CAPÍTULO 13

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Alex

La gala benéfica anual de exalumnos de Thayer era el evento de la temporada, pero aunque servía para recaudar fondos para alguna causa de actualidad, en realidad no tenía nada que ver con la solidaridad. Sino más bien con el ego. Yo iba todos los años. No porque quisiera ser un filántropo o por nostalgia de mi época universitaria, sino porque la gala era una fuente de información. Entre los exalumnos de Thayer estaban algunas de las personas más poderosas del mundo, y en agosto todas ellas se congregaban en la sala de eventos del Hotel Z de Washington. Era una oportunidad perfecta para hacer contactos y recabar información.

-... paso la factura, pero me matarán en el Congreso... Fingí escuchar a Colton, un antiguo compañero de clase que ahora trabajaba en el departamento legal de una empresa de software, mientras me soltaba un rollo sobre legislación tecnológica.

Casi nunca tenía nada interesante que decir, pero su padre estaba muy bien posicionado en el FBI, así que lo mantenía cerca por si acaso lo necesitaba en el futuro. Era una carrera de fondo, que no se medía en semanas o meses, sino en años. Décadas. Incluso la semilla más pequeña puede convertirse en el roble más grande. Era un concepto muy simple que la mayoría de las personas no entendían porque estaban ocupadas buscando recompensas a corto plazo, y por eso casi siempre fracasaban. Se pasaban la vida sentados en su sillón diciéndose a sí mismos que «algún día...», cuando la preparación tendría que haber empezado ayer. Y cuando llega ese «algún día», ya es demasiado tarde.

-... con el problema de las IP en China... -Colton paró de hablar repentinamente. Gracias a Dios. Como hubiera tenido que escuchar un minuto más su voz nasal, habría ido a la barra para apuñalarme en el ojo con un tenedor

-¿Quién es esa? -preguntó, con una mirada hambrienta que dirigió detrás de mí-. Está buenísima. -En su voz había tanto vicio como en sus ojos-. No la conozco. ¿Tú? Me di la vuelta con curiosidad. Y tardé un segundo en localizar a la chica que le había llamado la atención. Colton era casi tan mujeriego como Josh. Cuando por fin localicé la fuente de la mirada voraz de Colton, se me tensaron los músculos y apreté la copa de champán con la mano con tanta fuerza que el cristal podría haber estallado en cualquier momento. Se deslizó por la sala, como si su cuerpo fluyera en un sedoso vestido brillante que se vertía como oro líquido por sus curvas. Llevaba el pelo recogido en un elegante peinado que le dejaba al descubierto un cuello de cisne y unos hombros suaves. Ojos oscuros. Piel bronceada. Labios rojos. Sonriente y luminosa, no era consciente de que había entrado en un nido de víboras. Era una diosa atravesando las puertas del infierno, y ni siquiera se daba cuenta. Sentí un tirón en la mandíbula. ¿Qué narices hacía allí Ava, con ese vestido? Todavía no era exalumna. No debería estar allí. No con toda esa gente. Les habría sacado los ojos a todos los que la miraban como si fuera un pedazo de carne, que eran prácticamente todos los hombres de la sala, incluido Colton. Como no metiera la lengua dentro de la boca rápido, no dudaría en cortársela. Sin decir palabra, lo dejé salivando detrás de mí y seguí a Ava con zancadas decididas y furiosas que acortaron el espacio entre nosotros. Llevaba la mitad del camino recorrido cuando alguien me bloqueó el paso. Reconocí su olor antes de verle la cara, y se me tensaronaún más los músculos. -Alex -susurró Madeline-. Hace mucho que no sé nada de ti. Su vestido rojo iba a conjunto con sus labios brillantes. La melena rubia se le derramaba por los hombros en marcadas ondas, y estaba lo bastante cerca como para intuir la sutil aureola de sus pezones a través de la seda del vestido. Hace tiempo, esa imagen me habría puesto cachondo. Pero ahora su ropa y su sonrisa seductora me provocabanla misma reacción que si llevara puesto un saco de patatas. -He estado ocupado. -Pasé de largo y ella me imitó y me bloqueó el paso de nuevo. -Nunca me has compensado por haber cancelado aquella cita. -Me pasó los dedos por el brazo. Su tacto era pretendidamente suave, pensado para dejarme con ganas de más. Yo solo quería que se quitara del medio. Clavé la mirada de nuevo en Ava, y se me tensaron los músculos aún más al ver a Colton a su lado. ¿Cómo coño había llegado tan rápido? Una vez jugué con él al baloncesto y el tío era más lento que una tortuga drogada. -Y nunca lo haré. -Me deshice del brazo de Madeline-. Ha estado bien, pero ya es hora de tomar caminos separados. Puso cara de estupefacción, que enseguida se transformó en una máscara de ira. -¿Estás rompiendo conmigo? -Para romper, tendríamos que haber salido en algún momento. -Me volví hacia uno de los hombres que le estaba mirando el culo-. Ese congresista parece interesado. ¿Por qué no vas a saludarle? Su piel cremosa se puso roja. -No soy una prostituta -susurró Madeline-. No me puedes lanzar a otro tío cuando te canses de mí. Y no hemos terminado. No hasta que yo lo diga. Soy Madeline Hauss, joder. -Ahí te equivocas. Todos nos prostituimos, cada uno a nuestra manera -dije con una sonrisa fría-. Por hoy dejaré pasar ese tono, teniendo en cuenta nuestra historia.Pero no vuelvas a intentar contactar conmigo, o descubrirás por las malas cómo me he ganado esta reputación. No tengo escrúpulos a la hora de arruinar a quien haga falta. La conversación se había terminado. Madeline se quedó balbuceando algo y me alejé, irritado por la interrupción y furioso al ver lo que me esperaba en mitad de la pista de baile. Ava y Colton se balanceaban al ritmo de la música de la orquesta que la universidad había contratado para la gala. Él tenía las manos apoyadas en sus caderas, y me fijé en cómo las iba bajando a cada segundo que pasaba. Llegué a su lado justo en el momento en que ella se estaba riendo de algo que había dicho él. Su risa voló por el aire como una campanilla, y se me tensó un poco más la mandíbula. Él no se merecía aquella risa. -¿Qué tiene tanta gracia? -pregunté, disfrazando la ira con una expresión de fría indiferencia. Al verme, Ava puso cara de sorpresa y recelo. Bien. Debería tener cuidado. Debería estar en casa, sana y salva, en lugar de estar bailando con un miserable como Colton, quien no había perdido oportunidad de manosearle todo el cuerpo. -Solo le estaba contando un chiste -dijo Colton entre risas, al mismo tiempo que me lanzaba una mirada como si quisiera decirme: «Tío, ¿por qué eres tan cortarrollos?». Tenía suerte si solo le cortaba el rollo. Estaba tentado deromperle todos los huesos de la mano por tocarla de esa manera-. ¿Te importa? Estábamos bailando. -Pues ahora es mi turno. -Maniobré para colocarme entre los dos y lo empujé con un poco más de fuerza de la necesaria. Colton dio un paso atrás-. Tienes que irte ya. Hay mucho trabajo. Levantó la ceja. -Yo... -Su mirada pasó de mí a Ava, y la de ella hizo lo mismo conmigo y Colton. Por fin se dio cuenta. Resulta que al final no era tan lento-. Ah, tienes razón, tío. Perdona, se me había olvidado. -Ya comeremos un día -dije. No solía cerrar las puertas a nadie a menos que fuera un competidor empresarial o que me viera obligado. Semillas. Robles-. En el Valhalla. El Valhalla era el club privado más exclusivo de Washington. Solo admitía a unos cien miembros, y cada uno de ellos podía llevar a un solo invitado una vez al trimestre. Le había ofrecido a Colton pase vitalicio. Se le abrieron los ojos de par en par. -Oh, sí -balbuceó, intentando disimular su asombro sin éxito-. Eso estaría bien. -Buenas noches -dije para despacharle y advertirle, todo a la vez. Colton salió por patas y me volví hacia Ava. Estábamos tan cerca que podía ver cómo la luz de los candelabros se reflejaba en sus ojos como pequeñas estrellas en una noche infinita. Abrió los labios, húmedos y rojos, y me entró un profundo deseo de averiguar si sabían tan dulces como parecían.-Me has espantado a mi pareja de baile. -Su voz sonó más rasgada de lo habitual, y mi polla se levantó al oírla. Apreté los dientes y me acerqué un poco más a ella hasta que ahogó una exclamación. -Colton no es una pareja de baile. Es un mujeriego y un cretino, y cuanto más te alejes de él, mejor para ti. También alejarse de mí era lo mejor para ella, pero la situación era bastante irónica. Ojalá supiera para qué he venido a Washington. Pero, joder, no pasaba nada por ser un poco hipócrita. Ni siquiera entraba dentro de las diez veces que más lo había sido. -Qué sabrás tú lo que es mejor para mí. -Las estrellas de sus ojos se transformaron en fuego desafiante-. No me conoces. -Ah, ¿no? -La guie por la sala, con la piel estremecida por la extraña carga eléctrica del aire. Era como si un millón de agujas se me estuvieran clavando en busca de un punto débil. Una grieta. Una puerta, aunque fuera diminuta, por la que colarse y resucitar a mi corazón helado y muerto desde hacía tanto tiempo. -No. No sé lo que te cuenta Josh de mí, o si te cuenta algo, pero te aseguro que no tienes ni idea de lo que es mejor o peor para mí. Me paré en seco y ella se chocó contra mi pecho. Mi pulgar e índice le rozaron la barbilla, que alzó hacia mí. -Ponme a prueba. Ava parpadeó y empezó a exhalar el aire breve y suavemente. -Mi color favorito.-El amarillo. -Mi sabor de helado favorito. -Menta con chocolate. Su pecho aceleró el ritmo. -Mi estación favorita. -Verano, porque hace calor y brilla el sol y hay vegetación. Pero en secreto, te fascina el invierno. -Bajé la cabeza hasta que mi aliento resbaló por su piel y me impregné de su aroma como una droga. Mi voz se volvió una versión ronca de sí misma-. Dice mucho de las partes más oscuras de tu ser. Es la manifestación de tus pesadillas. Todo aquello que temes, y que por tanto, te atrae. Porque el miedo te hace sentir viva. La orquesta seguía tocando, y a nuestro alrededor la gente daba vueltas y vueltas, pero en el pequeño mundo que habíamos creado entre nosotros apenas había espacio para nuestras respiraciones. Ava se estremeció cuando la toqué. -¿Cómo sabes todo eso? -Mi trabajo es saber cosas. Observo. Analizo. Recuerdo. -Di un pequeño gusto a mi deseo y le rocé los labios con el dedo pulgar. Un escalofrío nos atravesó, y nuestros cuerpos estaban tan sincronizados que reaccionamos exactamente de la misma manera al mismo tiempo. Bajé el dedo y lo detuve en su barbilla-. Pero eso son preguntas muy superficiales, Rayito. Pregúntame algo real. Se me quedó mirando con sus ojos del color del chocolate fundido. -¿Qué deseo? Una pregunta meditada y peligrosa.Los humanos deseamos muchas cosas, pero en cada corazón late un único deseo verdadero. Una sola cosa que esculpe cada uno de nuestros pensamientos y acciones. El mío era la venganza. Una venganza cruel, descarnada y violenta. Había nacido de los cadáveres ensangrentados de mi familia, se había filtrado en mi piel y en mi alma hasta que mis pecados dejaron de ser solo míos, y fueron nuestros. Míos y de la venganza, dos sombras recorriendo el mismo camino intrincado. Ava era distinta. Y supe cuál era su verdadero deseo desde el momento en que crucé la mirada con ella ocho años atrás, cuando era esa chica de mirada resplandeciente que me regaló una cálida sonrisa de bienvenida. -Amor. -La palabra flotó entre nosotros como una suave brisa-. Amor profundo, sólido e incondicional. Lo deseas tanto que querrías vivir por él. -La mayoría de la gente creía que el mayor sacrificio que puede hacer alguien era morir por algo. Pero estaban equivocados. El mayor sacrificio que alguien podía hacer era vivir por algo, dejar que te consuma y te convierta en una versión de ti mismo que ni siquiera reconoces. La muerte era olvido; la vida era realidad, la verdad más pura que jamás haya existido-. Lo deseas tanto que dices que sí a todo. Confías en todo el mundo. Un favor más, un gesto más... y, tal vez, solo tal vez, recibirás el amor que deseas tan desesperadamente que lo venderás demasiado barato. Mi tono se volvió hiriente; la conversación había dado un giro de ciento ochenta grados y se dirigía hacia un lugar terrible.Porque lo que más me gustaba de Ava también era lo que más odiaba de ella. La oscuridad ansía la luz del mismo modo que quiere aniquilarla, y nunca había estado más claro que aquí, en esta sala, con su cuerpo entre mis brazos y mi polla a punto de reventar dentro del pantalón. Odiaba desearla tanto, y odiaba que ella no fuera lo bastante inteligente como para huir de mí mientras aún podía. Aunque, para ser sincero, ya era demasiado tarde. Ya era mía. Aunque ella aún no lo sabía. Ni siquiera yo fui consciente hasta que la vi en los brazos de Colton y todos los instintos me gritaron que debía apartarlo de ella. Reclamar lo que era mío. Esperaba que se pusiera furiosa al oír mis palabras, que rompiera a llorar o que saliera corriendo. Pero en lugar de eso, se me quedó mirando, imperturbable, y dijo lo más increíble que había oído en mucho tiempo: -¿Estás hablando de mí o de ti? Por poco se me escapa una carcajada de lo absurdo de su pregunta. -Debes de haberme confundido con otro, Rayito. -Yo creo que no. -Ava se puso de puntillas para susurrarme al oído-: Ya no me engañas, Alex Volkov. He estado pensando en cómo te has fijado en todas esas cosas de mí. Cómo aceptaste cuidar de mí, cuando pudiste haberte negado. Cómo te quedaste a ver esas películas conmigo cuando creías que aún estaba enfadada, y cómo me dejaste que pasara la noche en tu casa cuando me quedé dormida. Y he llegado a una conclusión. Quieres que el mundo crea que no tienes corazón, cuando en realidadtienes uno que está lleno de capas: un corazón de oro enjaulado en un corazón de hielo. Y lo único que tienen en común todos los corazones de oro es que están sedientos de amor. La agarré con fuerza, furioso y excitado al mismo tiempo por su estúpida y terca bondad. -¿Qué te dije sobre romantizarme? La deseaba, pero no de una manera dulce y tierna. Era un deseo sucio y terrible, contaminado por la sangre de mis manos y el deseo de arrancarle toda la luz y arrastrarla hasta mi noche. -No te estoy romantizando si lo que digo es verdad. Se me escapó un rugido. Me permití agarrarla un segundo más antes de apartarla de mi vista. -Vete a casa, Ava. Este lugar no es para ti. -Me iré a casa cuando quiera irme a casa. -Deja de ponérmelo tan difícil. -Deja de ser un gilipollas. -Creí que tenía un corazón de oro -me burlé-. Coge un bando y quédate en él, Rayito. -Hasta el oro pierde el brillo si no se cuida de él. -Ava dio un paso atrás y yo me aguanté las ganas ridículas de ir detrás de ella-. He pagado la entrada y me voy a quedar hasta que decida irme. Gracias por el baile. Se dio la vuelta en silencio y me dejó solo. Hice un esfuerzo por ignorar a Ava el resto de la noche, aunque se colaba en mi visión periférica como una chispa dorada que no acababa de desaparecer. Por suerte para loshombres de la habitación, no bailó con nadie más, y se pasó la mayor parte del tiempo charlando y riendo con algunos exalumnos. Yo me pasé la noche recopilando información sobre congresistas a los que necesitaba para expandir Archer y convertirlo en un conglomerado, desde pequeños cotilleos sobre mis competidores hasta jugosos secretos de amigos y rivales. Acababa de tener una conversación muy reveladora con el director de una importante consultora cuando perdí de vista a Ava. De un momento a otro desapareció. Y veinte minutos después aún no había vuelto: era demasiado tiempo para ir al baño. Se estaba haciendo tarde, así que puede que ya se hubiera marchado. No habíamos acabado en los mejores términos, pero prefería asegurarme de que había llegado bien a casa. Por si acaso. Ya estaba de camino cuando escuché un golpe en una pequeña sala contigua al salón principal, que servía para que los invitados dejaran sus bolsos y chaquetas. -¡Suéltame! Se me heló la sangre. Abrí la puerta y el hielo se transformó en llamas. Liam, el exnovio de Ava al que decidí que iba a asesinar en ese momento, había acorralado a Ava contra la pared y la tenía agarrada de las muñecas sobre la cabeza. Estaban tan centrados el uno en el otro que no se dieron cuenta de que había entrado. -Me dijiste que no estabas con nadie más -masculló Liam-. Pero te he visto antes bailando con él. Me mentiste,Ava. ¿Por qué me mentiste? -Estás loco. -Incluso desde mi posición, podía ver cómo le ardían los ojos-. Suéltame. Lo digo en serio. ¿O quieres que repita lo de la semana pasada? ¿La semana pasada? ¿Qué coño había pasado la semana pasada? -Pero te quiero -dijo con voz lastimera-. ¿Por qué tú no me quieres? Fue solo un error, mi amor... -Empujó su cuerpo contra el de ella, bloqueando el movimiento de sus piernas. El fuego me corría por las venas mientras me acercaba-. Todavía me quieres. Lo sé. -Te voy a dar tres segundos para moverte, o no me haré responsable de mis acciones. -Me inundó el orgullo al escuchar la voz firme de Ava. Esa es mi chica-. Uno... Dos... Tres. Acababa de alcanzarlos cuando Ava le dio un cabezazo. Él soltó un aullido, se tambaleó hacia atrás, sujetándose la nariz que empezaba a sangrarle a borbotones. -¡Me has roto la nariz! -gritó-. Tú lo has querido, zorra. -Se abalanzó sobre ella, pero solo pudo recorrer la mitad del espacio antes de que yo le agarrara con mi puño por el cuello de la camisa y lo arrastrara hacia atrás. No fue hasta ese momento cuando Ava se dio cuenta de que estaba ahí. -Alex. ¿Qué...? -¿Te importa si me uno a la fiesta? -Agarré del cuello a Liam, esbocé una pequeña sonrisa al verle los ojos llorosos y la nariz ensangrentada, y le di un puñetazo en el estómago-. Esto por llamarla zorra. -A continuación le di otro en la boca-. Esto por retenerla contra su voluntad. -Un tercer golpe contra su nariz ya herida-. Y esto por ponerle los cuernos. Seguí con los golpes, dejando que el fuego se apoderara de mí hasta que Liam quedó inconsciente y Ava me tuvo que separar de él. -Alex, para. ¡Lo vas a matar! Me subí las mangas de la camisa, casi sin aliento. -¿Crees que eso va a disuadirme? Podría haber seguido toda la noche sin parar hasta que el hijo de puta no fuera más que un amasijo de carne ensangrentada y huesos rotos. La visión se me nubló de rojo y me fijé en que tenía los nudillos magullados de los golpes. La imagen de él empotrando a Ava contra la pared me volvió a estallar en la mente y sentí cómo me ardía la sangre de nuevo. -Vámonos. Ya ha aprendido la lección, y como te vea alguien vas a tener un problema grave. -A Ava se le puso la cara del color de la porcelana-. Por favor. -No se atreverá a decir nada. -Sin embargo, cedí al ver cómo temblaba. A pesar de la dureza que había demostrado antes, Ava estaba conmocionada por lo sucedido. Además tenía razón; teníamos suerte de que nadie nos hubiera visto todavía. Me importaba una mierda, pero no era necesario alargar una noche que ya estaba siendo lo suficientemente desagradable. -Deberíamos llamar a una ambulancia -dijo mirando a Liam con inquietud-. ¿Y si tiene algo grave? Cómo no, se preocupaba por él incluso después de que hubiera intentado agredirla. No sabía si reírme deincredulidad o zarandearla. -No se va a morir. -Había controlado los golpes para que fueran dolorosos, pero no mortales-. Se despertará con la cara hecha un cuadro de tres pares de narices y alguna costilla rota, pero sobrevivirá. -Por desgracia. La preocupación no se disipó del rostro de Ava. -Igualmente, deberíamos llamar a una ambulancia. Por el amor de Dios. -Haré una llamada anónima desde el coche. -Tenía un teléfono de prepago en la guantera. Le puse la mano en la espalda mientras salíamos del hotel. Por suerte, no nos cruzamos con nadie a excepción del portero. -Y ahora -le dije a Ava mirándola a los ojos- dime qué coño pasó con él la semana pasada.

Gracias por leer el capítulo muy pronto estaré subiendo capítulos de momentos de chrischel 💗💗💗🔥🔥🔥


Twisted Love - Ana Huang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora