Killing me Softly

Echoes of Betrayal

Genya se encontraba solo en una de las viejas habitaciones de la pequeña casita, con la mirada perdida y su mente atrapada en un torbellino de pensamientos. El ambiente era silencioso, pero la sensación de abandono y traición lo envolvía, cada recuerdo de Sanemi volviéndose un recordatorio de su propia soledad.

El eco de las palabras de Sanemi y la mirada fría de Kanae volvieron a él, provocándole una mezcla de rabia y confusión. Había intentado huir, había intentado distanciarse... pero ¿por qué sentía que aún estaba atado, atrapado en un ciclo de dependencia que no podía romper?

Fue entonces cuando la puerta se abrió suavemente, y Kanae apareció, con una expresión serena y casi maternal. Al verla, Genya no pudo evitar sentir un extraño consuelo, como si aquella mujer tuviera respuestas a las preguntas que lo atormentaban.

Kanae sonrió suavemente y se acercó a él con cuidado, colocando una mano en su hombro. "Sé que esto no es fácil, Genya. Perder a alguien a quien amas puede rompernos de formas que ni siquiera comprendemos. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte a sanar."

Genya miró a Kanae con una mezcla de duda y vulnerabilidad. "No sé si puedo sanar. Siento que... que todo lo que creía conocer se está desmoronando. Sanemi..."

Kanae lo interrumpió, inclinándose hacia él con un tono suave pero firme. "Sanemi te ha herido, Genya. Y esa herida es profunda. A veces, las personas que amamos pueden hacernos más daño que cualquier enemigo. Pero quizás lo que necesitas es encontrar tu propia fuerza, algo que te ayude a salir de esa dependencia."

Genya asintió lentamente, como si las palabras de Kanae comenzaran a hacer eco en su mente. Sin embargo, en el fondo, algo lo inquietaba. ¿Por qué esa necesidad de separarse de su hermano le resultaba tan extraña?

Kanae percibió su vacilación y suavizó su tono, intentando ganarse su confianza. "Quizás, Genya, lo que necesitas es conocer tus propios límites... y tus propias habilidades. Esa habilidad especial que posees... tu capacidad para absorber las cualidades de los demonios... podría ser el camino para encontrar tu verdadera fortaleza."

Genya se tensó, sorprendido de que Kanae tocara un tema que tanto había intentado ocultar. "¿Mi... habilidad?" murmuró, sintiéndose expuesto.

Kanae asintió, sus ojos brillando con un destello de interés que rápidamente disimuló. "Tu habilidad no es algo de lo que avergonzarse, Genya. Es una señal de que posees una fuerza única. De hecho, Shinobu y yo creemos que podríamos ayudarte a entender mejor ese poder, guiarte en cómo controlarlo sin que te consuma."

Antes de que Genya pudiera responder, Shinobu entró en la habitación, su expresión calmada pero con una mirada penetrante que le hacía sentir que lo estaba analizando. "Sí, Genya. No estás solo en esto. Queremos ayudarte a descubrir hasta dónde puedes llegar, hasta qué punto podrías dominar esa habilidad sin que los demonios te dominen a ti."

Genya miró a ambas hermanas, sintiendo una mezcla de temor y esperanza. Parte de él ansiaba controlar ese poder, entender por qué él, y solo él, podía hacer algo tan extraordinario. Sin embargo, en algún rincón de su mente, la imagen de Sanemi lo inquietaba. ¿Estaría bien aceptar la oferta de estas mujeres, alejándose cada vez más del hermano que había jurado protegerlo?

Shinobu, percibiendo su duda, se inclinó hacia él y le habló en voz baja, casi como un susurro. "A veces, Genya, para encontrar nuestro verdadero propósito, debemos liberarnos de todo aquello que nos ata al pasado. Tú tienes un destino más grande que simplemente seguir a la sombra de Sanemi."

Las palabras de Shinobu resonaron en Genya, quien asintió lentamente, su mirada llena de incertidumbre y decisión. Tal vez esta era la respuesta que buscaba; tal vez este era el nuevo camino que le permitiría dejar atrás el dolor.