Narrador Omnisciente:Luego de lo que pareció la semana más larga y agotadora de su vida, Camille finalmente dejó su trabajo como mesera. Fue un gran alivio, no lo negaría para nada, pero su alivio solo duró dos días, pues era lunes nuevamente, y debía iniciar un nuevo trabajo, uno que Daniel le había conseguido.
Camille entró al negocio automotriz de los LaRusso decidida a descubrir cuál exactamente sería su nuevo trabajo. Vestía una blusa negra ajustada que revelaba sus hombros y al mismo tiempo abrazaba su figura positivamente. Sus pechos medianamente grandes realzaban su silueta más adulta, un reflejo de su madurez a los 17 años. La tela acanalada de la blusa se movía sutilmente con cada paso al igual que su falda corta de mezclilla.
Sin embargo, era su mechón blanco, lo que realmente destacaba. Caía con gracia por su frente, enmarcando su rostro de manera bella. El contraste con su cabello castaño y lacio hacía que su estilo se sintiera auténtico, casi rebelde. Sus característicos aros, ni tan medianos, ni tan grandes, brillaban a la luz, y su expresión decidida revelaba una personalidad fuerte y segura.
Escondiendo su inseguridad, se plantó frente a la puerta de la oficina de Daniel LaRusso, el corazón latiéndole con fuerza. Apretó los nudillos contra la madera, intentando controlar la avalancha de pensamientos en su mente, y finalmente, llamó a la puerta.
—¡Pase! —la voz de Daniel resonó al otro lado gentilmente.
Camille abrió la puerta y lo vio sentado detrás de su escritorio. A su lado estaba Amanda, sumergida en su mundo, ella acomodaba unos papeles de Daniel.
Camille sintió una punzada en el estómago al verla. No era bienvenida allí, lo sabía, pero tampoco tenía elección.—¡Ah, Camille, justo a tiempo!—Daniel se levantó con una pequeña sonrisa— Amanda y yo estábamos hablando de las tareas que podrías hacer aquí, siéntate.
Camille asintió silenciosamente —Haré lo que sea, limpiar, organizar... ¿Qué necesitas que haga?
Daniel sonrió, una pizca de orgullo se instaló en su rostro. Era como el, trabajadora, al menos uno de sus hijos no era un malcriado.
—Nada de eso, te he preparado yo mismo un espacio para trabajar. Trabajarás en atención al cliente, ya sabes, atendiendo llamadas y rellenando formularios de los compradores— el dijo animado —Te preparé una pequeña oficina aquí, así cualquier cosa que necesites, puedes llamarme.
Amanda frunció el ceño al oír las palabras de Daniel. Era considerado, quizás demasiado, le pareció demasiado privilegio para una empleada que recién inicia. Daniel le había prometido que solo habría una relación jefe-empleado, sin otra intención familiar de por medio.
—Sin ofender...— Amanda se acercó a ellos sutilmente —Atención al cliente es un cargo importante aquí, Daniel, de ellos dependemos. Camille, ¿Tienes alguna experiencia en este tipo de cargos? ¿Puedes manejar los clientes y sus inquietudes sin problema?
La desconfianza en el rostro de Amanda fue imposible de no percibir para Camille.
—He trabajado de mesera desde los quince años en una cafetería y restaurante abierto las 24 horas. Este verano, inclusive, trabaje en un bar —la joven explicó sin rodeos— Puedo manejar todo tipo de clientes.
El aire en la oficina de Daniel LaRusso se tensó por unos segundos, una guerra de miradas entre su esposa e hija se estaba llevando a cabo. Amanda entrecerró los ojos al escuchar la respuesta de Camille, como si intentara encontrar algo en sus palabras que la convenciera… o la hiciera dudar más.
—¿Un bar? —preguntó Amanda, sin poder disimular su sorpresa. Había esperado cualquier otra cosa, pero no eso— ¿A tu edad?
Camille se enderezó en su silla, apartó su mechón de cabello blanco para poder verla sin ocultarse ni un milímetro. Sus ojos, brillantes y llenos de determinación, se posaron en Amanda.
ESTÁS LEYENDO
LIFEBOAT | ELI MOSKOWITZ
Fanfiction"Es irónico, es igual de rara que nosotros ¿Por qué a ella no la molestan?" Desde que tiene uso de la razón, Eli siempre supo que no podía, ni merecía ser amado. ¿Quién podría hacerlo? ¿Quién podría amar a un bicho raro como el? Sin embargo, eso no...