Es de madrugada, y Becky se despierta lentamente, una sensación extraña que la alerta. En la penumbra de la habitación, nota que Freen no está junto a ella. Su corazón se acelera, y en un solo movimiento, se incorpora, con el pánico nublándole los pensamientos. Se levanta rápidamente de la cama y, al salir de la habitación, escucha algo que le eriza la piel, unos sollozos suaves, pero desgarradores.Becky frunce el ceño, tratando de localizar el origen de esos sonidos. Avanza, cada vez más inquieta, hasta que llega a la habitación que recientemente había decorado con tanto amor y esperanza para el bebé, un espacio aún nuevo para Freen, ya que no había tenido la oportunidad de enseñárselo después del reciente suceso que casi las separa. Cuando entra, su corazón se detiene por un momento al ver a Freen sentada en el suelo, con las piernas abrazadas contra su pecho, su cabeza inclinada hacia abajo, y la espada recostada en la cuna vacía. En sus brazos, un pequeño oso de peluche que días atrás había comprado casi a escondidas como un recordatorio del sonido de vida que daba su bebé. Los sollozos de Freen se intensifican al notar la presencia de Becky, y la tristeza en sus ojos es más que evidente.
Con rapidez, Becky se acerca a ella, arrodillándose a su lado. Su mirada se suaviza, pero no puede evitar sentir un nudo en la garganta al ver la desesperación de Freen.
—¿Qué te sucede, Amor? —pregunta con voz quebrada, pero llena de preocupación—¿Por qué estás aquí, llorando así?
Sin poder resistirlo más, Freen se abalanza hacia ella, abrazándola con fuerza. Las palabras salen de su boca entrecortadas, llenas de arrepentimiento y angustia.
—Lo siento... lo siento tanto... —repite una y otra vez, su cuerpo temblando—No quería... esto... no era lo que quería... no quería poner en peligro a nuestro bebé... Lo siento tanto...
Becky la sostiene con fuerza, intentando transmitirle calma, aunque el dolor también le aprieta el pecho. Freen, con la cara enterrada en el hombro de Becky, sigue hablando, pero ahora su voz es más suave, como si, al hablar, tratara de liberarse de todo el miedo que sentía.
—Cuando escuché su corazón, lo supe... lo supe, Becky... cuánto amaba a nuestro bebé... y tú también lo amas...
Becky, sin decir una palabra, coloca una mano sobre el vientre de Freen, la otra en su mejilla, levantándola para que sus miradas se encuentren. Sus ojos están llenos de ternura y comprensión, y el dolor que compartían se empieza a disolver, reemplazado por una calidez reconfortante.
—No tienes nada porque pedir disculpas—dice Becky, con voz firme pero suave—Nada ha pasado. Nuestro bebé está aquí, con nosotras, y eso es lo único que importa.
Freen la mira, los ojos llenos de dudas y arrepentimiento, pero Becky le sonríe, con una chispa de humor para aliviar la tensión del momento.
—De hecho, no puedes felicitarme lo suficiente por lo linda que quedó la habitación. —Becky hace una pausa, mirando alrededor con una sonrisa juguetona—Y lo mucho que me costó armar esa cuna... ¡Eso merece una recompensa!
Freen no puede evitar esbozar una ligera sonrisa ante la broma, aunque rápidamente se transforma en un pequeño puchero. La preocupación vuelve a su rostro, y su voz tiembla.
—¿Qué pasa si el bebé no me quiere? ¿O si piensa que no lo quiero? ¿O si tú empiezas a verme como una mala madre? después de lo que he hecho.
Becky la mira con ternura, dejando que sus palabras se calen en lo más profundo de Freen.
—Jamás serías una mala madre, Freen. Eres la mamá de nuestro bebé, y con solo eso, ya eres la mejor madre que él podría tener—Becky le acaricia el cabello, dándole un beso en la frente—. No tienes nada de qué preocuparte.
Freen, con los ojos brillantes de gratitud y amor, se acurruca nuevamente en los brazos de Becky, buscando consuelo. Después de unos minutos, el agotamiento emocional comienza a apoderarse de ambas, y Freen se queda dormida en los brazos de Becky.
Becky, al verla descansar tan profundamente, la toma en sus brazos con suavidad y la lleva de nuevo a la cama. La acomoda cuidadosamente entre las sábanas, quedándose junto a ella hasta que el sueño también la envuelve.
A la mañana siguiente, Freen se despierta con la luz suave de la mañana entrando por la ventana. Se estira, pero al mirar a su alrededor, nota que Becky ya no está a su lado. Al principio, no se preocupa, hasta que escucha el sonido de la ducha en el baño. Se levanta lentamente, con una ligera sensación de incomodidad, pero al final se dirige hacia el baño, donde Becky está alistándose rápidamente.
Freen la observa desde el umbral de la puerta, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y amor. Becky, al notar su presencia, le sonríe, pero se ve ligeramente apresurada.
—Amor, ya me tengo que ir —explica rápidamente mientras se coloca su abrigo—Mi tío me ofreció un empleo en su negocio durante las tardes para que pueda estudiar y trabajar al mismo tiempo, pero debo presentarme temprano para saber en qué voy a estar trabajando hoy. Luego, tengo que ir a la escuela, y cuando termine, regresaré para comenzar en el negocio. No voy a tener mucho tiempo, pero lo haré para poder darte todo lo que te prometí.
Freen asiente, sin poder ocultar una ligera preocupación. Becky no ha dicho nada sobre cómo se siente con todo este peso que está asumiendo. Becky, notando su silencio, se acerca y le toma las manos.
—No te preocupes, está bien —le dice con una sonrisa cálida—Solo quiero asegurarme de que podamos tener lo que necesitamos para el bebé, y para nosotras. Lo haré todo por ti.
Becky se despide rápidamente, sin tomar desayuno, y sale apresurada. Freen la observa por un momento antes de suspirar. El peso de la situación recae sobre ella, y sabe que ahora tiene que hacer algo para ayudar. Está decidida a contribuir con los gastos, y tal vez encontrar una forma de aliviar algo de la carga que Becky lleva sobre sus hombros.
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FAMILIA ADOLESCENTE
Hayran KurguFreen y Becky son una pareja de enamoradas que están muy próximas a cumplir sus 18 años. Tienen muchos planes, ir a la universidad, trabajar, divertirse, pero... ¿qué sucederá cuando algo salga mal y sus planes se vean afectados por una mala decisió...