Entre las telarañas

🕷️ Capítulo 02🕷️

El instituto bullía con la energía usual de estudiantes y profesores, pero para Taehyung, los últimos días habían sido diferentes, casi insoportables.
Todo comenzó con miradas. Al principio, apenas notaba cómo Jungkook, un estudiante del curso 11-B1, lo observaba durante sus clases. Pero aquellas miradas no eran comunes, no eran el tipo de atención esperada de un estudiante hacia un maestro. Eran constantes, intensas, como si intentaran desentrañar algo escondido bajo la superficie.

Lo que empezó en el salón de clase pronto se trasladó fuera de ella. Taehyung comenzó a sentir que Jungkook lo seguía. Al principio, pensó que era coincidencia: un destello de la figura del muchacho en el rabillo del ojo mientras cruzaba el pasillo, la silueta de alguien en la distancia mientras él se dirigía al laboratorio. Pero a medida que los días pasaban, coincidencia se transformó en certeza. Jungkook estaba allí, siempre. Caminando detrás de él al salir de clases, apareciendo inesperadamente en los pasillos que Taehyung cruzaba, incluso permaneciendo cerca del laboratorio mucho después de que la jornada escolar había terminado.

La paciencia de Taehyung, conocida por ser uno de sus mayores atributos, comenzó a desgastarse.

“¿Por qué me sigue?” La pregunta martilleaba en su mente mientras intentaba concentrarse en su rutina diaria. Era como si el muchacho buscara algo en él, pero Taehyung no tenía la menor intención de entregárselo. Así que decidió actuar.

Primero, cambió su rutina. Comenzó a usar diferentes salidas del edificio, tomó rutas más largas hacia el estacionamiento, incluso se detuvo innecesariamente en salones vacíos para confundir al chico. Por un tiempo, pensó que sus estrategias habían funcionado. Pero cada vez que creía haberlo perdido, Jungkook reaparecía, como si tuviera un sentido infalible para rastrearlo.

Durante una clase, decidió abordar el tema indirectamente. Mientras hablaba de la importancia de la observación científica, dejó caer una frase cargada de intención: 

—Observar puede ser una herramienta poderosa— dijo, dejando que su mirada se detuviera un segundo más de lo necesario sobre Jungkook. —Pero cruzar esa línea puede convertirlo en algo... inapropiado y sobretodo peligroso—

Por un instante, vio cómo el chico apartaba la mirada, pero eso no detuvo su comportamiento. Jungkook seguía allí, siempre, como una sombra persistente.

Finalmente, Taehyung decidió cambiar las reglas del juego. Si Jungkook quería seguirlo, entonces lo llevaría a un lugar donde no pudiera escapar.

Una tarde, después de clases, caminó deliberadamente hacia el laboratorio de ciencias, asegurándose de que el chico lo viera entrar. Abrió la puerta y la dejó cerrarse lentamente tras de sí. Luego, sin voltear, comenzó a organizar los frascos que contenían arañas, sus movimientos precisos y calculados. 

Mientras trabajaba, les habló en una lengua extraña, una serie de sonidos suaves y casi hipnóticos que resonaron en el silencio del laboratorio. Las arañas dentro de los frascos parecían responder, moviéndose inquietas, como si entendieran perfectamente lo que él decía. Entonces, Taehyung deslizó la tapa de uno de los frascos y dejó que una araña, negra y brillante, subiera a su mano. 

La sostuvo con cuidado, acercándola un poco más a su rostro, y continuó hablándole en esa lengua misteriosa, casi en un susurro. La escena era fascinante y perturbadora, un maestro que parecía conectar con aquellas criaturas en un nivel que desafiaba la lógica. 

No pasó mucho tiempo antes de que el leve chirrido de la puerta al abrirse rompiera el silencio. Sin apartar la mirada de la araña, Taehyung habló, su tono bajo y cortante. 

—¿Qué quieres, Jungkook?—

El silencio llenó la habitación, pero Taehyung no se molestó en romperlo. Continuó finciendo que revisaba los frascos de vidrio frente a él, hasta que finalmente escuchó la voz del chico, insegura, pero decidida.

—Solo... quiero entender—

Taehyung dejó lo que estaba haciendo y se giró lentamente, mientras miraba directamente a Jungkook. Sus ojos oscuros estudiaron al chico con la misma intensidad que él había soportado durante días.

—¿Entenderme?— repitió, su tono suave pero cargado de ironía.

—¿Y qué crees que descubrirás siguiéndome como una sombra?—

Jungkook pareció tambalearse bajo la fuerza de esas palabras, pero no apartó la mirada. Había algo en sus ojos que Taehyung no esperaba ver: obstinación, pero también una curiosidad que parecía ir más allá de lo que era apropiado.

Taehyung se enderezó, inclinando ligeramente la cabeza, un destello de desafío en su sonrisa.

—Si quieres saber algo de mí, Jungkook, tendrás que preguntar directamente. Aunque te advierto... podrías no estar preparado para las respuestas".

El ambiente en la sala se volvió denso, como si ambos estuvieran atrapados en un juego silencioso donde las reglas no estaban claras. Jungkook no respondió de inmediato, pero no había necesidad.

Taehyung sostuvo a la araña con cuidado, su cuerpo sereno, como si el delicado equilibrio del universo dependiera de ese momento.

La criatura, una tejedora de patas largas y movimientos precisos, descansaba sobre su palma. El maestro cerró los ojos y murmuró en un tono suave, cargado de un ritmo que parecía nacer de las sombras mismas.

—Zirith-thass'ala “hermana del hilo”— dijo, su voz ondulando con un flujo hipnótico.

—Thal’shik vorla “observa desde la sombra”—

—Nyssa'larith “tu arte no tiene igual"—

La araña se movió ligeramente, como respondiendo a sus palabras. Jungkook, observando desde la puerta, sintió un escalofrío recorrer su espalda. No entendía lo que Taehyung decía, pero el sonido no era humano; parecía un eco antiguo que vibraba en el aire.

Entonces, Taehyung habló de nuevo, esta vez con más firmeza, y su mirada fija en Jungkook:

—Shk’kaar ith ziri. Vorith zal’silth “Todo está tejido"—

Al final de la frase, Taehyung le sonrió a Jungkook, una sonrisa fugaz y enigmática cruzó su rostro antes de que el estudiante, abrumado por la intensidad de ese instante, se apartara de la puerta.

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Con rareza: R