Capítulo 20. Una nueva becaria y una llamada telefónica.

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Creo que estoy paralizada o algo así porque mi cuerpo no responde. Y no es porque este tal Trevor me intimide o asuste, que también podría ser, es porque sus ojos son... extraños, tienen un brillo que no me da confianza.

Él parece demasiado divertido viéndome mortificada, sólo necesita unas palomitas y seguro que se sentiría como en el cine.

Cuando nuestras manos se separan, él se queda mirando la suya un instante hasta que parece salir del ensueño y la retira. Como he dicho, raro.

- Bueno –rodea la mesa y ocupa su sillón al frente. Me hace una seña para que ocupe el otro –su nombre es Violeta Hernández y está en... -mira el papel –tercer año de química, ¿verdad?

¿Cómo sabe todo eso?

- Sí. –carraspeo –Perdone, ¿quién le ha dado esa información?

Me mira durante un segundo y luego de nuevo a su papel.

- Nos informó Vanesa, la chica que la recomendó, señorita Hernández.

Lo dice como si fuera la cosa más obvia del mundo y yo me siento tonta de nuevo.

Me atrevo a mirarle de nuevo a los ojos y él me corresponde la mirada con tanta intensidad que apenas puedo apartar la vista.

Sus ojos son tan cristalinos que creo que si pongo todo el interés puedo verme reflejada en ellos. El limpio azul de sus iris contrasta con el oscuro matiz que puedo ver si me fijo bien en ellos. Es algo demasiado oscuro, demasiado.

- Y bien, usted viene para informarse del puesto de becaria, ¿no es así? –pregunta un momento después.

- Sí, sí... eso mismo. –realmente parezco estúpida.

- Y, tiene alguna experiencia en este campo? –su voz grave parece algo interesada –Quiero decir, en el mundo de la investigación o en una empresa como esta.

- Yo... -me muerdo el labio demasiado fuerte, tanto que creo haber hecho una pequeña herida –La verdad es que no. Trabajo desde hace tres años en un café en el centro al mismo tiempo que estudio en la universidad pero... pero soy trabajadora, aprendo rápido y me apasiona este mundo. Creo que es a lo que me gustaría dedicarme el resto de mi vida.

El señor Alonso se lleva una mano a sus perfilados labios y asiente ligeramente, inmerso en mis palabras. Probablemente después de decirle que no tengo experiencia me mande a donde no alcanzan letras, es lo más seguro. Por Dios... ¿quién demonios contrataría en una empresa como esta a una chica que jamás ha trabajado en una? No tiene el más mínimo sentido.

- Señorita Hernández, la verdad es que es bastante decepcionante su inexperiencia. –dice levantándose del sillón y paseándose por el inmenso cuarto –La gran mayoría de las aspirantes ya han acabado la carrera y algunas, incluso, han trabajado en otras empresas antes. Empresas muy importantes, podríamos decir.

- Señor Alonso...

- Trevor. –me corrige con una pequeña sonrisa –Odio que me llamen señor.

- Oh, disculpe. –estoy tan mortificada –Trevor... estaba segura antes de venir de que no me iba a dar ni los buenos días pero, míreme, aquí estoy, probablemente haciendo el mayor ridículo de mi vida. –río por lo bajo y me levanto del sillón –Sé que apenas tengo experiencia, sé que trabajo en un simple café, también sé que posiblemente parezca desesperada pero le aseguro que sé que puedo con esto.

Él asiente con la cabeza y me anima a continuar. Sus fríos iris cada vez más fijos en mis palabras y movimientos.

- Tiene que darme una oportunidad para demostrarle que puedo hacerlo. –odio el tono de ruego de mi voz, simplemente lo odio –Sé que...

Química del Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora