Alex
Maldije en silencio a Josh mientras subía a Ava en brazos por la escalera. El cabrón siempre me metía en líos en los que no quería meterme. Como por ejemplo: dormir en el mismo dormitorio que su hermana. Seguro que a él le haría aún menos gracia que a mí, pero no tenía preparada la habitación de invitados (nunca los tenía, si podía evitarlo) y estaba diluviando, así que no podía llevarla a casa sin que los dos nos empapáramos. Podría haberla dejado en el sofá, pero habría estado muy incómoda. Abrí la puerta con la pierna y la deposité en la cama. No se inmutó. Mis ojos se fijaron en todos sus detalles como nunca lo habían hecho. Tenía la melena desparramada como un manto de seda negro, tan larga como para envolverme el puño entero, y se le había subido la falda, dejando al aire unos centímetros más de muslo de lo apropiado. Su pielparecía suave como la seda, y tuve que apretar las manos para resistir el impulso de tocarla. Mi mente retrocedió al principio de la noche. Sus mejillas se habían teñido de un precioso tono rosado cuando hice el comentario de que «me estaba mojando», y mientras bromeaba sobre su corazón desbordado, una parte de mí deseaba darle la vuelta sobre mi rodilla, arrancarle la falda y descubrir cómo de mojada estaba. Porque había visto la lujuria en aquellos grandes ojos castaños: se había excitado. Y si no se hubiera movido en ese momento... Retiré la mirada, apretando la mandíbula ante los pensamientos no deseados que me invadían. No debería pensar así de la hermana de mi mejor amigo, pero algo había cambiado. No estaba seguro de cuándo o cómo, pero había empezado a ver a Ava no tanto como la hermana pequeña de Josh, sino como a una mujer. Una mujer guapísima, de corazón puro pero rebelde, que cualquier día podría acabar siendo mi perdición. No debería haberla invitado a pasar esa noche. Debería haber quedado con Madeline como tenía previsto, pero, a decir verdad, no soportaba a Madeline fuera de la cama. Era despampanante, rica, sofisticada y comprendía que no podía obtener de mí más que una relación física, pero insistía en quedar para cenar antes del sexo. Yo solo aceptaba porque la mujer follaba como una estrella del porno. Una noche con Ava, aunque al final fuera una pésima idea, me había parecido más interesante que otra cena aburrida en el típico restaurante de moda donde Madelinese pavoneaba y fingía que éramos pareja delante de toda la flor y nata de Washington. Madeline no esperaba ningún vínculo más allá de nuestro acuerdo, pero le gustaban los símbolos de estatus, y yo, uno de los solteros más ricos y cotizados de la ciudad de Washington, según el último suplemento de Mode de Vie, era un símbolo de estatus. No me importaba. Yo la usaba, y ella a mí. Obteníamos orgasmos de ello. Era una relación de beneficio mutuo, pero mi acuerdo con Madeline había llegado a su fin. Su desagradable reacción cuando la llamé para decirle que no iba a ir a nuestra cita había consolidado mi decisión. Madeline no tenía derecho a decirme nada, y si creía que unas cuantas cenas o mamadas me iban a hacer cambiar de opinión, se equivocaba. Levanté a Ava para poder arroparla con las sábanas. Habría esperado que durmiera con una sonrisa plácida como las que tenía cuando estaba despierta. En cambio, tenía el ceño fruncido, la boca apretada y la respiración agitada. Estuve a punto de pasarle la mano por la frente, pero en el último momento me contuve. En lugar de eso, me puse una camiseta, apagué la luz y me tumbé al otro lado de la cama. Un caballero habría dormido en el sofá o en el suelo, pero de todos los calificativos que me habían llamado a lo largo de mi vida, «caballero» no era uno de ellos. Apoyé la cabeza en las manos, tratando de ignorar la suave presencia femenina a mi espalda. No me había entrado ni un ápice de sueño, como era habitual, pero en
vez de escoger un día específico dentro de mis recuerdos, dejé que mi mente vagara como quisiera. 27 de noviembre de 2013. -En serio, tío, mi padre se va a volver loco cuando se entere de que tiene a alguien con quien hablar de fútbol americano. -Josh salió del coche-. Su mayor decepción es que a mí me guste la NBA en vez de la NFL. Sonreí con suficiencia y lo seguí por el camino de entrada a la imponente casa de su familia a las afueras de Maryland. No era tan grande como la mansión de Filadelfia en la que vivía con mi tío, pero debía de haber costado uno o dos millones. Unos gruesos setos se alineaban a lo largo del camino empedrado que conducía a la gigantesca puerta de caoba, y de la aldaba colgaba un arreglo de flores otoñales adornado con un lazo de seda. -Eso es cosa de mi hermana, seguro -dijo Josh, al ver que me fijaba en él-. Mi padre odia esas mierdas, pero a Ava le encantan. No sabía apenas nada de su hermana, más allá de que era un poco más pequeña que nosotros y que le gustaba la fotografía. Josh le había comprado por eBay una cámara réflex digital de segunda mano como regalo de Navidad, porque ella le dejaba caer que quería una cada vez que hablaban por teléfono. Primero conocí al padre de Josh. Estaba sentado en el salón, viendo el partido de los Cowboys contra los Lions, como me había adelantado Josh. Michael era más bajito que su hijo, pero su rostro esculpido y su mirada afiladahacían que pareciera que medía más de un metro setenta y dos. -Encantado, señor. -Le sostuve la mirada, fija en mí, e hice un gesto con la cabeza. Michael respondió con un gruñido. Josh era la tercera generación de una familia chinoamericana, lo que significaba que su padre había nacido en Estados Unidos. Michael había sido un hijo modélico, un alumno que sacaba sobresalientes en los colegios más exclusivos y que fundó una empresa de éxito a pesar de que sus padres nunca llegaron a acabar los estudios de secundaria. Un caso similar al de mi padre, excepto por que el mío nació en Ucrania e inmigró a Estados Unidos en su adolescencia. Se me ensanchó el pecho. Cuando Josh se enteró de que no tenía familia con la que celebrar Acción de Gracias (más allá de mi tío, a quien no podía importarle menos esa fiesta), me invitó a pasarla con los Chen. Me sentí agradecido y molesto al mismo tiempo. Odiaba que los demás se compadecieran de mí. -Josh, ¿has...? Oh. -Una voz de chica me detuvo. Me volví y analicé con la mirada fría a la morenita delante de mí. Realmente no era tan bajita, un metro sesenta y cinco aproximadamente, pero comparado con mi metro noventa era diminuta. Con sus labios rosas y su cara delicada, tenía un ligero aspecto de muñeca. Resplandeció y reprimí una mueca. No era normal que las sonrisas brillaran tanto. -¡Hola! Soy Ava, la hermana de Josh. Tú debes de ser Alex. -Me tendió la mano.Me quedé mirándola tan fijamente que se le apagó la sonrisa, que fue sustituida por una expresión incómoda. Josh me dio un codazo en las costillas. -Tío -dijo entre dientes. Al fin, le estreché la mano. Era pequeña y delicada, y no pude evitar pensar en lo fácil que sería rompérsela. Esta chica y su sonrisa resplandeciente no durarían ni un solo día en el mundo real, donde los monstruos acechaban detrás de cada esquina y la gente ocultaba detrás de una máscara sus verdaderas intenciones. Estaba convencido. Un grito me sacó de mis recuerdos y me devolvió a la vida real, donde se alargaban las sombras y el cuerpo al lado del mío se retorcía de angustia. -¡Basta! -Un miedo cerval inundaba la voz de Ava-. ¡No! ¡Socorro! Cinco segundos después, ya había encendido la lámpara de la mesilla y estaba fuera de la cama con una pistola en la mano. Siempre llevaba encima un arma de fuego, y había instalado un nuevo sistema de seguridad de última generación nada más mudarme. No sabía cómo era posible que un intruso hubiera burlado toda esta seguridad sin hacer saltar ninguna alarma, pero habían elegido la casa equivocada. Pero al mirar a mi alrededor, no vi a nadie en la habitación. -¡Para, por favor! -Ava se retorció en la cama, con la cara pálida. Tenía los ojos abiertos de par en par, pero no veía nada-. ¡Él...! -Se atragantó como si no pudiera llenar los pulmones con aire suficiente.Una pesadilla. Relajé los hombros antes de volver a tensarlos. No estaba teniendo una pesadilla; estaba sufriendo terrores nocturnos. Y unos muy intensos, a juzgar por su reacción. Ava volvió a gritar, y me dio un vuelco el corazón. Casi prefería que hubiera un intruso de verdad, para tener algo contra lo que luchar. No podía despertarla o sujetarla; eso era lo peor que se le podía hacer a alguien con terrores nocturnos. Lo único que podía hacer era esperar a que se le pasara el episodio. Dejé encendida la lámpara de la mesilla y la mantuve vigilada por si acaso se hacía daño en algún momento. Odiaba sentirme tan inútil, pero sabía perfectamente que nadie puede librar nuestras batallas mentales por nosotros. Media hora después, los gritos de Ava se habían calmado, pero permanecí despierto. Tampoco es que fuera a dormirme. Mi insomnio solo me permitía dormir dos o tres horas cada noche, aunque a veces durante el día dormía alguna siesta si podía. Abrí el ordenador y me puse a revisar algunos documentos de trabajo cuando me sonó una notificación en el móvil. Hey, me aburro. Era Josh. Al parecer, no era el único que no podía dormir esa noche.¿Y qué quieres que haga?
Distráeme
. Que te jodan. No soy tu mono de feria.
He roncado tan fuerte que he despertado a mi compañero de habitación. Deberías disfrazarte de mono de feria en Halloween
Solo si tú te disfrazas de cabrón. Perdón, de cabra.
Ya eres un cabrón.
Deberías dedicarte a hacer monólogos. Pero no dejes el trabajo.
Por cierto, ¿crees que no me atrevo? Lo haría solo para chantajearte con tus fotos vestido de mono.
Si vas a chantajear a alguien no se lo dices antes de tener el material con el que chantajear, imbécil.
Mientras Josh y yo nos decíamos gilipolleces, eché un vistazo a mi lado, donde Ava dormía con la cara enterrada en una de mis almohadas. Una descarga de algo parecido a la culpa me sacudió el estómago, lo cual era ridículo. No habíamos hecho nada. Además, dormir en la misma cama que la hermana de mi mejor amigo no era lo peor que había hecho... o que haría. Ni de lejos.
ESTÁS LEYENDO
Twisted Love - Ana Huang
RomanceHOLI LES PASO LA HISTORIA DE AVA Y ALEX VOLKOV DERECHOS DE AUTOR A @ANAHUANG