Capítulo//13

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Amal salía de la habitación, tenía su teléfono en la mano y su mirada algo sería. Tenía un mal presentimiento, como si algo malo fuese a ocurrir. Era una sensación en el pecho algo extraño, pero no sabía descifrarlo. Cuando llegó al salón, la joven paró en seco cuando vio aquella imagen. Abdel estaba en el salón, pero no solo, si no, con ella...

Ellos notaron su presencia y se levantaron, Amal segura de sí misma, camino hasta ellos. No la iban a humillar más y tampoco entendía como Abdel tuvo la poca vergüenza de traerla donde ambos vivían.

—Amal, nos gustaría hablar contigo. — dijo Abdel y ella asintió. —Siéntate, por favor.

—Bueno, dime qué tienes que decirme. — habló con seriedad, mientras se sentaba.

—Bueno, ya sabes que Norma y yo siempre quisimos casarnos. — Amal asintió, ya sabía por dónde iba el asunto. —Por eso, quiero que sea mi segunda esposa. — Amal sonrió. —Pero necesitamos tu aprobación.

—Abdel, por supuesto que la tienes. — hablo tan segura, tan fría y con esa sonrisa, maléfica, que Abdel arrugó su ceño. —Pero no será tu segunda esposa, sino, la primera. — aquello lo confundió, pero Norma están feliz. —Porque yo, en este mismo instante, te pido el divorcio. — Abdel abrió sus ojos como platos. —Yo aceptó que te cases, que sea tú esposa. Tú solo concédeme el divorcio y todos felices. Te dejo libre para que seas feliz y yo también.

Norma sonreía feliz, iba a ser su única mujer, iba a ser duquesa. Ella se iba de sus vidas y no podía estar más contenta por ello.

—¿El divorcio? — repitió. —¿Qué les dirás a todos?

—La verdad. — dijo obvia. —Que este año ha sido una mierda, un infierno y jamás nos hemos llevado bien.

—¿Un infierno? — ella asintió. —¿Eso ha sido para ti?

—Si, yo no era feliz, tú no has hecho nada para arreglarlo, así que te dejo libre.

—Cariño, es la mejor noticia, es lo que siempre quisimos. — dijo Norma abrazándolo.

—Si. — sonrió forzadamente.

—Que seáis muy felices. — se giró para irse

—Que eso no te quepa la menor duda. — Amal se detuvo y se volvió a girar con una sonrisa.

—Por cierto, Norma. La próxima vez, no me mandes mensajes de texto, es muy infantil. — tras aquello, Norma se quedó pálida y tragó saliva.

—¿Mensajes? — dijo Abdel mirando a Norma.

—Si, pero bueno. Ya sabemos quién es la insegura. — se giró dejándoles solos en el salón.

Tenía ganas de llorar, sacar todo el dolor que guardaba en su interior. Saber que su plan no funcionó, que no la valió la pena luchar. Él quería estar con esa mujer y ella, no iba a seguir luchando por alguien que no era para ella. Escribió un mensaje a Rebecca, quería que la ayudase hacer sus maletas. Fue una humillación lo que sufrió, Abdel esta vez, si se había pasado y jamás se lo iba a perdonar.
Rebecca entró a la habitación y la encontró llorando abriendo su maleta. Se acercó a ella y la abrazó, dándole su apoyo y consuelo.

—No sirvió de nada, Rebecca. — sollozó, sobre su hombro. —Abdel ama a esa mujer y ya no puedo seguir con el plan.

—Tranquila, no estás sola. — la acarició el cabello. —Que se vaya a la mierda, no te merece.

—Me pidió que ella fuese su segunda esposa. — limpio su nariz. —Le dije que si, pero me diera el divorcio.

—Maldito hijo de puta. — exclamó. —Pues hiciste bien, ahora haremos las maletas y que ellos se cocinen.

—Duele mucho. — dijo en hipo.

—Lo sé, lo sé. Vamos hacer las maletas, limpia esas lágrimas y aléjate de él. — siseó.

Ambas hacían las maletas, aunque estuviese rota en mil pedazos, tenía que irse. Todo acabó porque así lo quiso él, así que ella le dejó libre.
Mientras hacían las maletas, en el salón un Abdel estaba en silencio, callado y con la mirada pérdida. Pero Norma estaba feliz, tenía una sonrisa dibujada en sus labios. Lo abrazó, pero Abdel no lo correspondió. Norma se extrañó, pero se mantuvo en silencio.

Amal bajó las escaleras, junto a Rebecca con sus maletas. Amal no les observó, siguió su camino hacia la puerta. Abdel apartó a Norma y fue tras ella, Amal salió por puerta sin mirar atrás.

—Amal, espera. — la cogió del brazo, uno de los escoltas, cogió su equipaje.

—Mi abogado te llamará, pronto tendrás los trámites, Abdel. — exclamó. —Todo acabó, pronto seremos libres.

Se soltó de su agarre y fue hacia el coche, abrazó a Rebecca con lágrimas en sus ojos.

—Te llamaré todos los días. — Amal asintió. —Se va arrepentir.

—No lo sé, ni me importa. — respondió.

El coche puso rumbo a su casa, alejándose de aquella que tanto daño la hizo. Ahora venía parte en la  que tenía que hablar con sus padres, decirles toda la verdad, pero no creía que fuese tan pronto. Pero llegó el día, llegó el momento de decir todo. El chófer la observó por el retrovisor y sintió pena por ella, verla llorar de aquella manera, le estremeció.

Cada vez se acercaba más a su casa, su padre le dijo que la apoyaba, que contara con él para todo.
Cuando llegó a su casa, limpió sus lágrimas y salió del coche. Él chófer sacó sus maletas, Ambos caminaron hasta la puerta y Amal le miró.

—Puedes irte, ya puedo yo. — el hombre asintió.

El hombre se fue y ella entró metiendo sus maletas, llegó al salón y sus padres la observaron. Pero se sorprendieron más cuando ella, corrió hacía ellos y les abrazó sollozando. No imaginaron ver a su hija de aquella forma, tan rota y llorando.

—Hija, ¿Qué te ocurre? ¿Qué te ha pasado? — exclamó su padre, desesperado. —¿Por qué lloras de esta manera? ¿Te ha hecho algo?

—Perdonadme, fui una tonta. — respondió sollozando. —Papá, quiero divorcio, por favor.


—Por supuesto que lo tendrás, hija. Pero necesito saber que te ha hecho, dime qué ese miserable te respetó. — exclamó su padre con seriedad.


—Os se ocultado muchas cosas, padre y lo siento mucho, solo quería darle de su medicina. — dijo limpiando sus lágrimas. —Abdel y yo, hemos tenido un matrimonio miserable. Él tenía un amante, tenía a otra y nunca jamás, me tocó. Me ha humillado, me ha faltado el respeto y no como ustedes piensan. Después de un año consumamos el matrimonio, pero seguíamos igual. Hoy me ha dicho que quería a esa mujer como su segunda esposa, la mujer con la que me ha sido infiel. Sé que puede si yo acepto, pero acepte solo dándole el divorcio. — su padre estaba lleno de ira, de decepción. Su madre tenía sus ojos llenos de lágrimas, le dolía todo lo que sufrió su hija. —Padre, no deseo nada, solo el divorcio.


—Claro que lo tendrás, yo mismo voy hacer que te separes de ese miserable y poco hombre. — dijo. —No dejaré que te haga más daño, tú eres una mujer que merece respeto y él, no te lo dio.

Su padre era un ser maravilloso, pero con mucho carácter si toca a su ojo derecho. Su hija lo era todo paya él y no iba a dejar que ese hombre se acercará más a su hija, no hasta que vea realmente un arrepentimiento sincero y honesto. No dejará que su hija le perdone tan fácil, no, jamás.




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Hola, nena. Aquí tenéis otro capítulo de Abdel y Amal, espero que os guste.

Decidme que pensáis de este capítulo, os leo. Besos desde España, nos leemos pronto.


Casada Con Una Bestia (De la saga realeza, historia independiente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora