Se sentía duro, tan fuerte... que gritaría una y otra vez suplicando piedad; aún si los reclamos cesaban y los golpes continuaban, o si mi vida apagaban, seguiría apegandome a la tortura.
Cristalinas lágrimas asomaban por mis ojos, resbalaban cálidas y rápidas por mis mejillas mojando mis labios o terminando en mi pecho; sentía la carraspera de mi garganta, y casi afónica seguía emitiendo sonidos guturales de agonía entre sollozos.
- ¡Me quiere ver la cara de estúpido! infeliz! - refutó colérico.
Su mano cogió un manojo de mi cabello y me arrastró, luego arrebató contra mi abofeteando mi rostro; dio tres golpes más y al cuarto, sentí como el hierro invadía mi lengua.
-Usted me da asco, me decepciona, desagradecida. He sido el mejor padre, ejemplar y aún así... ¿escapa? - apretó el manojo e intentó levantar más mi rostro jalando mis mechones rojizos. Al elevar la vista pude ver sus castaños ojos verme con efusión, brillaban de adrenalina y de algún modo veía cada parte de mi, como si quisiera asociar algo.
Cada parte de mi cuerpo punzaba ante su cólera, soltó mis cabellos y caí al suelo por completo, me estremecí contra el frío pavimento; tosí y algunas gotas de hierro cayeron en hilos de saliva sobre mi mentón, se escurrieron hasta tocar el piso. Mire una pequeña gota manchando las marmoladas baldosas; abrí mis ojos de manera exorbitante y mi respiración se cortó, no...
Antes de que pudiera cubrirla con mi cuerpo o limpiarla con la seda que me cubría. Sentí como una mano palmeteo con fuerza la parte trasera de mi cabeza, mi frente golpeó el piso y reboto levemente; mi vista borrosa, solo distinguía manchas y el sonido del sitió apenas era audible; "levántate hija de zorra", así culminó mi conciencia, el mundo volvió a ser negro.
┈┈┈┈┈┈┈୨♡୧┈┈┈┈┈┈┈
Mi pómulo, hinchado y amoratado, reflejaba la fuerza del último golpe. La parte superior izquierda de mi frente tenía una pequeña costra sangrienta que contrastaba con la palidez de mi piel. Mi labio, partido y palpitante, me recordaba el sabor metálico de la sangre. Al girarme, descubrí una constelación de moratones en mi espalda, como si alguien hubiera estampado un mapa de estrellas en mi piel. Mis brazos, marcados por contusiones, testimoniaban la violencia del amor paternal. Mi reflejo solo mostraba la superficialidad de aquella discusión, pero mi cuerpo ocultaba las guerras que mi tormento le atribuía en mis entrañas.Me veía demacrada, estaba encadenada a la miseria de lo único que conocía como amor.
Una chispa de rabia comenzaba a crecer en mi pecho; era tan frágil, era tan fácil de mangonetear y si mi vida se volvía una pérdida a manos de él, a nadie le importaría. Era una mujer, crédula e ingenua ante un hombre, como cualquier otra ha sido alguna vez... el único hombre en el que creía, había besado mi cuerpo y mejillas a mano alzada.
La puerta sonó tras de mi, rechinante. De allí asomó el cuerpo de la duquesa, su semblante serio y frío analizaba el mío. Con cautela entró y se dirigió a mí con las manos detrás de su fina y esquelética espalda. Al llegar frente a mí, miro hacia el espejo con recelo.
ESTÁS LEYENDO
La Bastarda Del Duque [+21]
Romance-No es una historia de amor, Lissandra. Pero podría serlo; ¿Por qué no vengarse de la corona o follarse al príncipe? ¡Mejor aún, elige las dos! No, espera, no respondas esa pregunta, carissima, pero ¿Por qué no enamorarse de tu verdugo? La joya má...