¿SUMISIÓN?

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Ava

—No es seguro.

Bridget levantó su metro setenta y cinco y le lanzó una mirada gélida al hombre de pelo oscuro que la estaba observando amenazadoramente. Le echó un par, teniendo en cuenta que era la princesa y él su guardaespaldas, pero Rhys Larsen no era Booth. Había quedado claro esa semana desde que llegó a Hazelburg para cubrir las funciones de Booth.

Habíamos celebrado una gran fiesta de despedida para Booth en La Cripta y habíamos rezado para que el nuevo guardaespaldas de Bridget fuera tan majo como Booth.

Las plegarias no fueron escuchadas.

Rhys era arisco, seco y arrogante. Sacaba de quicio a Bridget, lo cual era mucho, porque ella nunca perdía los nervios. En los últimos siete días, sin embargo, la había visto a punto de gritar. Me impresionó tanto que estuve a punto de sacar la cámara.

—El Festival de Otoño es una tradición anual —dijo con voz regia—. Llevo asistiendo los últimos tres años y no pienso dejar de hacerlo.

Los ojos grises de Rhys parpadearon. Era un poco más joven que Booth, unos treinta y pocos, y tenía el pelo negro y grueso, los ojos metálicos y una envergadura ancha y musculada que le daba aspecto de torre al lado de la elegancia de Bridget, incluso aunque llevara tacones. Una barba incipiente le cubría el mentón, y una cicatriz pequeña e irregular le atravesaba la ceja izquierda. Sin la cicatriz habría sido increíblemente guapo; con ella seguía siendo increíblemente guapo, pero también peligroso. Más amenazador.

Una buena cualidad para un guardaespaldas, supuse.

—Es una cuestión de control de la multitud. —Su voz retumbó por todo el coche, profunda y autoritaria, incluso para ser el subordinado de Bridget—. Demasiada gente en un espacio demasiado reducido.

Stella, Jules y yo nos quedamos calladas con prudencia mientras Bridget le fulminaba con la mirada.

—Es un evento de la universidad. Obviamente va a haber una multitud, pero nunca antes he tenido ningún problema.

La mitad de los de ahí ni siquiera saben quién soy.

—Suficiente con que lo sepa uno —contestó Rhys, monocorde—. Con solo mirarlo ya sé que el festival está a su máxima capacidad.

—Es ridículo. No voy a entrar en zona de guerra, y hay menos gente que en un estadio. Nadie me ha dicho nunca que no pueda ir a un estadio.

—Las medidas de seguridad y disposición de los estadios son...

—Basta. —Bridget levantó la mano—. Me niego a quedarme en casa como una princesa encerrada en una torre en mi último año de universidad. Voy a ir, y tú te puedes quedar en el coche o bien venir conmigo.

Abrió la puerta del coche y salió sin mirar atrás. Rhys respiró profundo por la nariz, pero salió tras ella inmediatamente, con los ojos acechantes, alerta ante el peligro.

Jules, Stella y yo nos lanzamos detrás.

El Festival de Otoño era uno de los eventos más esperados del año escolar. Los negocios locales montaban estands de productos y alimentos de temporada con descuentos para los alumnos, chocolate caliente y dónuts de sidra de manzana, pasteles de calabaza y sándwiches de carne mechada. Había juegos y actividades clásicas como morder manzanas, lecturas de tarot, y, al ser la universidad, también era una plataforma donde alumnos y exalumnos se reunían para beberse su peso en alcohol.

Rhys tenía razón, había más gente de lo previsto en el festival, pero nada comparado con las fiestas de primavera   a las que habíamos ido alguna vez. Entendí su preocupación, pero también estaba de acuerdo con Bridget en que su reacción era un poquito exagerada.

Twisted Love - Ana Huang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora