CATORCE

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Becky, aunque algo tensa, decidió darle a Heidi la oportunidad de hablar. Le hizo un gesto para que se sentara junto a ella, dejando de lado el nerviosismo que sentía. Su relación con Heidi había terminado hace años, y aunque seguía siendo un recuerdo del pasado, Becky sabía que no había razones para evitar una conversación civilizada.

—Te escucho —dijo Becky, con una sonrisa educada y algo forzada.

Heidi soltó una pequeña risa mientras se pasaba la mano por el cabello, mostrando una mezcla de incomodidad y nerviosismo.

—He notado cómo me has evitado desde que llegaste —dijo, directo al grano—No sé qué te pasa conmigo. Pensé que podíamos ser amigas, pero parece que algo cambió.

Becky apartó la mirada un momento, pasándose la mano por detrás del cuello.

—No sé de qué hablas —respondió, tratando de sonar despreocupada.

Heidi negó con la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa.

—Bec, mira, no quiero que haya problemas entre nosotras. Sé que tu tío es el dueño del restaurante, y necesito este trabajo. Mi madre está enferma, y en verdad dependo de esto.

La rapidez con la que Heidi hablaba, mezclada con el temor evidente en su voz, hizo que Becky levantara una mano para detenerla.

—Hey, tranquila. Nadie va a despedirte. Estoy en las mismas condiciones que tú, soy una empleada más —Becky sonrió para tranquilizarla—Sí, actué un poco raro, pero creo que fue la sorpresa de verte aquí.

Heidi suspiró, aliviada.

—¿Entonces estamos bien?

—Sí, estamos bien—Becky sonrió más genuinamente esta vez—Trabajemos como amigas, ¿te parece?

—Me parece genial —respondió Heidi, con una sonrisa sincera.

Aunque la tensión inicial no desapareció del todo, ambas estaban dispuestas a dejar el pasado atrás y concentrarse en trabajar juntas. Becky se sintió más ligera después de la charla, mientras Heidi parecía mucho más relajada.

Por otro lado, en casa de Nam, Freen estaba al borde de las lágrimas. Sus intentos de hacer brownies habían sido un desastre total: la primera tanda sabía horrible, y la segunda se quemó por completo.

—¡Soy un desastre! —exclamó Freen, cubriéndose la cara con las manos mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas—No puedo hacer ni unos simples brownies, y encima he desperdiciado todo este dinero que tú pusiste, Nam.

Nam, siempre calmada, intentó consolarla.

—Freen, tranquila. Solo son brownies. Podemos intentarlo otra vez. ¿Por qué no llamas a tu mamá? Seguro que ella puede ayudarte.

La sugerencia hizo que Freen negara con vehemencia, sacudiendo la cabeza rápidamente.

—No puedo llamarla. Seguro todavía me odia por todo lo que pasó... Estoy segura de que está decepcionada de mí.

Nam sonrió con un aire de complicidad.

—Tal vez ya lo hice.

Freen se quedó helada.

—¡¿Qué?!

Antes de que pudiera protestar, el timbre de la casa sonó. Freen sintió cómo el corazón le daba un vuelco al imaginar quién podría ser. Cuando abrió la puerta, se encontró cara a cara con su madre. Ambas se miraron por un instante antes de romper en llanto y correr a abrazarse.

—¡Mamá! —sollozó Freen, aferrándose a ella con fuerza.

—Tranquila, hija —respondió su madre, acariciándole el cabello—No llores tanto, no es bueno para ti ni para el bebé.

El llanto de Freen era incontrolable, pero después de un rato, su madre la ayudó a calmarse, limpiándole las lágrimas y besándole la frente.

—Está bien, Freen. No te preocupes más. Vamos a hacer esos brownies juntas, ¿te parece?

Con una sonrisa temblorosa, Freen asintió, sintiendo una calidez en su pecho que no había sentido en mucho tiempo. Madre e hija trabajaron juntas, como lo hacían en el pasado. Por unas horas, se olvidaron de todo lo demás, disfrutando de la compañía mutua y del dulce aroma del chocolate llenando la cocina.

Cuando terminaron, Freen miró a su madre con gratitud.

—Gracias, mamá... por todo.

—Siempre estaré aquí para ti, hija. —Su madre le sonrió antes de agregar—. Estoy intentando hacer que tu padre entre en razón. Quiero que te deje volver a casa.

Freen negó suavemente, bajando la mirada.

—Estoy bien con Becky, mamá. No quiero ser una carga para papá... ni para nadie.

Ambas se quedaron en silencio por un momento antes de que su madre hablara nuevamente.

—Bueno, ya es tarde. Deberíamos irnos antes de que oscurezca.

Freen asintió, sabiendo que todavía había mucho por resolver, pero sintiéndose un poco más fuerte con el apoyo de su madre. Mientras caminaban juntas hacia la salida, Freen no podía evitar sentir que, aunque el camino sería difícil, con amor y apoyo, todo sería posible.

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⏰ Última actualización: Nov 22 ⏰

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