He llegado al fin, ha sido un viaje muy extenso, pero era algo que debía hacer. Debía dar mi último esfuerzo después de todo.
Marcaban las 5 de la mañana aun, así que no había mucho tráfico en el aeropuerto de Incheon. Era pleno otoño así que se sentía un poco el frio de la ciudad de Seúl. Tome mi maleta y luego de haber pasado por migración decido tomar un taxi para poder descansar y dejar las cosas en el hotel y buscar algo de cafeína para así tomar mi medicamento.
Siempre quise venir con alguien que realmente le gustara este tipo de cosas, esta cultura, pero en mis años jamás logre tener una amistad, solo conozco a Alicia quien me ha servido más como amistad que como psiquiatra. ¿Mi familia? Un tema complicado, mis padres se divorciaron cuando me internaron por primera vez, mamá no aguanto verme metida entre cuatro paredes y papá hacia lo que podía. Era hija única así que pensé que a lo mejor ambos podían hacer sus vidas sin tener tantos remordimientos.
Los paisajes eran de otro nivel, si no creías en la magia, Corea es el país perfecto para experimentarlo por ti mismo y verlo con tus propios ojos, sin trucos, la misma naturaleza te lo hará saber.
El hotel quedaba en la zona de Insa-dong que es una calle principal peatonal, que está bordeada de salones de té y restaurantes, así que no tendría problema en poder encontrar algo de comer. No manejaba mucho el coreano así que tenia que poner a prueba todo lo que había aprendido de mis siete chicos que hacían que mi vida no apestara tanto.
La tecnología aquí era otro nivel así que hice mi pedido y esperé a que este estuviese para sentarme a disfrutar. Saqué mi celular y marque el número de Alicia.
-Hola Cariño, esperaba por ti para irme a acostar, ¿como llegaste?
Sonreí al verla con su gata en brazos y su gorro de pijama ya puesto, le señale mi café y se cruzo de brazos.
-Niña estas en Corea aliméntate bien, sabes que ese medicamento es muy fuerte.
-Lo haré, solo que deseo cafeína por el momento, no te preocupes y ahora duerme.
-Claro solecita, si encuentras a esos guapos no dudes en secuestrarlos y de paso me traes uno.
Siendo una mujer de 60 años Alicia muchas veces tenía comportamiento de adolescente solo para sacarme una sonrisa, le costó casi ocho años lograrlo pero luego se convirtió en mi lugar seguro.
-Solo duerme, estaré reportándome cada que pueda.
Asiente y me lanza un beso antes de colgar. Suelto un suspiro y saco de mi bolsa el paquete de medicamentos para poder comenzar el día. Marco el número de mi padre y dejo que conteste.
-¿Llegaste?
Le muestro donde estoy y me mira-¿como te sientes?
-Bien -miento, tenía miedo de comentarle mi decisión, él muchas veces no sabía qué hacer conmigo pero realmente sabía el esfuerzo que había hecho todos estos años y que además muchas veces lo escuchaba llorar en el balcón mientras acababa con un paquete de cigarrillos tras otro.
-Debí haber ido contigo, ¿quieres que compre un tiquete? Estaré ahí en menos de tres.
-Papá déjame hacer esto sola, ya no soy una niña, tengo mis medicamentos conmigo, Alicia esta pendiente, estaré bien.
-Llámame cualquier cosa, estaré lo más rápido posible si me necesitas, ¿esta bien?
Tomé un poco de café y cuelgo la llamada, saco el paquete de píldoras matutinas y metí todo a mi boca. De una cosa estaba segura y era que estaba cansada de tomar tantas pastillas, me han hecho lavados gástricos muchas veces. No quiero pisar más un hospital, odio ese olor despectivo que siempre tiene. Quiero descansar.
Salgo de la cafetería y empiezo a buscar un transporte para ir a la torre de Namsan, era uno de los lugares a los que más quería ir.
El taxi se movía lentamente entre las calles que comenzaban a llenarse de vida. El otoño teñía los árboles de rojo y dorado, y el viento soplaba con una dulzura helada que envolvía mi rostro. Miraba por la ventana mientras intentaba mantener mis pensamientos en orden y limpios sin que nada me arrinara el momento que estaba viviendo.
La Torre de Namsan apareció finalmente frente a mí, imponente y serena, como un guardián que observaba la ciudad. Al bajar del taxi, sentí un ligero temblor en mis piernas. No sabía si era el frío o la carga emocional de estar aquí sola, llevando a cabo algo que, en el fondo, sentía como una despedida.
Subí lentamente hacia el mirador. El camino estaba casi vacío a esta hora; solo algunos corredores y turistas con cámaras. Me detuve en un punto donde se podían ver los candados del amor. Decenas, cientos, tal vez millones de ellos colgaban de las vallas. Cada uno era un testimonio de esperanza, de amor, de promesas hechas bajo el cielo coreano.
Saqué un candado y con un marcador negro escribí:
“Hey Dio, lo hiciste bien, gracias por seguir viva. Descansa ahora.”Una lagrima recorrió mi mejilla sin permiso, en ese momento me di cuenta que estaba convencida de mi decisión y que nada podía echarme hacia atrás.
Llevaba mi cámara colgada en el cuello así que la prendí y capture primero la fotografía del candado y luego empecé a tomar fotos del lugar que estaba lleno de paz y podía mantener mi mente ocupada tan solo un momento y eso estaba bien.
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Ecstasy: Far Away
Fiksi Penggemar-Cuando te odies, cuando no quieras seguir, cuando quieras desaparecer, solo recuerda que aquí estoy yo, quiero ser tu apoyo, no como idol, sino como alguien que te quiere, desearía tocar tu corazón, alejar las penas, el dolor. No puedo decirte que...