© Veintisiete

5 2 2
                                    


Los chicos volvieron a casa, cansados y preocupados por lo que había sucedido. Max estaba cada vez más callado y reservado, pero no le decía a nadie su situación. Parecía que estaba cargando con un peso emocional que no quería compartir con los demás.

Bloom, por su parte, no volvió a aparecer después de ese día. Era como si hubiera desaparecido en el aire, sin dejar rastro ni explicación. Los chicos se preguntaban qué había pasado con él, pero no tenían respuestas.

Jake, por su parte, no tenía idea de lo que ahora podría pasar. La situación era cada vez más confusa y peligrosa, y no sabía cómo proteger a sus amigos y a sí mismo. Se sentía responsable de lo que había sucedido, y no sabía cómo hacer para arreglar las cosas.

La casa estaba llena de tensión y silencio, como si todos estuvieran esperando a que algo sucediera. Max se encerró en su habitación, sin querer hablar con nadie. Jake se sentó en el sofá, intentando pensar en una solución para el problema. Pero no había respuestas, solo más preguntas y más miedo.

Emma, Liam y Liz salieron de la escondida, mirando a su alrededor con precaución. Los tres menores sabían que tenían que encontrar un refugio seguro, pero su objetivo principal era llegar al barco. Aún estaban muy lejos del crucero, y sabían que el viaje sería peligroso.

— Tenemos que encontrar un lugar seguro para pasar la noche.

Dijo Emma, mirando a Liam y Liz.

— Debemos caminar hasta estar seguros.

Liam asintió. — Tienes razón. Pero también tenemos que encontrar una forma de llegar al barco.

Liz miró a sus amigos con determinación.

— Rendirnos no es una opción.

Los tres menores comenzaron a caminar, buscando un refugio seguro para pasar la noche. Sabían que el viaje sería difícil, pero estaban determinados a llegar al barco y escapar de la ciudad en peligro.

Mientras caminaban, escucharon sonidos extraños en la distancia. Sonidos de gritos y explosiones. Los tres menores se miraron, sabiendo que la situación era cada vez más peligrosa.

— Tenemos que seguir adelante.

dijo Emma, con determinación. No iban permitiría que el miedo los detenga de ninguna forma. Liam y Liz asintieron, y los tres menores continuaron caminando, decididos a llegar al barco y escapar de la ciudad en peligro.

Grito de horror como en las películas de terror. — ¡ Aaaaaah !!!


El grito horrible de la mujer resonó en el aire, haciendo que todos se detuvieran en seco. Los niños se miraron entre sí, con los ojos llenos de miedo y espanto. La ciudad estaba en silencio, excepto por el eco del grito que aún resonaba en el aire.

Eran las 12:00, la hora en que nadie debería moverse. La ciudad estaba bajo un toque de queda estricto, y cualquiera que se moviera después de las 12:00 corría el riesgo de ser detenido o peor.

Liam, con su arma en la mano, se puso en guardia. Miró a su alrededor, buscando cualquier señal de peligro. Emma y Liz se acercaron a él, con los ojos llenos de miedo.

— ¿Qué fue eso? — Susurró Emma.

Liam tampoco lo sabía pero estaba preparado con una arma de machete.

Liz miró a su alrededor, buscando cualquier señal de movimiento. Era mejor estar seguro si no salieran ahora, ya habrá otro momento para llegar al barco. Por ahora solo deben encontrar un lugar de refugio.

Los tres niños comenzaron a moverse en silencio, buscando un lugar seguro donde podían esconderse. La ciudad estaba llena de peligros, y ellos sabían que tenían que estar preparados para cualquier cosa.

— Allá. — Liz señala una casa que parecía segura.

Los tres niños entraron en el edificio con todo el cuidado del mundo, intentando no hacer ningún ruido que pudiera alertar a alguien de su presencia. Liam llevaba la delantera, con su arma en la mano, mientras que Emma y Liz lo seguían de cerca, con los ojos fijos en la espalda de Liam.

De repente, sin previo aviso, un mordedor salió de la oscuridad y se lanzó hacia ellos. Los chicos se quedaron pálidos de miedo, con los ojos abiertos de par en par.

Liam reaccionó rápidamente, apuntando su arma hacia el mordedor. — ¡No se muevan!", gritó, intentando mantener la calma.

Emma y Liz se quedaron congeladas, sin atreverse a moverse. El mordedor se acercó cada vez más, sus ojos fijos en los chicos con una mirada hambrienta.

Liam apretó el gatillo, y el sonido del disparo resonó en el edificio. El mordedor se derrumbó al suelo, muerto. Los chicos se quedaron en silencio, respirando con dificultad.

— ¿Están bien?

Emma asintió, aún con los ojos abiertos de par en par. — Sí, estoy bien.

Liz también asintió, aunque su voz temblaba. — Sí, estoy bien.

Liam los miró a ambos, intentando tranquilizarlos.

— Vamos a seguir adelante. Tenemos que encontrar un lugar seguro.

Cuando los tres niños salieron del edificio, sus ojos se encontraron con una escena inesperada. Había dos chicos de militares parados en la salida, mirándolos con los brazos cruzados. Uno de ellos estaba vendado en la cabeza y tenía un amuleto colgado al cuello.

Liam, Emma y Liz se detuvieron en seco, sorprendidos por la aparición de los dos chicos. Liam instintivamente apuntó su arma hacia ellos, preparado para defenderse si era necesario.

— ¿Quiénes son ustedes?  preguntó Liam, intentando mantener la calma.

El chico vendado sonrió ligeramente.

— No somos enemigos . Somos parte de un grupo que está tratando de sobrevivir en esta ciudad.

El otro chico, que parecía ser el líder, dio un paso adelante.

— Mi nombre es Ren , este es mi amigo, Ryan. Estamos aquí para ayudarles.


Ren, el chico rubio y alto, tenía una presencia imponente. Su cabello rubio brillaba en la luz tenue del entorno, y su altura lo hacía destacar entre los demás. A pesar de su apariencia física, Ren parecía ser una persona amable y sincera.

Ryan, por otro lado, era un poco más bajito que Ren, pero aún así aparentaba su edad de 25 años. Su rostro era más serio que el de Ren, y parecía estar siempre en alerta, como si estuviera esperando algo.

Ambos chicos habían estado buscando lo mismo que los niños: llegar al barco. Era la única salida que no todos conocían, y parecía ser la única forma de escapar de la ciudad sin ser detectados. La determinación en sus ojos era evidente, y parecía que estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para alcanzar su objetivo.

© 00: 00hrs // Completada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora