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Los días después de aquella noche con Clarent me tenían en una montaña rusa emocional. Había intentado de todo para sacarlo de mi mente, pero era inútil. Su voz, su mirada, sus caricias... todo seguía ahí, atormentándome. Y era peor porque sabía que no podía hablar de eso con nadie.
Yandré me hacía sentir segura, estable. Me trataba con respeto, como si fuera algo sagrado, pero por dentro yo sabía que estaba mintiendo. A él, a mí, a todos.
Una noche estábamos en el estudio. Yan estaba concentrado en la compu haciendo beats, tocando una melodía suave, mientras yo intentaba escribir algo que se sintiera real. Pero nada salía. Era como si mi mente estuviera bloqueada, atrapada en un lugar donde solo existía Clarent.
De repente, mi celular vibró sobre la mesa. Fue como si el aire se pusiera más pesado de repente. Lo tomé rápido, pero ya sabía quién era antes de desbloquearlo. Clarent.
Abrí los mensajes con un nudo en el estómago.
"Carolina, deja de esconderte detrás de el mamabicho ese."
"Sabes que somos tú y yo. Respóndeme."
"¿Te crees que esto se va a quedar así? Eres mía, siempre lo has sido."
"Voy a buscarte, y cuando te tenga de frente, quiero que me mires a los ojos y me digas que no me amas. A ver si te lo crees tú misma."
Mi pecho se apretó como si me faltara el aire. Mis manos temblaban, pero intenté mantener la calma. Apagué el teléfono de golpe, pero el movimiento no fue lo suficientemente sutil. Yan ya me estaba mirando.
—¿Es él otra vez? —preguntó, sin apartar los ojos de mí.
—No importa, Yan. —Intenté sonar casual, pero la mentira se notó en mi tono.
Yan dejó la compu a un lado y se inclinó hacia mí, con el ceño fruncido.
—¿Cómo que no importa? ¿Hasta cuándo vas a dejar que ese cabrón te siga metiendo en sus mierdas?
Mi corazón empezó a latir más rápido. Sabía que este momento llegaría, pero no estaba preparada.
—Yan, ya lo dejé. No significa nada. —La mentira salió tan rápida que me dolió.
Él se rió sin humor, negando con la cabeza.
—¿No significa nada? ¿Entonces por qué carajo te sigue escribiendo? ¿Por qué te afecta tanto?
—¡Porque es difícil! —solté, sin querer, antes de corregirme.
—Es difícil soltar algo así, pero ya lo estoy haciendo. Estoy contigo ahora, Yan.
