El Inicio de los Juegos

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Capítulo 7: El Inicio de los Juegos

El sol se alzó sobre la arena, pero lo que iluminaba no era la esperanza de un nuevo día, sino un infierno cuidadosamente diseñado por los retorcidos arquitectos del Capitolio. La arena de los 11º Juegos del Hambre no era un simple paisaje; era una prisión psicológica, una pesadilla hecha realidad.

Desde el primer momento, los tributos supieron que no había refugio seguro.

La Arena: Una Pesadilla de Contrastes
La arena estaba dividida en dos zonas principales:

La ciudad abandonada: Un laberinto de edificios derruidos y calles que parecían sacadas de un apocalipsis. Los edificios estaban llenos de trampas letales: suelos que colapsaban, techos que se derrumbaban, habitaciones selladas con gas venenoso y muros infestados de ratas carnívoras modificadas genéticamente.

El pantano rojo: Una extensión fangosa de agua teñida de un inquietante color rojo. Plantas carnívoras acechaban bajo la superficie, listas para atrapar a cualquiera que intentara beber del agua o buscar comida. El pantano estaba infestado de sanguijuelas que inyectaban veneno paralizante, dejando a sus víctimas como presas fáciles para otros tributos.

La Cornucopia: Un Juego de Tentaciones
La Cornucopia no era un lugar de salvación, sino de riesgo y traición. En su centro había un arsenal completo de armas, pero el terreno alrededor estaba lleno de trampas mortales: minas enterradas, arcos eléctricos y un sistema de baldosas que se desmoronaban con el peso. Los tributos sabían que cualquier intento de acercarse podría costarles la vida.

Cuando el gong resonó, marcando el inicio de los Juegos, el caos se desató.

La Masacre Inicial
Dahlia y Caleb emergieron de sus plataformas justo a tiempo para escuchar los gritos de los primeros caídos. Tributos desesperados corrieron hacia la Cornucopia, y el Capitolio no tardó en recompensar su codicia con un espectáculo sangriento. Una joven del Distrito 4 fue la primera en morir, cayendo en una trampa explosiva al intentar tomar una lanza. Su cuerpo fue lanzado por los aires, cubriendo el suelo con sangre y escombros.

Caleb miró a Dahlia, sus ojos llenos de incertidumbre, pero ella ya había tomado una decisión. No se arriesgarían en la Cornucopia.
- Vamos al pantano, -ordenó, su voz firme mientras tiraba de él hacia el bosque que separaba las dos zonas principales.

Mientras corrían, los sonidos de la carnicería se apagaban detrás de ellos, pero la presión no disminuía. Dahlia sabía que la verdadera prueba apenas comenzaba.

El Capitolio: Una Sádica ExpectativaEn la sala de control, los Vigilantes observaban cada movimiento con entusiasmo

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El Capitolio: Una Sádica Expectativa
En la sala de control, los Vigilantes observaban cada movimiento con entusiasmo. Las trampas estaban diseñadas para maximizar el espectáculo, y los tributos no tardarían en enfrentarlas. Coriolanus Snow estaba entre ellos, aunque su atención estaba dividida. Su mirada permanecía fija en las pantallas que mostraban a Dahlia y Caleb mientras escapaban de la zona de inicio.

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