Capítulo 7: Por La Noche: Ese Mayordomo, Intercambiado.

1.8K 88 38
                                    

Capítulo 7: Por La Noche: Ese Mayordomo, Intercambiado.

Ciel se estremeció de pies a cabeza al escuchar aquella voz completamente nueva, profunda, autoritaria y aterradora. Él no era una persona que se dejara intimidar fácilmente, pero la voz del hombre que estaba a su espalda parecía transportar consigo a todos los demonios del infierno, y al escuchar que era el abuelo de Sebastian, no le extrañó para nada aquella sensación sobrecogedora que lo había envuelto. El Conde giró lentamente la cabeza, esperando encontrarse a la criatura más fea y aterradora del universo, pero en su lugar encontró a un ángel de belleza siniestra que parecía querer matarlo con la mirada.

—¡Lord Lucifer! —exclamó Kevin, haciendo una reverencia ante él.

—Buenas noches, Kevin —su expresión se suavizó un instante con el otro demonio—. ¿Y a ti qué te pasa? —preguntó a Ciel, haciéndolo levitar—. ¿A caso no piensas seguir hablando de cómo obligarás a mi nieto a que se deshaga de tu hijo? —le interrogó, antes de dejarlo caer al suelo desde una altura considerable—. Eres un ser realmente despreciable —dijo, con asco, mirándolo.

Ciel soltó un quejido al caer al suelo, pero lo único que pudo hacer luego fue apartarse del demonio mayor, arrastrándose por el suelo en un completo estado de shock. Kevin rió disimuladamente al verlo así. Los humanos eran en serio patéticos cuando algo escapaba de su comprensión completa.

—No te quedes allí callado, vamos —lo animó, alzándolo por el cabello.

Al tocar a Ciel, Lucifer notó inmediatamente el sello de anulación del contrato y supo quién lo había puesto, principalmente por el olor característico de los recolectores de almas y también porque había sido uno de ellos quien fuera a buscarlo. Se le quedó mirando fijamente unos instantes, acercando su rostro al del conde, quien había reaccionado ante el dolor del tirón y ahora le sostenía la mirada al rey demoníaco.

—¿Viene acaso a exigir que me case con mi mayordomo? —preguntó Ciel, haciendo un gesto de desprecio. No estaba listo para admitir ningún tipo de sentimiento para con Sebastian.

—Por supuesto que no. Nadie te necesita —respondió antes de dejarlo caer nuevamente—. Nosotros no formamos familias como los humanos, de hecho, ni siquiera es necesario que Ophira se quede con tu hijo —reafirmó aquello con un tono sobresaliente—, pero no podemos darnos el lujo de perder a un nuevo demonio, aunque lleve la sangre de un asqueroso híbrido plebeyo como tú.

El mayor caminó por la habitación, observando todo lo que en esta había. Miraba con desprecio absoluto todos aquellos implementos humanos y no era porque fueran muy diferentes a los que había en el infierno, si no porque habían sido hechos por humanos, con materiales humanos y en el mundo humano. Se detuvo un segundo ante el retrato de Vincent, el padre de Ciel y lo observó unos instantes. Recordaba a aquel hombre, había sido un alma deliciosa y no le extrañaba que Ciel también lo fuera, quizá allí era donde radicaba la obsesión de Sebastian por ese niño. Los Phantomhive siempre habían sido comida gourmet.

Ciel se levantó del suelo, sacudiendo su ropa antes de tomar asiento en su silla, en el lugar que le correspondía y que le confería poder como el trono a un rey. Notó el aparente interés del demonio por el retrato de Vincent y entrecerró ligeramente los ojos.

—¿Lo conoce? —preguntó, tratando de ser diplomático.

—Su alma sabía bastante bien —respondió el demonio.

Kevin ahogó apenas una risa al escuchar aquel golpe bajo para Ciel, el cual le reafirmaba que, para ellos, los humanos no eran más que seres inferiores, similares al ganado. A fin de cuentas, ellos sólo eran parte de una cadena alimenticia más grande de la que la mayoría pudiera siquiera imaginar.

Descendiente de la Oscuridad [Reescrito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora