CAPÍTULO 12

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Ava

-El experimento ha sido un fracaso, pero al menos ya se ha acabado. -Apuré la copa de vodka de arándanos. Había tardado tanto en bebérmela que el hielo se había derretido y sabía a agua afrutada-. Gracias a Dios. -Qué pena -dijo Bridget, decepcionada-. Tenía ganas de ver a Alex perder los papeles. -Aún estamos a tiempo. No ha terminado el experimento. -Jules agitó el dedo en el aire. Me subió un escalofrío de inquietud por el cuello. -Sí que ha terminado. Dijimos que habría cuatro fases: tristeza, asco, felicidad y miedo. -Hay cinco fases. -Los ojos almendrados de Jules brillaron de malicia-. La última son los celos, ¿o se te había olvidado? -¡Nunca dije que sí a esa! Estábamos en La Cripta, el bar más popular del campus de Thayer, celebrando la última fiesta antes del comienzo de las clases el lunesy miedo. -Hay cinco fases. -Los ojos almendrados de Jules brillaron de malicia-. La última son los celos, ¿o se te había olvidado? -¡Nunca dije que sí a esa! Estábamos en La Cripta, el bar más popular del campus de Thayer, celebrando la última fiesta antes del comienzo de las clases el lunes siguiente. Los alumnos habían siguiente. Los alumnos habíanempezado a llegar y el bar estaba más lleno que en cualquier otro momento del verano. -Pero si es la mejor -protestó Jules-. No... -Ava. Me puse tensa al escuchar mi nombre en esa voz. La voz que solía susurrarme por la noche y que solía decirme que me quería. La voz que llevaba dos meses sin oír, desde aquel día de julio en que apareció en la galería para hablar conmigo. Volví la cabeza hasta que unos ojos almendrados se cruzaron con los míos oscuros. Liam se acercó a mí, más guapo y pijo que nunca, con un polo azul marino y unos pantalones caquis. Se había cortado el pelo bastante, por lo que sus mechones rubios ya no eran el amasijo de rizos en los que me encantaba enredar los dedos. Mi visión periférica me reveló en un instante la reacción de mis amigas ante aquella aparición inesperada: nervios en la cara de Stella, inquietud en la de Bridget e ira en la de Jules. -¿Qué estás haciendo aquí? -Me dije a mí misma que no tenía por qué tenerle miedo. Estábamos en un lugar público, sentadas en medio de un bar lleno de gente. Me rodeaban mis amigas y Booth, quien miraba a Liam como si quisiera soltarle una patada en cualquier momento. Estaba a salvo. Y aun así, me dio un escalofrío de congoja. Pensé que Liam había cesado en su empeño de que volviera con él, pero ahí estaba, mirándome como si no hubiera cambiado nada. Como si no le hubiera pillado con los pantalones porlos tobillos encima de una rubia la noche en que me dijo que «tenía fiebre». Me había dejado caer por su piso para sorprenderle con un caldo de pollo y al final fui yo la sorprendida. -¿Podemos hablar? -Estoy ocupada. -El aliento le olía a alcohol, y si no me interesaba hablar con un Liam sobrio, mucho menos con uno borracho. -Ava, por favor. -Ha dicho que está ocupada, imbécil -ladró Jules. Liam la miró. Nunca se habían llevado bien. -Me parece que no te he preguntado a ti -dijo con desprecio. -A ver si te parece que te meta una... -Cinco minutos. -Me levanté con los hombros rígidos. -¿Qué...? -Ava... -¿Estás segura...? Todas mis amigas hablaron a la vez y yo asentí con la cabeza. -Sí. Vuelvo en cinco minutos, ¿vale? Y si no... -Miré a Liam-. Me venís a buscar con antorchas y piedras. Si no hablaba con él, iba a estar merodeando por allí toda la noche, así que prefería quitármelo de encima. -Yo tengo algo más que antorchas y piedras -gruñó Booth. Liam se estremeció. Lo seguí afuera y me crucé de brazos. -Que sea rápido. -Quiero otra oportunidad.-Ya te lo he dicho mil veces: no. Hizo un gesto de frustración. -Mi amor, han pasado meses. ¿Qué más quieres que haga, que me arrodille y te suplique? ¿No me has castigado ya bastante? -No se trata de castigarte. -Para alguien graduado cum laude, le costaba entender un concepto tan simple-. Se trata de que me pusiste los cuernos. Me da igual el tiempo que haya pasado o que lo sientas muchísimo. Engañar a tu pareja es inadmisible, así que nunca vamos a volver. Jamás. La frustración se transformó en ira. -¿Por qué? ¿Ya estás con otro? -gruñó-. Tienes una polla nueva y no me necesitas, ¿es eso? Nunca pensé que fueras tan zorra. -Que te den por culo. -El corazón me latía a toda velocidad. Liam nunca me había dicho algo tan fuerte. En la vida-. Ya han pasado cinco minutos. Se acabó la conversación. Intenté marcharme, pero me agarró de la muñeca y me dio un tirón. Era la primera vez que me ponía la mano encima en un arrebato de furia. El latido se me aceleró aún más, pero me obligué a mantener la calma. -Quítame las manos de encima -susurré-. O te arrepentirás. -¿Quién es? -Los ojos de Liam estaban a punto de salirse de sus órbitas, y me di cuenta de que no solo estaba borracho, sino también drogado. Una combinación peligrosa-. ¡Dímelo!-¡No estoy con nadie, y si lo estuviera, no es asunto tuyo! -Ojalá me hubiera llevado el espray de pimienta. Ya que no lo tenía, tuve la segunda mejor reacción que se me ocurrió: le di una patada en los huevos. Fuerte. Liam me soltó instantáneamente y se dobló de dolor. -Maldita zorra... -resolló-. Eres... la No me interesaba lo que tuviera que añadir a eso. Volví a seguridad del interior del bar, con el pulso retumbándome en los oídos. No me puedo creer lo que acaba de pasar. Liam nunca había estado tan fuera de control. Había sido muy pesado y bastante gilipollas, pero nunca me había hecho daño físicamente. Cuando les conté a mis amigas lo que había pasado y salieron a enfrentarse a Liam a pesar de mis protestas, él ya se había ido. Aunque yo seguía igual de inquieta. Crees que conoces a una persona hasta que algo te demuestra que, en realidad, no la conocías en absoluto.

Twisted Love - Ana Huang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora