La brisa fresca de la mañana acariciaba los rostros de Kaira e Ilyana mientras se encontraban entre los restos del pueblo, observando cómo las últimas casas eran reparadas y la gente se recuperaba lentamente. A pesar de los avances en la reconstrucción, el ambiente seguía impregnado por la sombra del terror que había asolado la aldea. Los murmullos de los heridos y las oraciones susurradas por las sacerdotisas resonaban por doquier, mientras el esfuerzo por devolver la vida a aquel lugar continuaba.
Ilyana se acercó a Kaira, su rostro grave pero resuelto. Aunque Kaira, con sus ojos aún reflejando la calma de quien ya había sufrido en carne propia la brutalidad del dragón y las brujas, se mantenía serena, su amiga sabía que lo que se había desatado esa noche no quedaría en el pasado tan fácilmente.
—Esto no puede volver a suceder —dijo Ilyana, su tono firme pero cargado de preocupación. —Ese dragón no era solo una criatura de destrucción, estaba lleno de un poder oscuro, teñido por la brujería. Esto significa que las brujas están más cerca de lo que pensábamos.
Kaira asintió lentamente, reconociendo la verdad en las palabras de Ilyana. Aquel dragón no solo había destruido el pueblo; había sido un mensajero de la oscuridad, un engendro creado por la magia de las Siete Brujas para sembrar el caos. Y mientras el pueblo se recuperaba, el tiempo seguía su marcha, y la amenaza de las brujas aún persistía en las sombras.
—Nosotras también estamos cerca de ellas, Ilyana. No podemos esperar más. —Kaira respiró profundamente y observó el horizonte, donde las montañas negras y nebulosas se alzaban como una muralla distante. —Debemos acabar con ellas, de una vez por todas.
Ilyana frunció el ceño, sus ojos reflejando la misma determinación. Sabía que no solo era la vida de Kaira lo que estaba en juego, sino el destino de todo el mundo. Y en su corazón, sentía la pesada carga de lo que vendría.
En ese momento, las dos sacerdotisas se acercaron a los demás. Tres sacerdotisas más, todas jóvenes y fuertes, esperaban a un costado, preparadas para la peligrosa misión. Se les había informado sobre la magnitud de la amenaza y su rol en el viaje hacia la montaña de las brujas. La presencia de estas tres figuras —una con el cabello plateado como la luna, otra con ojos rojos como rubíes, y la última con una mirada serena, casi etérea— aportaba una seguridad inquebrantable. Ellas sabían lo que estaba en juego.
Al lado de ellas, el capitán Garrik, quien aún llevaba consigo el peso del sacrificio que le había costado derrotar al dragón, se acercó con una expresión tan dura como siempre, pero con una mirada que reflejaba el mismo objetivo que Kaira. Era imposible que el capitán olvidara lo sucedido. Su pueblo había sido arrasado, y él sabía que, si no lograban detener a las brujas, todo estaría perdido.
—El tiempo para pensar ya pasó —dijo Garrik, ajustando su espada rúnica que ahora brillaba con un fulgor sombrío, heredado de la magia con la que había sido forjada. —Partiremos en cuanto estemos listos. Las brujas no nos dejarán tranquilos hasta que nos hayamos enfrentado a ellas.
Kaira asintió, tomando su propio sable y sintiendo cómo la magia sagrada fluía a través de ella, preparándola para lo que vendría. Junto a Garrik, Ilyana y las otras sacerdotisas, comenzaron a organizar su partida. Las seis sacerdotisas restantes se quedaron en el pueblo, ayudando a sanar a los heridos y asegurándose de que la reconstrucción avanzara mientras los caballeros restantes brindaban seguridad. Había sido una decisión difícil, pero todos sabían que era necesario concentrar sus fuerzas para la batalla que se avecinaba.
Mientras tanto, se había enviado un informe urgente a la base central de las sacerdotisas y los guerreros de luz, explicando la situación: la fuerza oscura de las brujas era más grande de lo que se había previsto, y el pueblo necesitaba refuerzos inmediatos. En el mensaje se detallaba la amenaza que representaban las brujas, la magia maldita que emanaba de su ser, y la devastadora capacidad de estas hechiceras para controlar criaturas tan poderosas como dragones.
El informe contenía una petición urgente: si alguna sacerdotisa o caballero de gran poder estuviera disponible, debía enviarse al frente, a las afueras de la montaña de las brujas, para preparar un ataque a gran escala. La batalla que se libraría allí sería decisiva para el futuro del mundo. No podía haber más retrasos.
Al caer la noche, mientras las estrellas comenzaban a brillar en un cielo limpio, el pequeño grupo partió, dejando atrás el pueblo en sus esfuerzos por reconstruir, mientras las sombras de la montaña de las brujas se cernían sobre ellos. El viaje sería largo y peligroso, pero Kaira sentía en lo más profundo de su ser que su destino y el de todos los que la seguían estaban por unirse de manera irreversible.
Las brujas ya sabían que el tiempo se les acababa, y ellas, al igual que la luz, sabían que su batalla había comenzado.
El viento soplaba fuerte mientras las primeras huellas de este viaje se marcaban sobre el suelo de las tierras sombrías.
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En el eco de los sueños
Science FictionSigue a Elias, un joven atrapado en su vida diaria que descubre que cada vez que duerme, su alma viaja a otros universos. En cada sueño asume un nuevo cuerpo. A medida que exploras estos mundos desconocidos, encontrarás desafíos y criaturas extrañas...