La Fiesta Ajena

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Nunca me esforcé tanto por una estúpida fiesta, pero es mi hija, así que tengo que hacerla perfecta, como ella quiere. Tal vez la malcríe, pero no me importa es mi hija y le voy a dar todo lo que quiera y necesite.
Para la fiesta contraté a un costoso mago, que aparentemente trabaja con un mono. No se si será verdad, pero ya que. También necesito a alguien que me ayude en la cocina, no pasaré el día metida allí sin poder ver a Luciana. Hace poco le pedí a Herminia que me ayude, es realmente genial en su trabajo y sumamente responsable, pero no podía.

- Lo lamento Inés, pero no podré hacerlo.
- Oh, es una lástima... Y... ¿No conoces a alguien?
- No, la verdad es que no. - Hizo una beve pausa. Creo que estaba pensando - Creo que tengo una idea, pero no se si es la mejor.
- Dime y yo decido.
- Em... No se cómo decirlo...
- Suéltalo Herminia.
- Rosaura tal vez podría hacerlo - Dijo en un suspiro. - Pero no tiene que saberlo - se apresuró a responder.

En el momento no lo pude creer, pero en realidad no era mala idea, no me gustaba mentirle a nadie, en especial a los niños, pero este caso era especial. Ella no se enterería hasta el final de la fiesta y tampoco la pasaría mal, ella y mi Lucila se llavan muy bien, son buenas amigas.

Recién empezó a llegar la gente y todavía Rosaura no está aquí. Espero que no se atrase mucho, no quiero tener que empezar a servirle yo a los invitados.
De pronto sonó el timbre. Había llegado junto a su madre.

- Hola señora Inés - Dijo sonriendo.
- Hola Rosaura. Que linda estás hoy.
- Gracias - me respondió sonrrojada.
- Luciana está en el jardín con los otros invitados - me agradeció con una tímida sonrisa y se fue hacia el jardín.
- Recuerda Inés, no le digas nada hasta el final de la fiesta - me recordó Herminia -. Ella no quiere ser como yo... - Me dijo mirando al piso son vos triste.

El día pasó demasiado rápido, y Rosaura era excelente, me ayudaba sin preguntar nada; es más, parecía contenta de hacerlo faciltándome todo. Pero a mitad de la fiesta la vi entrar a la cocina, seguramente iba a ver ese mono fastidioso que el mago había llevado. No me mintió después de todo. En cuando entré para pedirle que me ayude con las salchicas que serviría, estaba hablando con Sofia, mi sobrina. Estaba por descubrir todo, y no lo podía permitir, no quería tener ningún problema. No ahora por lo menos.

A parte de eso, la fiesta fue perfecta y todos se divirtieron, y eso es lo más importante. Pero llegaba el momento de decirle la verdad y no sabía cómo hacerlo, aunque a decir verdad no se por qué no quería ser una empleda, realmente sabe como hacerlo bien.
En el hall junto a ella estaban dos niños más, así que a ella le dería el dinero última para no hacerla pasar un mal moment; pero cuando llegué a ella y estaba por entregarle el dinero, noté que puso su brazo en posición para que le de la pulsera; pero cuando le di la plata y le dije "esto te lo ganaste en buena ley" como agradecimiento y para intentar parecer simpática, vi su decepción en los ojos. Estaba completamente sorprendida y paralizada junto a su madre, mirándome como si quisiese matarme; no lo podía soportar, pero tampoco pude moverme ni decir nada. No quise interrumpir ese incómodo y sofocante silencio.

•••

Historia inspirada en el cuento "La Fiesta Ajena".

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