CAPÍTULO 19

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Ava

Si tuviera que describir a Alex Volkov, se me ocurriría una letanía de adjetivos. Frío. Bello. Implacable. Genio. «Paciente» no era uno de ellos. Ni siquiera estaba entre los mil primeros. Pero durante las últimas semanas, tenía que admitir que quizás había subido algún puesto en la lista, porque había sido muy paciente al ayudarme con todos los ejercicios de visualización y meditación que me preparaban para la primera clase de natación real. Si dos meses antes me hubieran dicho que iba a estar «visualizando» y «meditando» con el mismísimo Alex Volkov, me habría partido el culo, pero a veces la realidad supera a la ficción. Y he de decir que los ejercicios ayudaban. Me había visualizado caminando junto al borde del agua, y después había usado técnicas para calmarme. Empecé con cosas pequeñas, como piscinas y estanques, y después seguí con lagos. Alex también empezó a llevarme a sitios donde había agua para que me empezara a sentirmás cómoda cerca de ellos. Incluso metí el pie en una piscina. No había curado mi miedo al agua, pero ahora era capaz de pensar en ella sin que me diera un ataque de pánico la mayor parte de las veces. La idea de volar sobre un océano aún me daba náuseas, pero ya llegaríamos a eso. Lo más importante era que tenía esperanza. Si me esforzaba lo suficiente, quizás un día por fin conquistaría el miedo que me había asolado desde que tenía uso de razón. Pero aquel no fue el único cambio en mi vida. Algo era distinto en mi relación con Alex. Ya no solo era el mejor amigo de mi hermano, sino también el mío, aunque algunos de los sentimientos que tenía hacia él eran más que platónicos. Lo que sentí durante la sesión de fotos no era nada comparado con las fantasías que poblaban mi mente ahora. Te lo hará desde atrás. Te ahogará y te follará hasta que veas las estrellas. Te dirá todo tipo de guarradas y te tratará como a una puta. Aquello era lo único que no podía olvidar de mi conversación con Madeline. Cada vez que lo pensaba se me tensaban los muslos y empezaba a emanar calor entre las piernas. Me daba vergüenza admitirlo, pero sí, me había masturbado más de una vez con la fantasía de que Alex me hiciera... esas cosas. No es que fuera a hacerlo. Para mi frustración, se había comportado desde mi incidente en la piscina. No había habido miradas picantes, ni toqueteos, ni rastro del deseo que le había visto en la cara en aquella foto que le había tomado en la sesión.Esperaba que eso cambiara esa noche. -Estoy nerviosa -dijo Stella apoyada tras el sofá; era tan alta que tenía que agacharse para que sus rizos oscuros no se asomaran por arriba-. ¿Tú estás nerviosa? -No -mentí. Pero sí que lo estaba. Era el cumpleaños de Alex, y le estaba preparando una fiesta sorpresa. Con toda probabilidad odiaba las fiestas y las sorpresas, pero de alguna forma sentía que se lo debía. Además, nadie debería pasar solo su cumpleaños. Le pregunté a Alex sus planes para esa noche (sin que descubriera que sabía que era su cumpleaños) y dijo que tenía que revisar varios documentos de trabajo. Documentos de trabajo. En su cumpleaños. Va a ser que no. Ya que no conocía a ninguno de sus amigos, excepto a Ralph, el entrenador de krav magá, había elaborado una lista reducida de invitados. En el salón de Ralph se escondían Jules, Stella, Bridget, Booth y algunos otros alumnos de la academia de krav magá. Ralph había accedido a ser el anfitrión de aquella juerga y engañar a Alex para que pensara que era una quedada de Halloween de los compañeros de clase; los dos debían de estar al llegar. Había descartado la idea de una fiesta de disfraces (me daba que a Alex no le iba a gustar mucho), pero esperaba que la propia fiesta fuera una buena idea. A la gente normal le gustan las fiestas, aunque él no era gente normal. Se escuchó la puerta del coche y se me encogió el estómago de nervios. -¡Shhh! Ya vienen -dije en un susurro.Los murmullos del salón se apagaron. -... ayudarme a montarlo -dijo Ralph, mientras abría la puerta y encendía la luz. Todos saltamos a la vez. -¡Sorpresa! Ojalá hubiera tenido la cámara a mano, porque la expresión de Alex no tenía precio. Parecía un maniquí congelado, a excepción de sus ojos, que se movían desde los globos que había atado a los muebles hasta el cartel que habíamos hecho donde ponía «¡Feliz cumpleaños, Alex!» con letras brillantes. Después, se volvió hacia mí. -¡Feliz cumpleaños! -exclamé, intentando controlar los nervios. No pude distinguir si la sorpresa le había gustado u horrorizado, o si le daba igual. Era más difícil de leer que un libro de latín a oscuras. No contestó. Alex seguía congelado. Jules vino al rescate, encendió la música y animó a la gente a comer y a esparcirse. Mientras todos se desperdigaban, me acerqué a él con una enorme sonrisa. -Te hemos engañado, ¿eh? -¿Cómo sabías que era mi cumpleaños? -Alex se quitó la chaqueta y la dejó sobre el respaldo del sofá. Al menos tenía intención de quedarse. Me encogí de hombros, algo avergonzada. -Eres el mejor amigo de Josh. Claro que lo sabía. Frunció el ceño. -Pero nunca habíamos celebrado mi cumpleaños. -Para todo hay una primera vez. Venga. -Lo agarré de la muñeca-. ¡Tienes veintisiete años! Significa que te tienes que tomar veintisiete chupitos.Frunció el ceño un poco más. -Ni de coña. -Valía la pena intentarlo -reí-. Solo quería saber si eras tan tonto como para hacerlo. -Ava, soy un genio. -Y muy humilde. Alex dejó asomar una sonrisa. No muy grande, pero ya habría tiempo. Me costó un poco, pero se fue relajando a lo largo de la noche y al final se le veía comer y charlar con los demás como un ser humano normal. Le había hecho una tarta red velvet, ya que le gustaba tanto, y le cantamos el «Cumpleaños feliz» mientras soplaba las velas. Lo típico. Aunque se negó a participar cuando Ralph sacó su máquina de karaoke medio borracho. -¡Vamos! -insistí-. No tienes que cantar bien. Yo canto fatal, pero lo haré igualmente. Es para reírnos. Alex negó con la cabeza. -No hago nada que no se me dé bien, pero tú eres libre. -Qué tontería. ¿Cómo vas a ser bueno en algo sin practicar? Seguía quieto, así que suspiré y animé la fiesta con una versión desafinada de «Oops!... I Did It Again», de Britney Spears, hasta que rompieron en aplausos. Alex se había recostado en el sofá con el brazo detrás de la cabeza y unos cuantos botones de la camisa desabrochados. Me dedicó una sonrisa lánguida mientras me miraba cantar a pleno pulmón. Estaba tan guapo y relajado que me equivoqué con la letra, pero la ovación me la llevé de todos modos.La fiesta acabó unas horas después, y yo insistí en quedarme a recoger a pesar de que Ralph me dijo que él podía hacerlo. Todo el mundo se ofreció a echar una mano, así que nos dividimos en grupos: recoger la basura, barrer, etc. A Alex y a mí nos tocó fregar los platos. Ralph no tenía lavavajillas, así que yo fregaba y él secaba. -Espero que te lo hayas pasado bien -dije, frotando el azúcar de la tarta pegado a un plato-. Perdona por el infarto que casi te provocamos. Su risa hizo revolotear a las mariposas de mi estómago. -Hace falta algo más que una fiesta para que me dé un infarto. -Agarró el plato que tenía en la mano y lo secó antes de colocarlo en el escurridor. Ver a Alex hacer algo tan cotidiano me provocó otra descarga de emoción. Tengo un problema serio-. Pero me lo he pasado muy bien. - Carraspeó y añadió-: Ha sido mi primera fiesta de cumpleaños desde que murieron mis padres. Me quedé helada. Alex nunca me había hablado de sus padres, pero Josh me había dicho que habían muerto cuando él era joven, lo que significaba que no había tenido fiestas de cumpleaños al menos en la última década. Se me rompió el corazón al oírlo. No por la fiesta, sino porque no pudiera celebrarlo con su familia. Por primera vez, me di cuenta de lo solo que debía de sentirse Alex sin ningún pariente en el mundo a excepción de su tío. -¿Y qué sueles hacer en tu cumpleaños? -pregunté con voz suave. Se encogió de hombros.-Trabajar. Tomar algo con Josh. No mucho. Mis padres lo celebraban por todo lo alto, pero después de morir no tenía sentido. -¿Cómo...? -me detuve antes de terminar la pregunta. Un cumpleaños no era el mejor momento para preguntarle a alguien cómo había muerto su familia. Alex contestó de todas formas. -Fueron asesinados. -Después de un instante de duda, añadió-: El rival de mi padre lo organizó todo e hizo que pareciese un robo que había salido mal. Mis padres me escondieron antes de que nos encontraran, pero vi... - Tragó saliva-. Vi cómo ocurrió todo. Mi madre, mi padre y mi hermana pequeña, que no tuvo tiempo de esconderse. Me invadió el terror al pensar en que había tenido que presenciar el asesinato de su propia familia. -Lo siento. Es... No tengo palabras. -Tranquila. Al menos cogieron a los hijos de puta que apretaron el gatillo. -¿Y al rival de tu padre? -pregunté con suavidad. Parpadeó. -El karma se ocupará de él. Sentía un peso en el corazón dentro del pecho y se me ocurrió algo terrible: -El síndrome que padeces... Alex esbozó una sonrisa triste. -Es una putada. Lo revivo todos los días. A veces pienso si quizás podría haberlos salvado, aunque solo fuera un chaval. Solía enfurecerme por la injusticia hasta que me di cuenta de que a nadie le importaba una mierda. No habíanadie que me escuchara. Solo existe la vida y la suerte, y a veces en las dos cosas te tocan las peores cartas. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Se me habían olvidado los platos, sentía demasiado dolor. Me acerqué a Alex, que me miró con una expresión tensa. -A veces, pero no siempre. -De lejos se oía a los demás charlando en el salón, pero parecían estar a años luz de distancia. Allí en la cocina, Alex y yo habíamos entrado en nuestro pequeño mundo-. Hay algo bello esperándote, Alex. Tanto si lo encuentras ahora como si es dentro de muchos años, espero que te haga recuperar la fe en la existencia. Te mereces toda la belleza y la luz del mundo. Lo dije en serio. Detrás del caparazón helado había un humano, y su corazón roto había roto el mío en mil pedazos. -Ya estás romantizándome otra vez. -Alex no se movió cuando di otro paso hacia él, aunque le brillaban los ojos-. Ya es tarde para mí, Rayito. Destrozaré todo lo bello que se cruce en mi camino. -Lo dudo mucho -dije-. Y no estaba romantizándote. Pero ahora sí. Antes de perder el control, me puse de puntillas y lo besé. Fue un beso suave y puro, pero el efecto fue igual que si nos hubiéramos morreado durante horas. La piel me ardía, y el calor en mi estómago se reavivó. Me estremecí ante aquella sensación, el pulso me latía tan fuerte que no podía oír nada. Los labios de Alex eran fríos y firmes, y sabía ared velvet y a especias, y solo deseaba abrazarlo y devorarlo hasta no dejar nada de él. Alex se quedó quieto, con el pecho inflándose y desinflándose al respirar profundamente después de mi acercamiento. Apoyé mi mano en su pecho y recorrí sus labios con mi lengua, buscando una entrada... Ahogué un grito cuando Alex tiró de mí para besarme profundamente. Me agarró del pelo y tiró, haciéndome arquear la espalda mientras su lengua se hundía en mi boca. -No es el tipo de romance que imaginabas, ¿no? - murmuró, tirando tan fuerte que se me humedecieron los ojos. Me dio la vuelta y el borde de la encimera se me clavó en la piel, y con la mano me levantó la pierna para rodear su cintura. Su erección hizo presión sobre mi cuerpo, y yo me apreté sin miramientos, desesperada por la fricción. -Pídeme que pare, Rayito. -No. -¿Pedirle que parara? Ni una horda de caballos salvajes me iba a sacar de ahí. Le metí la mano en la camiseta, ávida por explorar la piel suave y los músculos tersos bajo mis dedos. Mi cuerpo entero palpitaba de ansia, y la posibilidad de que alguien nos pillara me excitaba todavía más. Solo había sido un beso, pero parecía mucho más. Algo peligroso. salvaje. Alex gruñó. Su boca buscó la mía otra vez, y el beso se volvió Voraz. Hambriento. Era implacable invadiendo mis sentidos, y su tacto, tan caliente y posesivo que se me impregnaba en la piel, y me rendí ante él sin el menor atisbo de resistencia.

Estaba a punto de desabrocharle el cinturón cuando se separó con tanta fuerza que me tambaleé hacia atrás, desorientada por la repentina falta de contacto. Me latía todo el cuerpo, tenía los pezones para rayar diamantes y la piel tan sensible que cualquier soplo de aire me hacía temblar. Pero cuando aquella nube se disipó, me di cuenta de que Alex me estaba mirando con furia. -Joder. -Se restregó la mano en la cara, con una expresión feroz que haría temblar a cualquiera-. Joder, joder, joder. -Alex... -No. ¿En qué estabas pensando? -espetó-. ¿Creías que íbamos a follar en la cocina mientras tus amigas están en la habitación de al lado? Me ruboricé. -Si es por Josh... -No es por Josh. -Alex se puso los dedos entre los ojos y suspiró lenta y controladamente-. No solamente. -¿Y entonces? -Me deseaba. Lo sabía; lo notaba, y no solo por el enorme bulto que revelaba su pantalón. Sí, Josh nos mataría si descubriera lo que había pasado, pero tampoco podía estar enfadado de por vida. Además, no volvía a Washington hasta Navidad. Teníamos tiempo. -Es por ti. Y por mí. Juntos. No funcionaría. -La mirada de Alex se intensificó-. Sea cual sea la fantasía que tienes en la cabeza, acaba con ella. Ese beso ha sido un error. No va a volver a ocurrir. Quería morir de la humillación. No sabía qué era peor, que Alex no me correspondiera al beso o que me correspondiera y después dijera eso. Quería discutir, peroya se me había agotado el cupo de valor por esa noche. Me había costado horrores besarlo primero, y una solo puede ofrecerse a un tío unas pocas veces antes de que sea humillante. -Vale. -Cogí un plato cualquiera de la pila y me puse a frotarlo, incapaz de mirarlo a los ojos. Tenía la cara tan roja que sentí que iba a explotar-. Lo pillo. Aquí no ha pasado nada. -Bien. -Alex no sonó tan satisfecho como pensaba. Seguimos fregando en un silencio solo roto por el ruido de la vajilla. -Intento salvarte, Ava -dijo de pronto, justo cuando acabamos de fregar los platos y estaba a punto de irme. -¿De qué? -Evité mirarlo, pero por el rabillo del ojo podía ver cómo él me miraba. -De mí. No contesté, porque ¿cómo iba a decirle al hombre que quería salvarme que yo no quería que nadie me salvara?

Twisted Love - Ana Huang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora