Una Tormenta de Celos

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Capítulo 5: Una Tormenta de celos

Coriolanus Snow observaba desde la distancia mientras Caleb Zaharie y Dahlia Hawthorne entrenaban en el área designada para los tributos. La tensión entre los dos tributos del Distrito 11 era palpable, pero había una camaradería creciente que Snow no podía ignorar. Era un juego, al principio. Caleb había adoptado su papel como aliado, pero ahora, la manera en que la miraba... no era simplemente estrategia. No era actuación. Y eso encendía un fuego en lo más profundo de Snow.

Dahlia era pragmática en todo. Sus movimientos eran precisos, eficaces, carentes de cualquier frivolidad. Pero con Caleb, a veces se permitía pequeñas sonrisas, gestos que no mostraba con nadie más. La familiaridad entre ambos crecía, alimentada por las largas horas de entrenamiento y la mutua comprensión de que, al final, ambos solo se tenían el uno al otro.

Snow apretó la mandíbula mientras observaba cómo Caleb corregía la postura de Dahlia al sostener un cuchillo. Su mano tocó brevemente la suya, y aunque Dahlia se apartó rápido, el contacto fue suficiente para que una chispa de celos se encendiera dentro de Snow.

"Esto no es más que una táctica," pensó. Pero no podía negarse que cada interacción entre ellos lo carcomía.

Esa noche, Snow decidió intervenir. Encontró a Caleb solo en el comedor del centro de tributos, una escena que parecía diseñada para lo que estaba a punto de suceder. Caleb lo vio entrar, y una ligera sombra de desconfianza cruzó su rostro. No había mucho amor perdido entre el tributo y su mentor. Ambos sabían que estaban jugando en tableros diferentes.

- Caleb, -dijo Snow, su tono frío pero controlado. - Has estado bastante cercano a Dahlia últimamente.

Caleb levantó la vista, su expresión neutral. - Es mi compañera de distrito. Nos apoyamos mutuamente. Pensé que eso era lo que querías.

Snow avanzó lentamente, cada paso medido. Se inclinó ligeramente hacia él, lo suficiente para que su presencia se sintiera como una sombra pesada.

- Quiero que sobrevivan, no que te distraigas. Esto no es una historia romántica, Zaharie. Es una guerra. Y en las guerras, el apego es una debilidad.

Caleb no se movió, pero sus ojos brillaron con una chispa de desafío. - ¿De verdad crees que me distrae? ¿O estás molesto porque no puedes controlarla como quisieras?

Las palabras cortaron profundamente. Por un segundo, Snow sintió que había perdido la compostura. Se enderezó y dio un paso atrás, ajustándose la chaqueta como si eso pudiera restaurar su fachada fría e impenetrable.

- Recuerda tu lugar, Caleb, -dijo finalmente, su voz ahora un cuchillo afilado. - Sin mi guía, estás perdido. No confundas mi paciencia con tolerancia.

Caleb no respondió, pero la tensión entre ambos quedó suspendida en el aire, como una cuerda tirante lista para romperse.

Caleb no respondió, pero la tensión entre ambos quedó suspendida en el aire, como una cuerda tirante lista para romperse

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