CAPITULO 3

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La noche llega y estoy en mi cama sentada, los ruidos no han parado, mi cuerpo explota en alergia, las lagrimas no paran de ser derramadas, me toco el oído al sentir un liquido y veo mi mano con sangre.

Respiro profundo, no debería estar pasándome esto, ¿por que a mi? solo quiero calma tan solo un momento.

Una llamada hace que reaccione y veo el nombre de Alicia.

-Hola.

-¡Por dios Dione! cariño respira conmigo

Mi cara brotada junto a las lagrimas debían darle el indicio de como me encontraba en el momento, no podía dejar de rascarme el cuerpo, tenia manchas de sangre por doquier.

-Calma solecito, todo estará bien.

Niego con mi cabeza -Ya tome mas pastillas de lo normal, la somatización aumenta cada vez mas Alicia, el medicamento no funciona, nada va a estar bien y tu lo sabes.

Puedo ver a la mujer mayor llorando al otro lado, desde que me conoció ha hecho de todo para conmigo, me ha tomado como la hija que nunca pudo ver crecer. Es una mujer muy sentimental y yo le he hecho mucho daño con mis palabras; pero aun así nunca la he visto darse por vencida.

-Intenta ver si este medicamento lo puedes conseguir allá -dice enviándome un mensaje -te mando allí mismo tu historial medico para que te lo puedan vender. Ten cuidado al tomarlo, te enviaré la dosis correcta, es lo ultimo que podría tratarte, tiene algunos efectos secundarios como nauseas y mareos, así que ten mucho cuidado.

-Gracias Alicia.

No esperé ni un minuto, me coloque la chaqueta y salí en busca de una farmacia para encontrar el medicamento, la depresión y la ansiedad lo han catalogado como algo tan normal pero no saben el infierno que lo vive el que lo padece. Era Corea, así que no tenia ni idea de como me comunicaría, solo esperaba que la persona entendiese algo de ingles y que no ponga problema en venderme el medicamento, Alicia desde el otro lado del continente no podía hacer nada por mi, como cuando lo hacia cuando estaba allá.

La ansiedad palpitaba en mi pecho, a medida que las luces de los edificios se reflejaban en el asfalto mojado por la lluvia reciente. Sentí la presión en mi garganta, como si cada paso que daba me hundiera más en una espiral de desesperación. El aire helado me azotó el rostro, pero no me detuve. Mi cuerpo estaba agotado, mi mente nublada por la mezcla de emociones y medicamentos. Había tomado más de lo que debía, pero sabía que solo una dosis más, un intento más, tal vez podría darme la calma que tanto ansiaba. Aún no comprendía del todo qué estaba pasando conmigo, pero todo era tan confuso, tan caótico, que simplemente dejaba que la corriente me arrastrara.

Caminé por las calles, buscando una farmacia. Al entrar, la campanita de la puerta sonó suavemente, y un hombre mayor levantó la mirada desde detrás del mostrador; no sabía si podía entenderme. Me acerqué con paso firme, pero con el corazón acelerado. La piel me ardía por las alergias, los puntos rojos me punzaban como si cada poro de mi cuerpo estuviera reaccionando a algo que no entendía. Mis manos temblaban ligeramente al sacar el mensaje de Alicia, y con la voz rasposa expliqué lo que necesitaba.

-Este medicamento -le mostré la foto que Alicia me había enviado -por favor, ¿lo tiene?

El hombre me miró con cierta desconfianza, pero al ver la imagen en mi pantalla y reconocer la receta, asintió lentamente y comenzó a buscar en los estantes. Mi respiración se hacía cada vez más entrecortada, y no podía dejar de pensar, todo lo que había fallado en mi vida. Sentía que cada segundo que pasaba atrapada en este caos, me alejaba más de cualquier tipo de paz.

Finalmente, el hombre encontró el medicamento, y me lo entregó en una pequeña caja, mientras me indicaba el precio en wones Saqué el dinero, lo pagué rápidamente y salí de la farmacia, sin siquiera agradecerle. Mi mente solo estaba centrada en una cosa: tomar ese medicamento. Caminé rápidamente hacia el hotel donde me alojaba, buscando en mi bolsillo el número de Alicia. Necesitaba escuchar su voz de nuevo, necesitar saber que, aunque ella estuviera tan lejos, había algo en este mundo que valiera la pena.

Me detuve en medio de la acera, buscando mi teléfono en el bolso, y una extraña sensación de vacío me invadió. ¿Qué si esto no funcionaba? ¿Qué si el dolor seguía allí, dentro de mí, para siempre?

Finalmente, marqué su número, esperando que me contestara.

- ¿Lo conseguiste, Dione? – Su voz me llegó cálida y reconfortante, pero yo no sentía esa misma calidez.

-Sí. – Respondí sin mucho ánimo, mostrándole. – Estoy en el hotel. Pero... no sé si esto vaya a cambiar algo. Siento que nada va a cambiar.

Un silencio largo me rodeó. Alicia no decía nada, solo respiraba suavemente al otro lado. Era como si sus palabras no pudieran alcanzar todo el sufrimiento que sentía. -Dione, te prometo que no estás sola en esto, haré lo que sea para ayudarte, aunque estemos lejos. Eres fuerte, cariño. Lo eres. Ahora, solo toma el medicamento como te dije y ve cómo te sientes, ¿de acuerdo? 

Tomé una respiración profunda, mis manos seguían temblando, Tal vez no lo entendiera completamente, pero Alicia siempre había estado ahí, a pesar de todo lo que yo le había hecho. Y tal vez, solo tal vez, este medicamento podría darme esa paz que tanto anhelaba. Cuelgo el teléfono, mirando el medicamento en mis manos. Decidí entrar al hotel y, con cuidado, abrir la caja. Las instrucciones estaban en coreano, así que miré las instrucciones que Alicia me había enviado y apenas entré a la habitación saque una botella de agua de la pequeña nevera y lo tome enseguida.

*

Veo las luces traspasar las persianas, volteo y miro que son las 2 pm, no se en que momento me había quedado dormida, el medicamento había dado resultado anoche, me intento levantar pero me ganó un terrible mareo que hace que corra al baño y vomite, no tenia mucho en mi estomago, el día anterior solo había tomado café en la mañana y llegado el crepúsculo compre un tteokbokki. Si el medicamento nuevo era así de fuerte y mientras me funcionara debía comer un poco mas para resistir.

Ecstasy: Far AwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora