Fugitiva

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Era feliz y era su día especial, si onomástico, cumplía 20 años, así que su padre estaría por cumplir su promesa de darle un prometido. No es que le hiciera mucha ilusión pero a su edad debería estar cargando por lo menos dos bebés, lo interesante era tener que manejar su propio castillo como la lady que era. Había estudiado de principio a fin todo lo que debía de saber, desde las finanzas hasta el bordado... Incluso mucho antes, cuando su hermano Oliver aún estaba en el castillo aprendió a razurarlo. Suspiró, ojalá su futuro esposo apreciara esas virtudes y no terminara en brazos de alguna cortesana barata.

Se aseo tan rápido como pudo, se ordenó los rizados cabellos, algunas veces lo odiaba y deseaba tener el cabello hermoso de su hermana Astoria.

Una vez que estuvo lista salió de su habitación, se encontró cara a cara con su hermana que parecía haber peleado con alguien, traía en cabello desordenado y lleno de heno. — Buenos días, hermana mayor.

— ¿buenos días? Es horrible, el sol, lo odio. — paso de largo junto a ella, para luego detenerse y usar un tono de voz más amable — Feliz día, Hermione. Tienes veinte años, ahora que puedes elije tu propio prometido, no dejes que te lo impongan.

— Sí, gracias — Hermione asintió.

Hermione se detuvo en la entrada del salón comedor, sus ojos recorriendo la mesa adornada con los más exquisitos manjares. El aroma de las especias y el dulce perfume de los pasteles recién horneados llenaban el aire, un tributo a su vigésimo aniversario de vida. Era un día de celebración, pero también uno que marcaba el inicio de una nueva etapa en su vida.

Su padre, Remus, se acercó con una sonrisa cálida y un brillo de orgullo en sus ojos. —Feliz día, mi querida Hermione — dijo, abrazándola con afecto. — Hoy no solo celebramos tu nacimiento, sino también tu paso a la adultez. Ha llegado el momento de hablar sobre tu futuro.

Hermione asintió, sabiendo que este día traería consigo promesas y decisiones. — Padre, siempre he deseado manejar mi propio castillo, ser una lady en todo el sentido de la palabra. Espero que quien sea mi prometido pueda apreciar todo lo que tengo para ofrecer.

Remus la miró con comprensión. —Eres inteligente y capaz, Hermione. No tengo dudas de que serás una excelente lady. Y en cuanto a tu prometido, te aseguro que tendrá en alta estima tus virtudes. Porque lo conozco y realmente luce muy interesado en ti.

La conversación fue interrumpida por la llegada de Nymphadora, quien se acercó a Hermione con una sonrisa radiante. — Hija, hoy es un día para celebrar tu vida y todo lo que has logrado. No te preocupes por el futuro, confía en que todo se acomodará como debe ser.

El salón comedor se llenó de una nueva energía con la entrada de Edward, el más joven de los Lupin. Con un pastel aún humeante en sus manos, anunció con orgullo: — Lo preparé para ti, Hermana mayor, lo hice yo sólito.

Hermione no pudo evitar sonreír ante el gesto de su hermano menor. — mi pequeño Teddy, parece delicioso. Gracias por este regalo—dijo, mientras observaba el pastel adornado con frutas y glaseado brillante. Lo llamaba Teddy por que su pequeño hermano siempre dormía con un oso de felpa qué apesae de estar roido ella zurcia una y otra vez.

Remus, a punto de protestar por ver a su hijo en la cocina, se encontró con la mirada firme de Nymphadora. Su esposa tenía una forma de silenciarlo sin palabras, y sabía que era mejor no discutir en un día tan especial y menos dejar de amarla en la noche.

La noticia de la carta de Oliver trajo otro motivo de celebración. — Se ha casado con la bella hija de los Diggory, pronto la traerá al castillo, — compartió Nymphadora, y los ojos de Hermione se iluminaron con la perspectiva de conocer a la nueva integrante de la familia.

Prometida Sustituta © |DRAMIONE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora