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Narrador Omnisciente:

Camille caminaba por los pasillos de la escuela hacia su clase a paso apresurado. Las miradas atrevidas de algunos chicos se posaban en ella y su top blanco de tirantes que resaltaba sus pechos, sin contar sus jeans, que resaltaban sus piernas y muslos gruesos. La falta de sueño era evidente en su rostro, sin embargo, no era nada que una actitud despreocupada no pudiera ocultar. A pesar de que había intentado concentrarse en las tareas para distraerse, los recuerdos de la conversación con su madre la perseguían.

Eli, sentado junto a ella, la miró con curiosidad. Había algo en ella que siempre lo atraía, como si pudiera ver más allá de su expresión fría y distante. Tímido, el se acercó un poco a ella y susurró:

—¿Todo bien, Camille? —preguntó Eli, tratando de sonar casual, aunque su tono tenía un deje de preocupación sincera.

Camille levantó la mirada de su ensayo, sorprendida de que alguien le hablara tan temprano en la mañana. Dudó un momento antes de responder.

—Sí, solo cansada. ¿Por qué lo preguntas, Eli?— ella sonrió levemente, tratando de despejarse.

Sus ojos cafés se posaron en los ojos azules de Eli. Un azul que inevitablemente le recordaba al océano, ella sonrió inconsciente al pensar en el parecido.

Eli se encogió de hombros, intentando no mostrarse demasiado ansioso y nervioso por su mirada y atención —No sé, parecías... distraída. Si necesitas hablar o algo... Bueno, aquí estoy.

Camille frunció el ceño. No estaba acostumbrada a que alguien, fuera de Jade y sus amigas, se preocupara por ella. Pero había algo en Eli, algo en su forma de mirarla, que le hizo sentir que tal vez no estaba tan sola.

—Gracias, Eli. Eres muy dulce... —respondió ella, dándole un pequeño y gentil apretón a la mano de Eli, lo que hizo que la piel del muchacho se erizarán y su corazón latiera mil veces más fuerte de lo que ya lo hacía.

Durante el resto del día, Camille no pudo evitar pensar en esa breve interacción. No sabía por qué, pero la forma en que Eli le había hablado, con una dulce mezcla de torpeza, preocupación, y sinceridad, había dejado una pequeña huella en su mente.

Horas más tarde, Camille se encontraba trabajando en la cafetería, era su última semana ante de iniciar a trabajar en la compañía automotriz de su padre. Limpiaba las mesas en silencio, recogiendo la suciedad que los clientes amaban dejar.
Suspiró y frunció el ceño del asco mientras sacaba la basura por la parte trasera de la cafetería, cuando un ruido la asustó.
Camille se volteó asustada, buscando con su mirada en la oscuridad el origen de ese ruido.

Una persona se adentró al callejón corriendo, siendo perseguido por un Jeep negro que pasó de largo al no poder acceder al callejón.

— ¡¿Quién está ahí?!— Camille preguntó firme, dispuesta a defenderse si alguien quería acercarse de más a ella.

Camille sacó su teléfono de su bolsillo y encendió la linterna, apuntando hacia el sonido.

—No puede ser...¿Eli?— Lucy se acercó rápidamente y confundida al chico asustado.

Ella no pudo pasar por alto las lágrimas en su rostro, su respiración agitada, y lo asustado que estaba. Notó que estaba muy exaltado como para responderle, así que ella tomó su mano suavemente.

—Ven, vamos adentro...— Camille comenzó a guiarlo hacia el interior de la cafetería, el solo caminaba en silencio a su lado hasta que llegaron a una mesa —Espera aquí, te traeré un poco de agua.

LIFEBOAT | ELI MOSKOWITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora