Cebada y Trigo

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Hermione se encontraba sentada junto a Draco en la privacidad de su alcoba, iluminada tenuemente por las velas que parpadeaban con el leve movimiento del aire. Después de una cena incómoda en la que la presencia de Astoria había tensado el ambiente, Hermione finalmente reunió el valor para hablar. 

—Astoria vino a buscarme solo para una cosa —confesó, manteniendo la vista fija en sus manos que jugaban nerviosas con los pliegues de su vestido de lino blanco. 

Draco, sentado en el sillón de terciopelo frente a ella, alzó la vista de un manuscrito que leía

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Draco, sentado en el sillón de terciopelo frente a ella, alzó la vista de un manuscrito que leía. Su expresión, aunque aparentemente relajada, reflejaba un interés palpable. 

—¿Y qué quería? —preguntó, su tono frío, pero con un brillo inquisitivo en los ojos. 

—Dijo que, si lo deseaba, podíamos anular el matrimonio. Que Frederick estaría más que dispuesto a desposarme —respondió Hermione, sus palabras llenas de cautela. 

Por un instante, los ojos de Draco chispearon con celos, aunque rápidamente enmascaró cualquier emoción tras una fachada de indiferencia. 

—Weasley siempre encuentra excusas para estar cerca de ti. no pierde la oportunidad de actuar como un caballero demasiado solícito —dijo con un tono neutro que no ocultaba del todo su desdén. 

Hermione no pudo evitar reír suavemente ante su comentario, inclinándose hacia él.  —No tienes nada de qué preocuparte, Draco. Yo solo tengo ojos para ti. 

Draco la miró fijamente, sus labios esbozando una leve sonrisa que reflejaba algo más que simple orgullo. 

—¿Estás segura? Tal vez debería asegurarme de que no vuelva a mirarte de esa forma —dijo con una mezcla de seriedad y un tinte de humor. 

—Completamente segura —aseguró Hermione, su voz impregnada de dulzura. 

Llevó su mano a la mejilla de Draco, acariciándola suavemente. Él aprovechó el momento para tomar su mano y besarla antes de llamar con firmeza a un sirviente que aguardaba fuera de la alcoba. 

—Tráiganos tinajas con agua caliente a la habitación —ordenó Draco, su voz autoritaria, pero sin brusquedad. 

Hermione arqueó una ceja, sorprendida, y lo miró con curiosidad.  —¿Un baño? 

—¿No es evidente? —respondió Draco con una media sonrisa, tirando suavemente de su mano para atraerla hacia él.  — tenemos que relajarnos juntos, además ni aunque llegase el Rey dejaría a mi esposa sin una noche de pasión.

Hermione rió entre dientes, dejando que él besara, la guiara mientras los criados preparaban el baño con rapidez y discreción. 

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En una de las estancias del castillo, Daphne y Harry estaban sentados junto al fuego. Él sostenía una copa de vino mientras ella observaba el chisporroteo de las llamas. Dobby apareció de repente, tan entusiasta como siempre, narrando lo ocurrido durante la cena. 

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⏰ Última actualización: 42 minutes ago ⏰

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