—Ahora sí, contá —dijo Enzo, mientras cebaba el primer mate y se lo daba a su amigo—. Con todos los detalles.
Franco tomó para ganar tiempo, pero luego suspiró, con una sonrisa boba, y empezó a hablar:
—Fue hace tres semanas —empezó—. Estábamos en la casa de él, después de un partido. Estábamos hablando, y empezó a contarme que había estado pensando mucho en mí. Me dijo que... que no sabía cómo decirlo, pero que sentía algo distinto, algo que no había sentido antes. —Franco hizo una pausa, y sus manos temblaron un poco al devolverle el mate a Enzo—. Me asusté, ¿sabés? No estaba preparado para algo así.
—¿Y qué hiciste? —preguntó Enzo, mientras cebaba otro mate.
—Le dije que no sabía si estaba listo para escuchar eso —admitió Franco—. Pero él no se enojó ni nada. Me miró, con esa sonrisa que siempre te hace sentir que todo está bien, y me preguntó si podía hablar sin que yo lo interrumpiera. Así, tranqui, como si no estuviera a punto de soltar una bomba.
—¿Y qué te dijo?
—Me dijo que no esperaba nada de mí, que no tenía que responderle si no quería. Sólo quería que supiera lo que sentía, que estaba enamorado de mí desde hacía tiempo y que... que le gustaría intentar algo conmigo, si yo quería.
—¿Y vos qué le dijiste? —preguntó Enzo, con ternura.
—No le dije nada —dijo Franco, y sus mejillas se tiñeron de un leve rojo—. Me quedé mirándolo, como un pelotudo. Pero entonces él me agarró la mano y me preguntó... me preguntó si podía besarme.
Enzo sonrió, apoyándose contra el respaldo del sillón.
—¿Y qué hiciste?
—Le dije que sí... creo. La verdad es que no me acuerdo bien. Estaba tan nervioso que apenas podía pensar. Pero cuando me besó... —Franco cerró los ojos por un momento, como si estuviera reviviendo el momento—. Fue suave, lento. No me apuró, no me presionó. Sólo... fue perfecto, ¿sabés?
—Fran, esto es hermoso —dijo Enzo, emocionado—. ¿Y después? ¿Qué pasó después?
—Hablamos mucho. Me dijo que no tenía prisa, que quería ir despacio, que lo más importante para él era que yo estuviera bien. Y eso me asustó un poco, ¿viste? Porque... ¿y si sale mal? ¿Y si arruinamos nuestra amistad? No quiero perderlo, Enzo. No quiero perder lo que tenemos.
Enzo tomó la mano de Franco, apretándola con fuerza.
—No lo vas a perder, Fran. Si te está diciendo todo esto, es porque te quiere. Y te lo digo yo, que lo conozco: Chiquito es uno de los mejores tipos que hay. Si hay alguien que te va a cuidar y te va a hacer feliz, es él —dijo.
—¿De verdad lo creés? —susurró Franco, muy sonrojado.
—Lo sé. Y también sé que te merecés ser feliz. Así que no tengas miedo, Fran. Arriesgate. Porque por lo que me contás, esto vale la pena.
—Chiqui siempre valió la pena —se le escapó a Franco.
—Me muerooo, ¿incluso cuando te jodía y vos me decías que sólo eran amigos? —chilló Enzo.
—Basta, callate —dijo Franco tapándose la cara.
—Entonces ¿me estás diciendo que cuando vos jurabas y recontra jurabas que sólo eran amigos, ya había algo? —Enzo sonrió burlón.
—No... —estaba negando Franco, pero se detuvo y lo pensó mejor—. No sé. Capaz que sí, pero no me daba cuenta...
—Ah, pero para saber quién está con quién si te das cuenta.
—Sh. No me quería dar cuenta, ¿y si no era verdad? ¿Y si estaba imaginando que sentía algo por mí que nada que ver? —murmuró Armani.
—Y ahora que sabés que es real, ¿qué vas a hacer? ¿Qué te dijo?
—Que esto iba a ir al ritmo que yo quisiera, que si necesitaba tiempo me lo iba a dar, que no iba a hacer nada si yo no quería...
—Awww —sonrió Enzo—. Posta, es lo más lindo que escuché. Te merecés ser feliz, amigo; es con él.
—No quiero lastimarlo, Enzo. No quiero hacer algo mal y que él se arrepienta de lo que siente por mí.
—¿Qué decís, pelotudo? —preguntó Enzo—. ¿Vos escuchás lo que decís? Chiquito te conoce. No está enamorado de una idea, está enamorado de vos. Y si está dispuesto a arriesgarse por esto, ¿por qué vos no podés hacer lo mismo?
—Porque soy un cagón, evidentemente —murmuró Franco, con una sonrisa amarga.
—No sos un cagón —negó Enzo, mientras dejaba el mate en la mesa para poder mirarlo directo a los ojos—. Sos alguien que tiene miedo, y está bien tener miedo. Pero Fran, ¿sabés qué es peor que arriesgarse y que salga mal?
—¿Qué? —preguntó Franco, con un hilo de voz.
—No arriesgarse y quedarte siempre con la duda de lo que podría haber sido... Decime la verdad: ¿vos también estas enamorado de él? —preguntó Enzo con seriedad.
—No sé... —susurró el arquero.
—No sabés, las pelotas —bufó Enzo—. A ver, vamos a hacer un test rápido. ¿Te importa lo que le pase?
—Sí, obvio.
—¿Te preocupa si está bien o si algo lo hace sentir mal?
—Sí.
—¿Te gusta pasar tiempo con él? ¿Te sentís feliz cuando estás con él?
—Sí, sí.
—¿Te gustaría verlo feliz, incluso si eso significa que tiene que estar con alguien más? —preguntó Enzo, serio esta vez.
—No... —susurró Armani, desviando la mirada—. No podría. Me mataría verlo con alguien más.
—Ahí tenés tu respuesta, entonces —dijo Enzo con una sonrisa suave—. Estás enamorado, Fran. Recontra enamorado.

ESTÁS LEYENDO
Paternidad [Estando Juntos #2]
RomanceMarcos y Enzo se casan y quieren tener hijos. [Comenzada el 26/07/24]