El padre de Amal, caminaba hasta las puertas de la casa de su yerno. Iba hablar con él y saber que pretendía, aunque Amal, ya le dijo lo que Abdel buscaba, pero quería escucharlo a él.
Cuando entró, una empleada de la casa, observó al señor.—Buenos días, señor. — saludó. —¿Le puedo ayudar en algo?
—Busco a Abdel, ¿Se encuentra en casa? — preguntó.
—Si, él está en su despacho. — el hombre asintió y caminó hasta donde ella le había dicho.
Cuando se encontró frente aquella puerta, no tardó en dar dos toques y la voz de su yerno, se escuchará al otro lado. El hombre entró y cuando Abdel lo vio, se levantó y arrugó su ceño, no entendía que hacia ahí. Se fue hacia él y le estrechó la mano.
—Señor Ayad, no le estaba. ¿Desea tomar algo? — dijo educadamente.
—No, gracias, vengo hablae contigo muy seriamente, Abdel. — ambos se miraron a los ojos y Abdel solo asintió.
—Claro, siéntese, por favor. — señaló el sofá que tenía a su lado.
El señor Ayad, se sentó donde el joven le había indicado. Abdel se podía hacer una idea de que quería hablar, pero él le iba a responder con total sinceridad, sin una mentira. No iba a negar que estaba nervioso, su suegro era un ser maravilloso, caballero, honesto y amaba a su familia. Sobretodo amaba a su hija, daría su vida por ella y él lo sabía.
—Abdel, estoy viendo que mi hija y tú, se comportan como si fuesen novios. ¿Qué pretenden con todo esto? — habló el hombre muy seriamente.
—Señot Ayad, sé que no soy santo de su devoción. Cometí el terrible error de tratar así a Amal, me arrepiento. Pero soy persona, cometo errores como todo el mundo, no soy perfecto ni pretendo serlo. — respondió sinceramente. —Estuve ciego por no ver la gran mujer que era Amal, por eso voy detrás, para tener su perdón y me va acostar mucho tenerlo. Además, está esperando un hijo mío, nuestro y quiero una familia con ella.
—Amal es muy dulce, agradable y muy simpática. Pero si la traicionan, la mienten y la humillan, ella se vuelve todo lo contrario a esa mujer dulce. — Abdel asintió. —Aun no confío en ti, Abdel, no confío nada. Por eso, dejaré que mi hija haga lo que deseé, pero si veo que vuelve a llorar, juro por Allah, que no la vuelves a ver. — advirtió. —Confio en mi hija, ella sabe que hacer contigo y con su vida, lo voy a respetar, pero ya estás avisado.
—Puede estar seguro, señor, que no volveré a perderla y voy a luchar por mi esposa. — el hombre le miró fijamente y le veía muy seguro, pero aún, no confiar en él.
—Eso ya lo veré. — se levantó. —Solo vine hablar contigo y ya puedo irme tranquilo, hasta luego. — se despidió de su yerno y se fue.
Abdel se quedó pensando en todo lo que habló con su suegro, él desconfiaba de él y le entendía,hizo daño a su hija. Pero ahora estaba más que seguro que iba a recuperar a su mujer, a luchar por ella y sin rendirse. Aunque ella seguía rancia y esquiva con él, si, se acostaba con su marido, pero no iba más allá. Ella lo dijo, solo era sexo, nada de volver ni ser un matrimonio, aunque lo eran. Pero ella desconfiaba de él, él la humilló todo el tiempo y para recuperarla, iba a ser muy difícil, mucho. Pero de algo estaba muy seguro, jamás, pero jamás, rendirse.
Por otro lado, Amal estaba comiendo con su madre, había salido ellas dos solas y pasar unas horas juntas sin nadie. Su madre fue su gran apoyo, su consuelo y siempre la entendía. Gracias a ella, era la gran mujer que es ahora, una mujer fuerte, sincera, con valores y humilde.
—¿Has hablado con tu marido? — Amal dejó la taza sobre la mesa y miró a su madre..
—Desde está mañana, no sé nada de él. — respondió. —Él lucha por tener mi perdón, pero no quiero confiar tan rápido, necesito estar muy segura de ello.
—Esta detrás porque sabe que ha cometido un error, porque se ha dado cuenta que te quiere y sobretodo, porque estás embarazada de él. — Amal asintió. —Sé que volverás con él, pero darte tu lugar primero.
—Eso haré, madre.
Amal seguía hablando con su madre, de cosas variadas, pero sobretodo, de su marido.
Abdel salía de su casa, con aquél traje que le quedaba como anillo al dedo. Caminaba seriamente y con ese porte de hombre poderoso, entró a su coche y salió de los jardines. Su teléfono sonó y vio el nombre de Norma, este directamente colgó. Él la rechazaba y ella iba detrás, ya no sabía cómo decirle que no quería nada con ella, pero se hacia la loca e iba detrás. Cuando llegó a casa de su hermano, leyó el mensaje de Norma.
"Sé que no quieres saber de mi, pero es algo importante que tengo que decirte. Por favor llámame, es importante."
Abdel resopló y marcó su teléfono, se iba a poner serio con ella y dejarlo ya por la paz.
—Norma te he dicho que no quiero saber más de ti, que hagas tú vida — exclamó cuando ella cogió la llamada.
—Abdel es importante, por favor solo escucha. — este se calló. —¿Podemos quedar para vernos y decírtelo en persona?
—No, tengo cosas que hacer, no voy a quedar contigo. — respondió tajante. —Solo dime y está está.
—De acuerdo, como tú quieras... Estoy embarazada.
Para Abdel escuchar aquella palabra, fue como una bomba explotar en su cabeza. La sangre se le había congelado y no daba crédito a lo que escuchó, ella estaba embarazada.
Norma por una parte sonreía detrás del teléfono, sabía que con esto, le iba a tener e iba a estar más pendiente y posiblemente se casara con ella. Cuando Amal lo supiera, se alejaría y no querría volver. Ella no iba a perder a Abdel, porque perdería todo y menos por la esposa.—¿Embarazada? — repitió cuando la voz le salió de la garganta. —Es imposible, Norma.
—¿Imposible por qué? — dijo ella con una sonrisa.
—Porque llevamos sin acostarnos, dos años. ¿Que has tenido un embarazo de 24 meses? — ella se calló. —Deja de decir estupideces y cuidado con lo que pretendes. — colgó.
Norma tiro el teléfono al suelo, no había colado, pero solo tenía una salida... Amal.
***********
Hola, nenas. Aquí tenéis otro capítulo de Abdel y Amal, espero que os guste.
Decidme que pensáis de este capítulo, os leo.
¿Norma conseguirá lo que desea? ¿Amal la creerá? Os leo.
Besos desde España, nos leemos pronto.
ESTÁS LEYENDO
Casada Con Una Bestia (De la saga realeza, historia independiente)
RomanceAbdel Assim Abadallah, un hombre frío y de pocas palabras. Un hombre que fue obligado a casarse con una mujer que no ama, de hecho, la detesta y odia. Casarse con Amal Ayad Aziz, fue un infierno para él. No desea tocarla, no desea consumar su matrim...