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✨Narrador omnisciente✨
Sara estaba comiendo helado y mirando Netflix. Aunque el programa era intrigante, no pudo evitar preguntarse qué estaba haciendo Jason ahora. Dado que son casi las 3 a. m., probablemente esté patrullando, pero todo es posible con ese hombre.
Ella y Jason rompieron hace un año. No lo había visto desde entonces, pero todavía lo amaba. Ella fue la que terminó la relación, debido a la ausencia de Jason. Él siempre estaba lejos, parecía que lo hacía a propósito. Era terco y egoísta, no dejaba que Sara se fuera, pero ella de alguna manera se le escapó. Jason dejó de ir a su casa, rogándole que volviera, después de un mes, pero ella lo extrañaba. Estaba bastante segura de que nunca amaría a alguien tanto como ama a Jason Todd.
Suspiró, tomó el control remoto y cerró el televisor. Gimió, mirando alrededor del apartamento. Todo se sentía tan solo sin él aquí, aunque no pasaba tanto tiempo allí. Caminó hacia la cocina, se sirvió un vaso de agua y pensó en él. Siempre estaba en su mente.
De repente, sonó el timbre. Sara frunció el ceño confundida. ¿Quién podría ser a esta hora tan tardía? Caminó lentamente hacia la puerta y se maldijo mentalmente por no haber conseguido una puerta con una barra para poder ver quién estaba llamando antes de abrir la puerta.
Ella abrió la puerta, la vista le hizo abrir los ojos. Allí estaba Caperucita Roja, o Jason, apenas manteniéndose en pie. Ella rápidamente lo empujó adentro, cerró la puerta detrás de ella y acompañó a Jason hasta el sofá, sin importarle llenarlo de sangre.
—Oh Dios mío, Jason, ¿qué pasó— le preguntó mientras se quitaba el casco, o lo que quedaba de él.
—Estoy bien, Sara. Solo necesito que llames... que llames...— Apenas podía hablar.
—Está bien, te quedarás aquí esta noche. Iré a bañarte, hay demasiada sangre.— dijo, lista para levantarse, pero Jason le agarró la muñeca.
—Por favor, quédate un poco más.— susurró, sus ojos literalmente suplicando a la chica.
—Solo voy al baño por menos de un minuto, Jay.—susurró ella también, acariciando ligeramente su mejilla. Sus ojos se suavizaron ante el apodo que ella usó.
Él asintió, dejando que la chica fuera al baño. Ella corrió a dicha habitación y abrió la bañera, observando como la bañera se llenaba. Escuchó a Jason gemir, por lo que regresó a la sala de estar y se agachó para que él pudiera verla.
—¿Vas a contarme qué pasó?— le preguntó lentamente y frunció el ceño cuando él puso los ojos en blanco.
—Cosas básicas, Soy un justiciero, estas cosas pasan.— dijo con frialdad, pero pronto se arrepintió cuando vio su rostro herido.