Amal había organizado una habitación para sus suegros, sus suegros eran unas personas maravillosas, muy distintos a Abdel. Les había puesto la mejor habitación de la casa, ellos se lo merecían.
Ahora les esperaba mientras Abdel miraba su teléfono, a ella le molestaba, le ponía celosa y más sabiendo que hablaba con esa mujer. Pero quería tener la mente en blanco y no pensar, ella leía su libro como si él no existiera, como si no le importara. Tenía que hacer lo que las chicas le habían dicho, tenía que ser fría y distante. Pero parecía que él, no se había dado cuenta aún.Abdel se vez en cuando, la miraba de reojo, la veía en su mundo leyendo ese libro de fantasía. No le miraba, no le hablaba y eso, le rallaba.
No pasó ni treinta minutos, cuando aquella puerta fue abierta. Ellos se levantaron y tenían que actuar como un matrimonio feliz y unido. Amal se acercó a ellos con una sonrisa y abrazó a su suegra, Abdel se acercó a su padre para saludarlo.
—¿Cómo están? — preguntó Amal, mirándoles.
—Bien, el viaje tranquilo. — respondió la mujer, yendo al sofá. —¿Vosotros qué tal?
—Bien, muy felices. — fingió una sonrisa, cogiendo la mano de su marido.
—Cuanto me alegro. — habló Assim, sentándose. —Ahora quiero nietos. — Amal y Abdel, se miraron incrédulos, con sorpresa.
—Bueno, de momento queremos disfrutar de nuestro matrimonio. — sonrió Amal, sacando la voz.
—Si, no hemos hablado aún de tener... Hijos. — Abdel carraspeó. —Pero, habéis llegado muy tarde. — cambió de tema.
—Si, había muchas cosas antes de venir, queríamos dejarlo solucionado. — ellos asintieron.
—Voy a pedir que traigan café. — Amal se levantó y fue hacia la cocina.
Cuando llegó, soltó el aire que contenía en sus pulmones. Rebecca estaba colocando los platos en el mueble, cuando notó a su jefa, le miró.
—¿Te encuentras bien? Estás pálida. — se acercó a ella.
—Si, solo que no aguanto mentirles, no a ellos. — respondió. —Ellos son muy buenos y tener que mentirles, me revienta.
—No se preocupe, solo se quedarán un semana y cada uno por su lado. — la abrazó.
—Lo sé, pero aún así, me pone triste. Bueno, necesito que prepares café, por favor.
—Si, claro, se lo llevo. — ella asintió y salió de la cocina.
Se volvió a sentar junto Abdel, quería alejarse de él y no tenerle cerca. Ellos seguían hablando, entre risas y cosas triviales. Amal con sus suegros se llevaba bien, eran increíbles y muy dulces. Abdel en cambio, era distinto, no se parecía a ellos.
Amal se tapó la boca y soltó un bostezo, Abdel sonrió. Estaba cansada y aguantaba por sus Padres.
—Amal, ¿Tienes sueño? — preguntó su suegra. —Ve a dormir, nosotros también nos iremos.
—No se preocupe, aguanto. — sonrió con amabilidad y su suegro negó.
—No, no, hija. Ve a dormir, mañana seguimos hablando. — dijo Assim. —Hijo, llévatela.
Abdel, la cogió de la mano y Amal, les dio las buenas noches y un abrazo. Cuando subieron a la habitación, Amal apartó la mano de su marido. Entró a la habitación y Abdel detrás de ella, pero cuando entró y cerró la puerta, arrugó su ceño. Había una cama hecha con unas mantas, la miró, pero ella se caminaba al baño.
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Casada Con Una Bestia (De la saga realeza, historia independiente)
RomanceAbdel Assim Abadallah, un hombre frío y de pocas palabras. Un hombre que fue obligado a casarse con una mujer que no ama, de hecho, la detesta y odia. Casarse con Amal Ayad Aziz, fue un infierno para él. No desea tocarla, no desea consumar su matrim...