📞LLAMADA 📞

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Ava

Alex y yo pasamos el resto del fin de semana encerrados en la suite, viviendo de orgasmos y del servicio de habitaciones y bautizando todas las superficies de la habitación (aunque no sé si «bautizar» es el término adecuado, teniendo en cuenta lo sucias que eran nuestras actividades).

El sexo con Alex no se parecía en nada al sexo que había conocido. Era salvaje. Animal. Arrasador en el mejor sentido posible. Destruyó cualquier idea preconcebida de lo que yo era, y me convirtió en algo más oscuro, más depravado. Me llamaba Rayito y, acto seguido, puta.

Y me encantaba.

Incluso cuando era más frío, Alex siempre me había tratado con respeto fuera de la cama, pero dentro yo era su juguete. Y podía follarme y usarme (en la ducha, contra la ventana, sobre el escritorio) y yo lo deseaba tanto como él. Grité y contraje todo el cuerpo alrededor de su polla en lo que debía de ser la milésima vez, mientras otro orgasmo me sacudía y me rompía en mil pedazos de agonía eufórica.Cuando la neblina de placer se disipó, vi que Alex me miraba con una sonrisa burlona.

—¿Qué? —murmuré, demasiado aturdida de placer como para decir nada más.

—Me encanta ver cómo te corres. —Me agarró por las caderas posesivamente—. Solo para mí, Rayito. Que no se te olvide.

—¿Qué harías si se me olvida? —Lo decía de broma, pero los ojos de Alex lanzaron un destello de peligro mientras me metía los dedos.

—En tus manos está evitar el asesinato de un hombre. ¿Vale? —Me acarició la piel con la nariz antes de hundirme los dientes en el cuello, castigándome y marcándome al mismo tiempo.

Sentí un estallido de placer y dolor.

—Cuidado —suspiré—. O acabarás con tu reputación de follador sin sentimientos.

—Nadie más me verá así nunca. Solo tú.

Antes de poder controlar las mariposas de mi estómago, alguien llamó a la puerta.

—¿Quién es? —pregunté, con sus palabras aúnresonando en mi cabeza. «Nadie más me verá así nunca. Solo tú.»

Sonreí ampliamente.

—Es el servicio de habitaciones. Lo pedimos antes de queme acorralaras e hicieras lo que querías conmigo.

Alex salió rodando de la cama y se rio suavemente cuando le lancé una mirada burlona desde mi montaña de maravillosas almohadas blanditas.

—Para tener una memoria supuestamente «superior», parece que se te ha olvidado que tú eres el que me ha despertado con un asunto muy... urgente. —Arqueé una ceja, recordando la sensación de sus manos agarrándome los pechos y su polla restregándose contra mi culo esa misma mañana

—Ah, ¿sí? —Sonrió fugazmente, y yo no pude más que deshacerme en mi propia baba. Nunca me cansaba de las sonrisas de Alex. Lo siento, cariño, pero se acabó, le dije a mi pobre corazón. Ya no me perteneces—. Qué desconsiderado.

Solo cuando trajo el desayuno me di cuenta de que me moría de hambre.

El sexo, decidí mientras le hincaba el diente a un croissant, es mi forma favorita de ejercicio.

Pero aunque el fin de semana hubiera sido increíble, al día siguiente teníamos que regresar a la realidad, y había muchas cosas pendientes de hablar.

—Alex...

Suspiró y bajó el café.

—Lo sé.

—¿Qué le vamos a decir a Josh? —Hice un gesto de horror al imaginar la reacción de mi hermano. Me compraría una armadura de cuerpo entero, por si acaso.

Twisted Love - Ana Huang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora