Capítulo 7

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Después de leer ese mensaje ya no fui capaz de reconciliar el sueño de nuevo. Estaba que me subía por las paredes. Me acababan de amenazar. Y no solo a mí, sino también a lo que más me importaba en ese momento: a lo que tenía con JJ. Mejor dicho, a él.

Sentada al borde de la cama, miré hacia mi izquierda y allí estaba él. Dormía plácidamente, como un bebé en su cuna. Me sentía tan completa cuando estaba con él que, por un instante, parecía que nada más importaba en el mundo. Pero, por desgracia, ese mensaje seguía rondando en mi cabeza, con el miedo latente de que hicieran daño a lo que más quería. Y no me refería precisamente a mí.

Me levanté y salí sigilosamente de mi habitación, intentando no hacer ruido para no despertar ni a John B ni a JJ

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Me levanté y salí sigilosamente de mi habitación, intentando no hacer ruido para no despertar ni a John B ni a JJ. Pero, para mi sorpresa, mi hermano ya estaba despierto. Podía escuchar el sonido de la ducha corriendo. Me dirigí a la cocina y comencé a prepararme un café.

Mi café favorito del mundo: capuchino de caramelo. Desde que lo probé, me enamoré de él. Pocas cosas así suelen suceder. Me senté en la mesa, con la taza en las manos, y lo bebí despacio, intentado calmar los nervios que tenía en el estómago.

Mi hermano entró con una toalla atada alrededor de la cintura, el pelo mojado y descalzo.

—Oye, estás dejando todo lleno de agua. ¿No puedes secarte antes de pasearte por toda la casa y dejarlo todo pingando? —le dije mientras se acercaba a mi.

—¿Me explicas con quién hablabas ayer a las tantas de la mañana?—me soltó de repente. Me quedé en shock por un instante. ¿Qué habría oído? Probablemente el sonido de la ventana al abrirse cuando JJ se coló por ella.

—No me cambies de tema. Sécate cómo es debido, vístete y luego hablamos de lo que quieras, ¿entendido?—lo miré fijamente, esperando una reacción de su parte.

—Buenos días, ¿qué tenemos para desayunar hoy en la mansión Routledge?—JJ hizo una pequeña aparición, saliendo del pasillo que conducía a las habitaciones. La mía, para ser exacta, estaba cerca; la de mi hermano, al fondo.

John B se quedó mirándonos sorprendido, pasando la mirada de uno a otro, boquiabierto. Señalaba con el dedo, ¿juzgándonos? Estaba completamente nerviosa por su reacción.

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⏰ Última actualización: 7 hours ago ⏰

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Corazones en la marea | JJ MaybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora