.

18 0 0
                                    

parte 3.

Pasó una hora y media.

Sólo llevabamos una foto.

Y muchos temas de conversaciones.

Hicimos un breve receso para desayunar.

Eso me hizo despejarme y concentrarme más, centrarme en la razón por la que estábamos ahí y hacer bien las cosas.

Llevaba una falda azul marino, una blusa blanca de tirantes y mis botas negras favoritas.

Se me dificultaba desenvolverme por la vestimenta que había elegido y mi rostro y mi cabello en definitiva no me ayudaban.

Estábamos intentando y dando lo mejor de nosotros mismos, pero al menos yo sentía que era un fracaso.

Vamos a darte terapia.

Dijo en un tono gracioso.

Me hizo reír mucho y soltó una especie de preguntas...

Comenzó así, hablando de nuestros libros favoritos y terminé contándote espacios de mi vida personal.

Reaccioné cuando lo había dejado entrar demasiado, ni siquiera noté cuando le dije tantas cosas...

"Cuando lo besaba..."

Dije y me detuve.

¿Qué hago contándole mi vida a un extraño?

Y no cualquier extraño.

Uno muy guapo físicamente y encantador en cada aspecto de su ser.

Un extraño que me empezaba a gustar y que tenía novia.

Que era mayor, que ni mi amigo era y ni siquiera nada, absolutamente nada era recíproco.

¿Qué tan estúpido era esto?

¿Qué tan ridícula era yo?

Respire hondo buscando mi seguridad... Últimamente titubeaba y dudaba mucho de mis palabras.

¿Por qué te cuento esto a ti?

Me reí incrédula.

Hizo esa sonrisa de: dímelo tú.

Normalmente no hago estas cosas, me cuesta mucho trabajo confiar, no sé, no sé porque te dije estas cosas.

Respondí en defensa.

Él me tomaba fotos y me miraba divertido, todo el tiempo que hablé y hablé él capturaba el momento.

Mira, dijo y me mostraste las fotos.

Wow.

Fue lo único que logré articular.

Me desvió, siempre sabía como, siempre.

Retomé el tema y me miró fijamente.

Sino quisieras contarme no lo habrías hecho.

Dijo y esbozó una media sonrisa.

Cierto. Dije para mí misma.

Es decir sí, creo que aparentemente hablo mucho (risas) y parece que cuento mucho, pero sólo cosas que no considero relevantes o que guardaría para mí. 

 Asentía.

 Creo que somos como una rosa... 

 Terminamos por marchitarnos, morir poco a poco, creamos capas para protegernos, que se vuelven duras con el paso de los años y los daños; marchitas y la gente va atravesándolas. Hasta conocer nuestros puntos más sensibles y suaves, así veo la confianza.

 Quizá parece que dejo entrar a cualquiera, pero mientras pasan, tengo establecido hasta que capa llegarán. 

Conozco su sinceridad, su lealtad, su honestidad, sus valores para ver si son personas de mi entera confianza. 

 Dije con seguridad y él me miraba fijamente, escuchando y poniendo atención a mis palabras. 

Tomó su cámara e hizo click.

 Me reía mucho. 

Me intimidaba mucho. 

Me gustaba mucho. 

Sí, confieso me gustaba.  

I L U S I O N E S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora