Había una vez una nena llamada María, que jugaba todos los días con Oscar, su vecino de siete años. Eran muy buenos amigos, pero muchas veces se peleaban y eso no le gustaba a ninguno de los dos, por eso cuando pasaba se disculpaban casi al instante. Hasta que un día Maria rompió, sin tener intenciones de hacerlo, la remera favorita de Oscar por estar usándola de capa. Se le había quedado enganchada a un árbol con un clavo y, como en el momento no lo sintió, siguió tirando de ella hasta que escuchó el ruido de la tela al rasgarse. Oscar se enojó tanto que la empujó hasta hacerla caer de espaldas al piso. Pero no vio que justo allí donde Maria cayó, una roca porosa y negra estaba. Maria se golpeó tan fuerte su linda y pequeña cabeza que empezó a sangrar, pero no lloró, estaba tan sorprendida por la reacción de su amigo que sólo se quedó ahí donde había caído, mirando la carita asustada de su mejor amigo segundos antes de dejarla sola para empezar a correr hacia su casa unos metros más allá de donde jugaban cada tarde. No tardó más que unos minutos en volver junto a su padre, pero ya era demasiado tarde. Maria seguía en la misma posición, pero con sus ojos celestes llenos de lágrimas y sin vida.
Oscar nunca pudo perdonarse porque pensaba que él había causado la muerte de su mejor y única amiga al enojarse con ella y empujarla contra la piedra que nunca vio, pero todos le decían que no era su culpa, que la enfermedad que ella tenía la hubiese matado en cualquier momento. Sin embargo no se perdonaba.
Tres años después se quitó la vida en su pequeña habitación azul, la habitación que María había adorado. Junto a él había una nota: "SE QUE FUE MI CULPA LOS QUIERO". Sus hermanas lo encontraron a la tarde, a las tres y treinta y cuatro minutos del jueves cuando iban a preguntarle si quería bañarse.
Sus hermanas nunca volvieron a ser las mismas, pero sabían que Oscar no estaba bien y lo entendían.
Pero nunca nadie supo que, mientras él iba en busca de su padre, quien también murió pocos meses después de la muerte de Maria en un accidente mientras iba en el auto a comprar chocolates para Oscar, su amiga lloraba porque había decepcionado a su amigo como nunca antes y creía que por su culpa Oscar iba a estar muy triste, y eso la mataba. Sabía que se estaba muriendo y que era eso lo que provocaba, nada más le había dolido antes más que decepcionar y lastimar a Oscar, su único y mejor amigo.
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Un Pedacito de Mi
Storie breviEstamos siempre pensando cosas sin sentido que de alguna u otra manera se relacionan con lo que somos, con lo que queremos ser, con lo que podemos llegar a ser, con lo que no queremos ser... Pensamos sin darnos cuenta y muchas veces no nos detenemos...