Abdel se encontraba en el jardín junto a su padre, mientras su esposa y su madre, plantaban rosas en el jardín. Ellas hablaban entre risas, Abdel desde aquella distancia, las observaban. Veía a su mujer muy alegre con su madre, parecían madre e hija. Se llevaban de maravilla y su madre, la trataba como una hija.-¿Cómo vas con Amal? - su padre le sacó de su subconsciente. -¿No habéis pensado en tener hijos? - Abdel se atragantó con su propia saliva.
-No, no hemos pensado en tener hijos, queremos disfrutar de nuestro matrimonio. - respondió.
-Bueno, yo quisiera ser abuelo.
La verdad que jamás se había planteado tener hijos con mala ni con nadie, no lo había pensamos y si quería tener. Un hijo era una responsabilidad muy grande, tenías que estar seguro de ello, no era como comprarse un traje.
Pero ahora que lo pensaba, no sabía si Amal quería ser madre, no sabía si ella quería tener. Pero tampoco su matrimonio iba bien, no estaban muy unidos para dar vida a una criatura.
Miró a su mujer y la imaginó con tripita, imaginando que estaba esperando un bebé. Pero de pronto reaccionó y arrugó su ceño.«¿Qué coño piensas, Abdel? ¡Reacciona!» se dio una bofetada mental.
-No es el momento, padre. - dijo seguro.
No, no estaba dispuesto a tener hijos, no ahora. Tal vez en un futuro se lo pensaría, pero ahora no.
Cuando ellas acabaron, se acercaron donde estaban ellos. Amal se sentó frente a su marido, que la miraba fijamente.
Rebecca les sirvió zumo y Amal agradeció con una sonrisa.-Las manos de Rebecca, son santas. - dijo Amal. -Es fácil hacer zumo, pero ella lo hace de una manera más dulce y fresca.
-Si, la verdad que hace todo se maravilla, por eso la tengo como favorita. - Amal asintió.
-Bueno, chicos. Está tarde nosotros nos vamos. - Amal miró a su suegra con asombro. -Tenemos que volver a la rutina.
-¿Por qué no se quedan un poco más? - preguntó la joven.
-No podemos, querida. Ojalá, pero tenemos cosas que hacer en casa. - Amal se puso triste, no quería que se fuesen. -Pero volveremos pronto.
-Pues avisad cuando lleguéis. - dijo Abdel.
-Eso está hecho. - aceptó su padre.
Amal no quería que se fueran, no quería estar sola con Abdel. Con ellos se sentía protegida y acompañada y sola con él, no lo estaba. Si, tenían relaciones sexuales, pero nada más. Abdel observó a su mujer y la no veía sino, triste.
—¿Regresarán pronto? — preguntó, mirando a su suegra.
—Claro que si, no te preocupes. — Amal asintió.
Abdel la veía asustada, con miedo. Lo quería que se fueran y él lo veía divertido.
—Tranquila, cariño. No te comeré. — Amal lo observó con los ojos entrecerrados, había pillado la ironía. —Aún no me he comido a nadie.
—Poco te queda. — le atacó con otra ironía y el padre de Abdel, sonrió.
—Pronto estaremos aquí. — dijo el hombre mayor. —seguir vivos cuando vuelva. — Bromeó. —Amal, no seas tan dura con mi hijo..
—No le premeto nada. — le sonrió.
Después de un rato, ellos se fueron. Se habían despistado del matrimonio y Amal miró a su marido, que sonreía picaron.
—¿A qué viene esa sonrisa? — le dijo con seriedad.
—Nada, solo me parece divertido. — Amal negó y salió del salón dejando a su marido solo.
Abdel se había quedado con una sonrisa en los labios, verla tan asustadiza, tan seria él lo veía divertido. Fue hacia su despacho y se encerró. Su teléfono sonó y en la pantalla se reflejaba el nombre de su hermano,le había parecido raro.
—Hola, Amir. — saludó al descolgar. —¿Qué tal?
—Bien, ¿Estás en casa?
—Si, aquí estoy. ¿Te ocurre algo? — Amir se mantuvo callado.
—Mas o menos, necesito hablar con alguien.
—Vente, te espero. — colgó.
Abdel se había quedado pensativo, su hermano estaba distinto, estaba serio para como era él. Amir era muy alegre y bromista, pero le había escuchado muy frío y cabizbajo. Tal vez, estaba mal con la mujerzuela. Pero Abdel, no podía pensar sin saber primero.
Dejó el teléfono a un lado y no pensó más en su hermano.Amal por otro lado, hablaba por mensaje con Eli. La joven viajó a Grecia y no la tenía cerca para verla y quedar, la menos tenía a Rebecca, que era otra amiga más.
Otra vez estaba sola con Abdel, no sabía si el sexo había cambiado algo. Follar con él, no era malo. Todo lo contrario, era placentero y satisfactorio.
No iba a dejar de follar, pero se iba a comportar fría con él, aplicando la ley del hielo. Iba a seducir a su marido, volviéndolo loco por ella.Amal recibió un mensaje de un número desconocido, con el ceño fruncido, abrió el mensaje.
"Tu marido te dejará, jamás sentirá por ti lo que siente por mi. Siempre serás la otra, Abdel siempre será mío."
Amal sabía de quién se trataba, no era difícil adivinarlo, esa mujer estaba loca. Pero se le vino a la cabeza esas palabras. «¿Abdel iba a dejarme? ¿Se iría con ella?» pensó.
Bueno, si él quería estar con ella, no se lo iba a impedir. Jamás se rebajaría tanto por un hombre, si él quería estar con ella, Amal le dejaría libre y ambos serían felices.
Dejó su teléfono a un lado y fue hacia el baño. Una ducha, sería una sesión de relax. Notó como el agua golpeaba su cuerpo, relajando sus músculos.
Notó unas manos sobre su cintura y cerró sus ojos, sabía de quién se trataba. Se giró y se encontró con su marido frente a ella, le miró de arriba abajo y su polla estaba dura y erecta. Abdel sonrió, la cogió de las manos y la arrinconó contra la pared. Amal se excitó, Abdel la dominaba. Lamió sus labios y lo mordió, la cogió de las piernas y la cogió en brazos. Amal enredó sus piernas en la cintura de marido.
Abdel entró de un solo golpe y ambos gimieron, Abdel la subía y bajaba, Amal gemía sobre el cuello del árabe. La bajó y la giró.—Apoya tus manos sobre los azulejos y abre las piernas. — dijo. —Incrinate hacia delante, que vas a gritar mi nombre.
La penetró agarrandola de la cintura, salía y entraba en ella. Escuchando los gemidos de su esposa, las embestidas era cada más vez intensas.
—Abdel, me corro.
Una, dos y tres embestidas más y ambos se había corrido, Abdel salió de ella y Amal al levantarse, notó como la esencia de su marido, caía por sus piernas.
Después de haber follado, ambos se ducharon juntas. Amal no le tocó, se ducho sin importarle él. Abdel jugaba con ella y ella también jugaría.*********
Hola, mis FLORECILLAS, aquí tenéis otro capítulo, espero que os guste.
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Casada Con Una Bestia (De la saga realeza, historia independiente)
RomansaAbdel Assim Abadallah, un hombre frío y de pocas palabras. Un hombre que fue obligado a casarse con una mujer que no ama, de hecho, la detesta y odia. Casarse con Amal Ayad Aziz, fue un infierno para él. No desea tocarla, no desea consumar su matrim...