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El aroma de comida recién hecha impregnaba la pequeña cabaña de Taehyung, mezclándose con el inconfundible olor a tierra mojada y vainilla que parecía envolver todo lo que tocaba. Jimin revolvía la sopa en una olla mientras canturreaba una canción, intentando animar a su amigo. Su presencia, un cálido contraste con el frío de la casa, llevaba consigo una mezcla refrescante de menta y roble, como un respiro en medio de un espacio lleno de recuerdos.

—¿Le pondremos más sal? —preguntó Jimin, inclinándose para probar el caldo con una cuchara.

—No demasiada —respondió Taehyung, colocando con cuidado un pequeño plato de frutas sobre la mesa que usaba para las ofrendas a su abuela—. A ella no le gustaba cuando todo estaba muy salado.

Jimin asintió, guardando silencio por un momento, respetando la solemnidad del gesto de Taehyung. Mientras preparaban el resto de la comida, Jimin decidió romper el silencio.

—¿Sabes? Me gusta venir aquí. Se siente… cálido. Como si ella todavía estuviera aquí contigo.

Taehyung dejó escapar un suspiro, deteniéndose para mirar las flores frescas que había puesto junto al jarrón de cenizas.

—Lo sé, pero a veces esa calidez duele más de lo que consuela.

Jimin dejó la cuchara y se acercó a su amigo, colocando una mano en su hombro. La frescura de su aroma a menta le brindó un pequeño consuelo, una paz que Taehyung apenas lograba sentir.

—¿Has pensado más en lo que vas a hacer?

Taehyung asintió lentamente, con la mirada fija en el altar improvisado.

—Voy a dejar la cafetería. Buscaré un trabajo que ocupe todo mi tiempo… algo que me mantenga tan ocupado que no tenga tiempo de pensar en nada más. También terminaré la universidad online.

—¿Y qué harás con esta casa? —preguntó Jimin, preocupado.

—No lo sé. No creo poder soportar estar aquí más tiempo. Cada rincón me recuerda a ella. Sus risas, sus historias… Es como si aún la escuchara caminando por el pasillo. Pero al mismo tiempo, duele tanto saber que ya no está.

Jimin apretó su hombro con más fuerza, intentando transmitirle algo de consuelo. El suave aroma a roble que desprendía parecía envolverlo, dándole un respiro momentáneo.

—¿Y dónde piensas ir?

Taehyung se encogió de hombros.

—No tengo idea. Solo sé que necesito salir de aquí antes de que este lugar termine consumiéndome por completo.

—Sabes que me encantaría llevarte conmigo, pero ya sabes cómo es Yoongi con el espacio personal —dijo Jimin con una pequeña sonrisa, intentando aligerar el ambiente.

—Lo sé, Chim. No te preocupes por eso. Es algo que tengo que resolver por mi cuenta.

Ambos se quedaron en silencio por unos minutos, el único sonido era el burbujeo del caldo en la estufa. Finalmente, Jimin habló de nuevo.

—Bueno, hagamos esto por ella, ¿sí? Ella estaría orgullosa de ti, sea cual sea la decisión que tomes.

Taehyung asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza al escuchar esas palabras. Se prometió a sí mismo que encontraría la manera de avanzar, aunque aún no supiera cómo.

A partir de ahí, cada 24 de cada mes, Taehyung volvería a la casa para hablar con su abuela. Era una tradición que había mantenido, una necesidad personal que no podía dejar de lado. Nadie lo entendía realmente, pero él no podía evitar sentirse más cerca de ella en esos momentos de silencio, entre las sombras de las paredes que habían sido su hogar.

the fate of omega  (En Emisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora