Capítulo 3. Primera hora: Química analítica.

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Puede que sea la voz de Miguel lo que oigo de ruido de fondo, pero realmente me da igual porque yo estoy demasiado ocupada escuchando música.

Hoy empiezo el nuevo curso y ya es una tradición consumada eso de hacer limpieza general antes de ir. Sé que puede sonar ridículo, pero me da rematadamente igual. ¿Si no soy capaz de limpiar mi piso, cómo voy a ser capaz de limpiar mi mente? Exacto, por eso sigo saltando al ritmo de Livin’ on a prayer de Bon Jovi, simplemente él es el mejor de todos los tiempos.

Estoy haciendo el baño cuando alguien estira del cable de mis auriculares, arrancándomelos sin piedad de la oreja. Me giro y allí está Miguel, mirándome con una cara de asesino despiadado. Puedo ver por sus ojeras que lo he despertado. Ups.

-          ¡Buenos días Miguel! –intento apaciguarlo con una sonrisa propia de marca de dentífrico, pero por su cara de mala hostia no consigo mucho. -¿Te he despertado sin querer? –pregunto inocentemente.

Él me arrebata la escoba de las manos en un fluido movimiento y la tira detrás de su hombro, provocando un estruendo al chocar con las baldosas del suelo.

-          Hoy empezamos, Violeta, y por si no lo sabes son las seis de la mañana. –me habla lenta y amenazadoramente –Tengo que dormir porque si no mañana voy a ser capaz de matar a alguien y, ¿no queremos eso, verdad? –niego lentamente con la cabeza, sonríe –Buena chica. No puedes encender el aspirador, ni dar golpes por lo menos hasta las ocho. ¿Entendido?

-          No. –levanto mi mano, usando mis dedos para señalar –Primero, esta casa es tan mía como tuya y hago lo que quiero; segundo, no voy a vivir en una pocilga para que el señorito duerma y tercero, empezamos las clases a las ocho.

-          Eso no importa. –contesta entre un bostezo –Necesito dormir Vio, ¿podrías hacer menos ruido? ¿Por favor? –ahora está suplicándome. Eso está mejor.

Sonrío y asiento con la cabeza posando mi mano en su hombro…

-          Así me gusta Miguelito, que entiendas quien tiene el poder en esta casa. –rueda los ojos y yo acentúo mi sonrisa –Solo porque me lo estás pidiendo con respeto ante mi persona, me pensaré tu petición. Y ahora… puedes ir con en paz. –hago un gesto con mi mano encima de su cabeza. Él niega con la cabeza pero sonríe divertido.

-          Estás loca. –gira sobre sus talones y se mete en su oscura y sucia habitación. Esa si que no la pienso limpiar ni muerta.

Continúo limpiando hasta que son las siete y media más o menos. Si no me doy prisa no me dará tiempo a prepararme y antes muerta que ir mal el primer día. Las primeras impresiones son importantes cuando estamos hablando de los estudios y sé que yo por lo menos quiero dar una que sea buena.

Después de mi larga, pero calentita ducha, camino por el pasillo con la toalla envuelta alrededor del cuerpo hasta llegar a la habitación, más expresamente al armario. Lo abro de par en par y examino su contenido. Tengo que ir de compras y si es posible, pronto. A parte de unos vaqueros nuevos y una camiseta de tirantes blanca, todo lo demás tiene que ser remplazado pronto. Cojo la camiseta y los vaqueros y me los pongo. Al tener la piel tostadita el color blanco me queda perfecto, y también tengo que añadir que los vaqueros me hacen un trasero… apetecible.

Y otro tema pendiente es el pelo. ¿Me lo recojo o me lo dejo suelto? Gran dilema. Que le den a todo, me voy a hacer un moño. Aunque tengo que decir que he usado todas las horquillas para mantenerlo en su lugar. Un poquito de maquillaje y ya está.

Cuando llego a la cocina Miguel está con la cabeza, literalmente, en su bol de cereales. Es bastante idiota, le dije que se acostara temprano y no saliera, pero se paso mi opinión por su…, en fin. Supongo que estaba con Vanesa, por eso no me da pena que esté tan cansado. Que le den.

Química del Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora