Los Amantes Trágicos

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Capítulo 8: Los Amantes Trágicos

Coriolanus Snow se sentó en la sala de control, rodeado por el brillo de las pantallas que proyectaban la pesadilla de los Juegos. Su postura era rígida, sus ojos fijos en una de las cámaras que seguía cada movimiento de Dahlia Hawthorne y Caleb Zaharie.

Había algo que no soportaba en esas imágenes: la cercanía entre ellos, la forma en que Caleb miraba a Dahlia como si ella fuera su único refugio en un mundo desmoronado. Cada sonrisa compartida, cada toque accidental, encendía una furia fría en el pecho de Snow, una sensación que no podía justificar ni controlar.

La tensión en su interior crecía a cada segundo, alimentada por un odio irracional hacia el chico del Distrito 11. No era solo celos; era algo más profundo. Una sombra de lo que había sentido por Lucy Gray. Pero mientras Lucy lo había cautivado con su misterio y su música, Dahlia lo atormentaba con su fuerza y su desafío.

 Pero mientras Lucy lo había cautivado con su misterio y su música, Dahlia lo atormentaba con su fuerza y su desafío

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En la Arena: Una Estrategia de Supervivencia

Mientras tanto, en la arena, Dahlia y Caleb estaban refugiados en lo alto de un árbol seco, el único lugar donde podían descansar sin el miedo constante de las trampas del pantano. La noche era fría, y el aire estaba cargado de un silencio tenso, roto solo por el zumbido ocasional de las cámaras que los vigilaban.

Dahlia suspiró, observando el cielo estrellado. — Tenemos que darles algo más que supervivencia, —dijo en voz baja, sin mirar a Caleb. — Si no conseguimos patrocinadores, no duraremos mucho aquí.

— ¿Qué sugieres? —preguntó Caleb, acomodándose en la rama frente a ella.

Dahlia giró la cabeza, sus ojos oscuros encontrándose con los de él. Había una dureza en su mirada, pero también una chispa de vulnerabilidad que rara vez dejaba ver. — Vamos a jugar su juego. Los amantes trágicos del Distrito 11.

Caleb la miró con incredulidad. — ¿Amantes? —Su voz subió un poco, pero rápidamente la bajó al recordar que podrían estar escuchándolos. — ¿Estás loca?

Dahlia apretó los labios, sus dedos jugando con la cuerda de su arco. — Piensa en ello. El Capitolio ama un buen espectáculo, y una historia de amor desesperada es perfecta para mantenernos con vida.

— ¿Y qué pasa si empiezan a usar eso en nuestra contra? —insistió Caleb, aunque ya podía ver que Dahlia estaba decidida.

— Entonces lo manejaremos, —respondió ella con firmeza. — Pero si no hacemos algo, no sobreviviremos. Esto no es solo para ellos, Caleb. Es para nosotros.

En el Capitolio: La Reacción de Snow

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En el Capitolio: La Reacción de Snow

Cuando Snow vio a través de las pantallas el momento en que Caleb tomó la mano de Dahlia frente a las cámaras, sintió un nudo formarse en su estómago. Las palabras de Caleb resonaron en el altavoz, llenas de una pasión cuidadosamente calculada:

— No importa lo que pase, no te dejaré sola.

El rostro de Snow se tensó. Sabía lo que estaban haciendo. Era un truco barato, un intento de ganarse la simpatía del público y atraer patrocinadores. Pero lo que más lo enfurecía era lo bien que funcionaba.

En la sala de control, los Vigilantes empezaron a murmurar entre ellos. — Esto es perfecto, —dijo uno. — Los amantes del Distrito 11. El público va a enloquecer.

— Sí, pero no es tan creíble —dijo Benjamin Highbottom con una sonrisa burlona, dirigiéndose a Snow. — Aunque parece que tú, Coriolanus, sí te lo estás creyendo.

Snow ignoró la provocación, aunque sus manos apretaron los reposabrazos de su asiento con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. La idea de que Dahlia pudiera estar enamorándose de Caleb lo consumía. Pero más que eso, la idea de que él pudiera importar tan poco en la ecuación era lo que realmente lo volvía loco.

 Pero más que eso, la idea de que él pudiera importar tan poco en la ecuación era lo que realmente lo volvía loco

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En la Arena: La Primera Escena de los "Amantes"

La mañana siguiente, los Vigilantes hicieron que un dron dejara caer un paquete cerca del refugio de Dahlia y Caleb. Dentro había una pequeña botella de agua limpia y un mensaje escrito a mano:

“Por el amor verdadero. - Patrocinador”

Dahlia sostuvo la nota entre los dedos, su expresión neutral. — Está funcionando, —murmuró.

Caleb asintió, aunque su incomodidad era evidente. — ¿Y ahora qué? ¿Nos besamos frente a las cámaras?

Dahlia lo miró con una mezcla de seriedad y desafío. — Si es lo que se necesita para mantenernos con vida, sí.

Con un suspiro, Caleb se inclinó hacia ella, y sus labios se encontraron brevemente. Fue un beso mecánico, vacío de la emoción que las cámaras querían capturar. Pero cuando se separaron, Dahlia murmuró lo suficientemente bajo como para que solo Caleb pudiera escuchar:

— Haremos lo que tengamos que hacer. Pero no confundas esto con algo real.

now: En el Límite


Snow salió furioso de la sala de control. No podía soportar ver un beso que, aunque ensayado, lo atravesaba como una puñalada. En su oficina, se sirvió un trago y caminó de un lado a otro, tratando de calmarse.

— Esto es solo un juego, —se dijo a sí mismo. — No significa nada.

Pero la verdad era que significaba todo. Dahlia lo desafiaba no solo como mentor, sino como hombre. Era diferente a cualquier persona que hubiera conocido, y verla con Caleb le provocaba una rabia irracional.

Lucy Gray era un recuerdo constante en su mente. Había matado a la única persona que alguna vez lo había visto como algo más que una máscara, y ahora, con Dahlia, sentía que la historia podría repetirse.

La diferencia era que esta vez, Snow no sabía si tendría la fuerza para hacer lo mismo..

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