-No es una historia de amor, Lissandra.
Pero podría serlo; ¿Por qué no vengarse de la corona o follarse al príncipe? ¡Mejor aún, elige las dos! No, espera, no respondas esa pregunta, carissima, pero ¿Por qué no enamorarse de tu verdugo?
La joya má...
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Amon's pov
Era un maldito dolor de cabeza. La mocosa orgullosa que deseaba recuperar estaba afuera, quizá congelándose o muriendo de sed, ¿Y si no la volvía a ver? No, claro que la volvería a ver, de ser necesario, haría un altar con su cuerpo momificado solo para admirarla. Ella es eterna en mi mente. Sus jodidos ojos no podían desaparecer de mi vida.
— Claro, pero debía ser el único estúpido, bueno — Analicé mis palabras—. Varios van tras ella. Pero yo soy el único en diversas formas, nadie podría seguirla. Bajo mi control nadie podría lastimarla, solo él. Nadie tiraría de sus hilos como yo, él no ganaría.
Direccioné mis ojos hacia el suelo y suspiré colérico, apreté los puños a mi lado e intenté alejar la tensión de mis músculos; mis pensamientos velaban su imagen, impregnando con éxtasis cada rincón de mi mente.
— Esto es una mierda, ¿A quién debía matar? A nadie, no soy peligroso. Le advertí en esa maldita carta, le dije qué debía hacer y qué no. No puede ser tan... —Gruñí tras mis palabras — Si Amon, lo hiciste, ¿Ella hizo lo que le dijiste? No. La conocía, ella no me obedecerá ni en nuestro lecho de muerte.
Mis pasos se apresuraron, llevaba días en la misma puta rutina, de allí, de allá... caminaba oscilante de un lado a otro, arrastrando aquellas cadenas en mi tobillo. Mi cuerpo hervía y mis pensamientos punzaban dolorosamente bajo mi esternón. No la había seguido, no la había visto durante una eternidad, ¿Qué me podría enloquecer como para hablar solo, su ausencia o estar encadenado? Espera, no he hablado solo, mierda. ¡No soy un loco! solo estoy jodidamente pre.... pensativo.
Un pequeño click resonó, era proveniente de la puerta. La madera de roble claro se abrió permitiéndome una vista clara de una mucama; había cumplido su trabajo de mantener las llaves lejos de mí; aun si caminaba cerca de ella con cautela y la máscara de vaca obstruía su vista, se aseguraba de mantener mi libertad en un bolsillo. Sus manos arrugadas apenas sostenían la comida en aquella bandeja de plata.
– No la morderé – la estudié por un instante y luego me senté sobre el piso, al pie de mi cama – Estos días le he mostrado que no soy como mis padres, no hablo solo o soy agresivo. De hecho, desde pequeño es algo que posiblemente ha reconocido.
– Joven alteza, usted es muy dulce. Agradezco todas las veces que trajo lirios para nosotras y regaló chocolates, para luego soportar el castigo de su madre por tales hechos —Sonrió cálida — pero me han ordenado no acercarme, usted sabe que hay ojos en las paredes.
Suspiré fingiendo desesperanza; lo que quería, lo tenía. Tomé una almohada desde mi posición y la puse a unos centímetros de distancia de mí, sobre el suelo.
— ¿Podría siquiera dejar la comida en la nochera? Hoy, en mi pequeño exilio pienso dormir en el suelo. Las cadenas me generan limitaciones, corazón –Forcé una sonrisa, demostrando una sinceridad, que muy en el fondo de mi corazón, era nula.
Dudosa asintió, caminó hasta la nochera y evitó mi cuerpo yaciente en el suelo, asimismo dio un paso más largo evitando la almohada que permanecía a unos pasos de mí.
— Un día más, joven Amon — Su voz fue casi un consuelo — Ya tienen a la ganadora de la caza. ¿No es emocionante?
— Claro, ¿Grandioso, no? —intenté evitar el sarcasmo, pero el sonido de mi voz era un hilo ronco y amargo.
Mi sonrisa se tensó y mis dedos se retrajeron mientras mis nervios ardían ansiosos. Miré el cuerpo frente a mí, se me imposibilitó ver tras mi cólera y mi expresión cálida fue invadida por la seriedad. Miré los cubiertos sobre la bandeja y luego a la mucama. El impulso afligía mis huesos.
— De hecho, encontraron dos... moribundas —Su voz despreocupada martillo contra mi mente.
Al darse la vuelta, empezó a caminar con descuido y confianza; sus manos se dirigieron hacia su máscara, el cráneo de las vacas solía ser más pesado y algunas mucamas solían jorobarse debido a eso. Si esto no funcionaba, la ahorcaría antes de que pudiera dar más de tres pasos. Necesitaba salir.
Tomé la cadena cerca a mi muslo y la jalé con rapidez nivelándola. Sus pies se enredaron en esta y su cuerpo tardó segundos en caer al suelo, su cabeza dio un duro golpe contra el mármol. La almohada logró amortiguar sus hombros.
— Señora, créame que me dolió más a mí que a usted. No le diga a las otras que falle en el cálculo, que pena. Esto manchara mi buen nombre.
Me acerqué al cuerpo inconsciente. Tomé suavemente la tela de sus bolsillos y saqué las llaves. Cuando puse mi tobillo en libertad, la alce con facilidad y la deje sobre mi cama con cuidado, puse las cadenas en uno de sus brazos y quité su máscara.
— Estará bien, no dejaré que la lastimen por fallar la tarea y no permitiré que vean su rostro. Disfrute del almuerzo, Señora.
Susurré para luego dejar la habitación, al salir, cerré con llave tras de mí. ¿Quién sobrevivió y por qué había dos? Ella debió escapar...