Capítulo 5: Por la Mañana: Ese Mayordomo, En Crisis

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Capítulo 5: Por la Mañana: Ese Mayordomo, En Crisis

Tras el incidente de esa mañana, Sebastian volvió a la mansión para dejar todo en orden y llevarle a Ciel algunos artículos que estaba seguro que necesitaría. Ahora se sentía más confiado que el día anterior y ligeramente feliz, pues podía rastrear la presencia de Ciel, tan nítida como siempre. Y al parecer estaba bien; tal vez un poco confuso, pero bien al fin.

Segundos después de poner sus pies en la mansión, sintió una ligera turbación en su amo. Parecía encontrarse en problemas, mas no pudo saber de qué tipo, ya que el tratar de averiguarlo le habría supuesto utilizar demasiadas energías. Notó como todo se calmaba momentos después, y se dirigió a su habitación para tomar un baño. Sabía que si seguía utilizando el sello del contrato para averiguar la condición de Ciel segundo a segundo, su poder vital disminuiría bastante. Pese a ello, no podía evitarlo. Luego de la tarde anterior, y de las angustiosas horas que había pasado buscándolo, no podía permitirse perderle el rastro.

Se dio un baño rápido y en el instante en que dejó la tina sintió, o mejor dicho, dejó de sentir la presencia del presidente de las compañías Funtom. Y se preocupó en exceso. Se vistió de inmediato y concentró una gran cantidad de su magia de rastro en el sello. Mientras lo hacía, salió de nuevo de la mansión en dirección al East End; más precisamente al establecimiento donde había dejado a Ciel.

Entre sus prisas y la urgencia de hacer más fuerte el lazo que le unía a Ciel mediante sus propias energías, no se dio cuenta de que un cuervo y un labrador negro le seguían el paso a la misma velocidad que él transitaba. Y mucho menos reparó en la presencia del demonio que le seguía, ocultándose entre los callejones.

Estaba demasiado enfocado en el sello y en el hecho de que, de un momento a otro, había comenzado a sentirse muy agotado; tanto, que se vio obligado a descender la velocidad con la que atravesaba la ciudad, hasta tomar el paso de una persona normal por la calle. Caminó así unos cuantos pasos más, hasta que comenzó a sentirse mareado, demasiado para su gusto, además una extraña sensación de nauseas se apoderó de su cuerpo. Se detuvo por completo y se sentó en el suelo contra una pared. Trató de enfocarse en un punto fijo, pero todo a su alrededor parecía moverse de forma vertiginosa, y su visión poco a poco se fue enturbiando, oscureciendo hasta el punto de ya no poder ver nada. Finalmente, se había desmayado.

OoO

Ciel quería seguir viendo a su clon. Deseaba abrir los ojos, mas no lograba hacerlo. Trató y trató con todas sus fuerzas de mirarlo, hasta que por fin sus párpados respondieron, aunque ahora ya no se encontraba volando entre las aguas del río. Se incorporó en la dura cama sobre la que estaba y echó un vistazo a su alrededor, confundido.

La habitación no variaba mucho del cuartucho en el que despertó el día anterior. Una cama, una mesa, un espejo y una jofaina con agua. Todo de muy baja calidad y también viejo. Suspiró, recordando el día desde la mañana. No; más bien, desde la noche anterior. Se sintió nuevamente avergonzado y furioso, incluso decepcionado, pero sacudió la cabeza y trató de poner en orden sus pensamientos. Lo primero que se le vino a la mente fue la actitud de Sebastian. Se sentía, en cierta forma, traicionado por sus acciones, pero debía reconocer que el demonio se había comportado incluso tierno. Aunque tampoco es que recordara demasiado además del placer que su cuerpo experimentó, pues su mente se encontraba bastante nublada durante el acto.

Luego, la siguiente cosa extraña que sucedió fue la aparición de aquel enorme demonio que se apareció en el burdel y trató de hipnotizarlo. Trató, porque por alguna razón que no podía explicar, no lo había logrado. En tercer lugar, estaba su sueño extraño, donde aparentemente se encontraba solo hasta que apareció su otro yo y le dijo aquellas palabras extrañas: «Nunca te dejará» pero, ¿en serio se refería a Sebastian? Después de que lo desobedeció la noche anterior, lo dudaba. Si hubiera tenido la mente clara, le habría ordenado con vehemencia que se retirara. No sabía cómo sentirse al respecto de aquel suceso. Estaba confundido.

Descendiente de la Oscuridad [Reescrito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora