1.- Te Amo.

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De alguna manera, por un momento, Arima logró deshacerse del deseo de venganza y de la propia oscuridad que yo mismo decidí vivir.

No pude evitar sonreírle, aunque sea un poco. Esta chica tiene algo especial en ella, algo que no puedo describir ni determinar todavía.

...quiero verla brillar.

—Gracias, Arima. Cuando estoy contigo, siempre me termino divirtiendo.

Exclamé, soltando cualquier orgullo que pude llegar a tener. Ella me miró mientras su rostro se tornaba rojizo.

—Tengo que ir a hablar con Ruby. Nos vemos.

Dije, para levantarme, dándole la espalda. Bastó una conversación con ella para que, por un momento, me olvidase de mi venganza y quisiera vivir una vida normal, como un adolescente normal.
»pero no soy un adolescente normal, y tengo que poner fin de una vez con todas a la maldición que puso "papá" en nuestras vidas.

Caminé hacia la puerta, decidido. No puedo vivir una vida normal, ni puedo permitir que Ruby salga afectada. No puedo tener una vida con Kana arriesgándome a que termine igual que Ai. No lo puedo permitir.
Sin embargo, antes de poder llegar a la salida de la habitación, me frenó en seco la sensación de ser jalado de la muñeca.

—...?

—Aqua.

Miré a Kana, algo sorprendido. Se veía tensa, nerviosa, quizá algo estresada. A pesar de haberme detenido, no se veía segura de sí misma en lo absoluto.

—¿Pasa algo...?

Pregunté, expectante de la respuesta.
Ella miró hacia abajo por unos instantes, sin soltar mi brazo, para, posteriormente, verme directamente a los ojos.
Sentí un revoltillo de emociones indescriptibles, que me desorientaron por completo. Verla ruborizada solo me hizo tener consciencia de cómo mis propias mejillas empezaban a arder.

La vi tomar aire, como si quisiera juntar las agallas para decirme algo. Esperé por ella, porque, quizá lo que quería decirme pudiera ser de utilidad.

...esperé por ella porque quería escuchar lo que tenía que decir.

—Estoy preocupada por ti, Aqua. Siempre eres tan misterioso, te cierras a los demás, no dices nada, haces cosas por tu propia cuenta sin pensar en como te podría afectar...

Presté atención a todo lo que me decía. ¿Era esto un regaño?

—Pero no estás solo, idiota. No se qué es a lo que te enfrentas, pero, sea lo que sea, no estás solo.

...Por supuesto que no lo sabes. No tienes por qué saberlo. Esta es mi venganza, por el hombre atrás de la muerte de Goro Amamiya, por el hombre detrás de la muerte de Ai Hoshino. No tiene nada que ver contigo, ni con nadie. Esto es algo que debo hacer solo.

—Lo lamento, Arima. Realmente no estoy cargando con nada tan pesado...

—¡Mentiroso!

Me gritó. Me exhalté con sorpresa al escuchar su tono de voz subir, notando también como su expresión se tornaba enojada
Soltó mi mano, bajando la mirada mientras solo se quedaba quieta en el sitio.
Pasaron varios segundos así, donde solo pude mirarla sin saber exactamente que tenía que decirle.

—No me mientas, Aqua...

Me quedé en silencio, fijando todavía mi mirada en ella.
La vi apretar el puño.

—¡No me mientas! ¡Cargas con algo desde el principio!

Volvió a gritarme, ahora más enfadada que antes.

—¡No nos dejes atrás, Aqua! ¡Estamos contigo! ¡Todos!

Decidí permanecer en silencio. Quizá esto era un desahogo que ella necesitaba y debía permitírselo.

O quizá, solo quizá, me daría razones para vivir.

—Tienes a Ruby, a Miyako-san, al director, a Himekawa-san... Incluso tienes a Akane.

Incluso en un momento como este, pude sentir su molestia al decir el nombre de Kurokawa.

—...Me tienes a mi, Aqua.

Su expresión cambió del enojo al melancolismo.

—No quiero que te consuma la oscuridad de este mundo. eres un idiota, pero... Eres un idiota que no quiero perder.

El remordimiento me invadió. ¿Cuántas veces usé a Kana y a los demás como herramientas por mi venganza...? Estas personas en verdad...

Estas personas en verdad me quieren, ¿No es así?

Tragué saliva, intentando enfocar mi mirada en algo más, pero las manos de la chica sosteniendo mis mejillas no me lo permitieron.
Sus manos eran tan suaves, tan calidas... No, no era el momento para pensar eso.

—Arima, yo... Lo lamento. Lamento no tenerlos en consideración.

Ella me miró con dulzura, para después soltar mi rostro.

—Solo recuerdanos, idiota.

—Lo haré. Lo prometo.

Me sonrió, como si estuviese celebrando una victoria.

—Ahora sí... Tengo que retirarme. Gracias de nuevo, Arima.

Volví a caminar hacia la puerta con mis pensamientos revueltos. Con que considerarlos, ¿Eh?...
Parece que, a pesar de todo, tengo muchas cosas que perder.

—Ey, Akkun.

—¿Sí?

Volteé a verla.

—Te amo.

OSHI NO KO - Me Tienes a Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora