que vine a decírtelo personalmente.-

Su proximidad me hizo pensar lo peor. ¿Era esto alguna especie de truco para reclamar mi alma? ¿O para destruir mi mundo otra vez?

-Tranquilo. - añadió, sin soltarme, con su usual sonrisa despreocupada

-Solo estoy aquí para recordarte que, mientras dure nuestro trato… estaré contigo, en todo momento. Lo quieras o no.-

-¿Vas a estar todo el tiempo aquí?- pregunté, con incredulidad y repulsión—. Eso es absurdo. Ford va a notar tu presencia enseguida, y si alguien puede identificarte, es él. No va a tomarle ni un segundo para darse cuenta de que estás en la casa.-

Bill se echó a reír, soltándome finalmente y dando un par de pasos hacia atrás, como si mis preocupaciones no fueran más que un chiste para él.

-Oh, querido Pinetree, ¿de verdad piensas que soy tan fácil de detectar?- rió, extendiendo los brazos con fingida inocencia

-Esta es una apariencia humana, ¿ves? Soy perfectamente normal…-

Lo miré con escepticismo. Su apariencia era "humana", sí, pero si alguien entrara, lo primero que notaría sería lo raro que lucía, casi como si fuera a dar un discurso en una gala. Me crucé de brazos, sin poder evitar el gesto de reproche.

-Sí, claro, normal si estuvieras en un baile de gala o algo así. ¿Puedes al menos intentar vestirte… ya sabes, como alguien normal?-

Él arqueó una ceja, claramente divertido, pero al ver mi mirada, suspiró y chasqueó los dedos. Su atuendo cambió de inmediato a algo más casual: una camiseta negra, ajustada, y jeans oscuros. Cuando lo miré de nuevo, me sorprendió darme cuenta de que… se veía bien. Demasiado... bien, de hecho, y sin que pudiera evitarlo, una ligera sensación de calor subió a mis mejillas.

Una OBSESIÓN (Billdipp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora